Cuando conocí lo que era el Islam (11)

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Yo le dije, para ir al grano, que la personas particulares podrían ser de paz, porque gente buena hay en todas partes, pero que algunas suras del Corán no me convencían nada.
-“Hay metáforas también”- me argüía-, y hablamos largo rato comparando la Biblia con el Corán.

Nos decía que las conversiones al Islam estaban creciendo muchísimo en todo el mundo, argumento que esgrimía a cada paso de la conversación, y que Europa sería musulmana no tardando mucho tiempo.

En un momento de la conversación, se le escapó: “…conquistaremos Europa…” Mi amigo no pudo contener la risa, por lo que lo miró con gesto severo. A mí me parecía una intención infantil pues en aquel tiempo nadie sospechaba lo que está ocurriendo ahora en toda Europa. A cualquiera que oyera algo semejante se le escaparía la risa tomándolo como una “boutade”. Pero yo quedé inquieto, y lo comenté con mis amigos y familiares cuando volvimos a España. Efectivamente se me tomó a risa. Una amiga me lo recordaba hace poco.

Cuando me decía que en el Antiguo Testamento de la Biblia Cristiana había sangre y violencia, yo le trataba de explicar lo que él sabía de sobra, incluso más que yo en algunos aspectos de nuestra cultura. Era un hombre muy culto, con recursos dialécticos sobrados.

Yo le contestaba que en el Cristianismo se toma el Antiguo Testamento como la era pasada, y que es claro que las figuras literarias abunda en el Antiguo Testamento e incluso en el nuevo. Y que la Jerarquía Eclesiástica guía a los cristianos en la interpretación de las Sagradas Escrituras.

Ahí saltó como un lince a su presa pues se tomaba la conversación como una forma de aplastar con argumentos teológicos y me recordaba que en el Islam no hay intermediarios entre Aláh, y los hombres, que la comunicación es directa, que no hay Papa ni Obispos, que a los que en España llamamos clérigos musulmanes no son más que estudiosos y conocedores del Corán y de las tradiciones. Que en el Corán está todo lo que un ser humano puede atesorar de su existencia. Yo no sé de donde sacó que la división y crecimiento de las hojas blastodérmincas del feto humano ya estaban descritas en el Corán desde el siglo VII de la era Cristiana, que no hacían falta científicos médicos que los descubrieran porque ya estaba descubierto pues el Corán, ya lo había escrito Aláh en el Cielo con la Sagrada Caligrafía. La verdad es que no he visto tal cosa en el Libro Sagrado. Nunca puede entender a cuento de qué me salió con aquello.

Yo lo tomé por la palabra y le dije que, en contra de lo que pretendía al decir que en el Islam no hay Jerarquía eclesiástica, ese era el peligro que yo veo, pues al no haber un guía jerarca, cada cual podía interpretar las suras del Corán al pie de la letra y agarrándose a ellas llegar a cometer las mayores atrocidades.

Llegué a decirle que una de dos: o se suprimía del Corán la sura 3:28 , por ejemplo, o se organizaba el Islam con una jerarquía que guiara a los menos ilustrados y le explicara, en todo caso, que son metáforas interpretables escritas en otros tiempos donde la expresión literaria era lo más importante de la vida. Pero esto, que quedara muy claro como doctrina para todos los musulmanes.

Cuando le cité la sura 3:28 comprendí que sabía de memoria el Corán, porque pasó a otro tema como si no hubiera oído nada. No supo qué responderme. Yo he leído algunas traducciones del Corán que dulcifican el texto, pero en árabe, es claro lo que dice. Entendí que quería escabullirse, pero no lo dejé e insistí en lo que dice el texto: “Que ningún musulmán tome como amigos a quienes no sean musulmanes, porque si alguien contraviniera esto no tendrá nada que ver con Alá” Es decir, que el que sea amigo de un cristiano será algo así como excomulgado y despreciado por el resto de los musulmanes. Nos quedamos en silencio, mirándonos Y yo continué, mirando a Yamal y le dije: "entonces , Yamal no puede haber sido amigo mío, ni lo es en la actualidad". Ahí saltó diciendo que mi amigo y yo no éramos musulmanes todavía pero que teníamos una predisposición para convertirnos, y que en un futuro próximo nos convertiríamos. Si no hubiera esa previa amistad no sería posible la conversión. Pero no me convenció mucho con su argumentario. Y seguimos nuestra charla que cada vez se ponía más interesante.

Yo le dije que no había partido de nosotros la conversión al Islam, que nuestra intención única y exclusivamente había sido aprender la lengua árabe y estudiar esa civilización por afán cultural únicamente, que había sido Yamal durante la forja de la amistad en España quien se había empeñado en que teníamos incluso que cambiar el nombre. Ahí intervino tímidamente Yamal diciéndole que tanto a mi amigo, como a mí, nos sentaban perfectamente el tarbush y la chillaba. Con esta intervención se distendió el ambiente que por momentos había estado un poco caldeado, y nos reímos los cuatro. Aquellos dos guardianes con chilabas muy semejantes a los hábitos de los frailes de Marcelino Pan y Vino, ni se inmutaron. Igual estaban pensando en las musarañas y no atendían a lo que estábamos diciendo.

(Seguirá)