El enigma de Baphomet (205)

in #spanish6 years ago

—Con este salvoconducto podré entrar y salir cuantas veces quiera.
Con el mensajero de vuelta, la Reina había mandado, en una carreta, la jaula de hierro más segura para que no escapara el reo, pues, si se movía estando enjaulado, se clavaría las espinas de hierro anudadas en la fragua a los barrotes, como si todos los hierros fueran de una sola pieza, con una cerradura fuerte cosida también a los barrotes en la fábrica de Córdoba, con dos llaves en doble cerrojo. Dentro de ella habían muerto, despeñados en la roca de Martos, los hermanos Carvajal, caballeros de Calatrava, condenados por el Rey Fernando IV, acusados de matar al privado del rey, demostrando así que no se arredraba ante nada, al tomar sus decisiones de ejecutar a los reos con las muertes más crueles.
Sabedora de que no hay nada más peligroso para un gobernante que tener a un pueblo religioso en contra, la reina había ordenado llevarla lo más lejos de Martos, para que el pueblo no hiciera de la jaula una reliquia milagrosa, porque todos los días se amotinaban las gentes en torno a la plaza, lamentándose de lo que el pueblo consideraba la más grande injusticia; y gritaba la turbamulta, según denominaba el rey a los campesinos vociferantes, que al rey, a su esposa, a sus hijos y a su madre los meterían en aquella misma jaula para despeñarlos. Corrían letrillas por los pueblos cantadas por los caminos y veredas:

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(Últimos momentos de Fernando IV el Emplazado. Óleo sobre lienzo de José Casado del Alisal. 1860. (Palacio del Senado de España).)

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(Fotos tomadas de https://es.wikipedia.org/wiki/Hermanos_Carvajal)

Caballeros Carvajales
Ennas pennas de Martos
Parados espectaban
Pidian a Dios miraclos
Muertes seguras
E los cavalleros
Yuntaban amos
Las sus manos huesudas
E enflaqueçidas
Façieban ruegos
A misericordiarlos
Nuestro Señor cruel
El rey Fernando
Desmisericordiolos
E non fiz caso
E la su madre
Cum grand plegaria
Magis rogaba
Toçudo el rey
Descalabrado
A madre reina
Non fiz la caso
En desaherrojarlos
Despennados furon
En pennas de Martos
Los truçidaron
Yacieron en suelo
Ennengreçidos
Ensangrentados
Et mais rogaba
non fiz la mientre
façerla caso
Malos consejos
Daba a su fijo
Dicía apártate
Ruegos de madre
Quítate sierpe
A misericordiarlos
Per la mannana
Do elos eterniçieron
Juramentarse
Dar muerte al rey
Façien venganzes.
El carretero que trajo la jaula cantaba esta canción, al descargarla en la ergástula, con una melodía tan pegadiza que se propagó por la diócesis de Astorga, aunque, de los astorganos, solamente dos o tres soldados viajeros sabían dónde se encontraba Martos.

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