Capítulo veintinueve (29) El Baco
--
--
29
EL CUÑADO DE HONORINO CREÍA QUE ÉSTA ERA LA ESCRITURA MÁS IMPORTANTE.
(La próxima escritura es la más importante, no para Honorino y Domitila, sino para la Fe Cristiana, pues, gracias a Dios, se terminó aquella falsa religión que duró siglos en nuestras tierras, en las bodegas de León; y es por lo que nosotros, por la Gracia de Dios, estamos dentro de la Redención. No tiene fecha, ni dice quién la escribió, pero, por el contexto, parece deducirse que fue el mismo Salb-Ben-Zait-Zamaliel con su puño y letra, porque la caligrafía es muy distinta. Tiene repeticiones, sobre todo en lo concerniente al bautismo; pero la traduzco fielmente):
«Yo Salb-Ben-Zait-Zamaliel, hijo de Zait Zamaliel declaro solemnemente y pido bautismo para mí y para todos mis siervos; y a todos les doy el nombre mío, que es de mi abuelo materno: ARIAS, de Sancho Alfonso.
»Mi madre, antes de morir, me reveló que era cristiana y que cuando se casó con mi padre, cambió el nombre, de nombre Tereysa por Tidkar-Nur que en árabe quiere decir «Recuerdo de la luz» que es lo mismo que Tíscar-Nuria. Y que ella nunca me dió vino como al resto de los niños. Mi padre murió borracho y enfermo; y le dolía el hígado y se ponía amarillo.
»Mi madre me daba agua teñida de moras. Ella, en el mes de septiembre, cogía moras de los zarzales y preparaba un agua de moras que no embriagaba, y el color era igual que el color del vino; y así pasaron los años durante mi infancia; y no decía nada por la fidelidad que tuvo a mi poderoso y rico padre, que era el sumo sacerdote del dios Baco; y guardaba el agua de moras en un barril pequeño, en el que grabó mi nombre para que nadie bebiera de él, para que yo tomara de aquella agua, en vez de vino, en todas las ceremonias; por eso estoy cuerdo y no veo a Baco por ninguna parte, lo mismo que mi madre; por eso tomo los nombres de mis abuelos maternos y renuncio a todas las liturgias del falso dios Baco y pido al Dios verdadero, Dios de los Cristianos, perdón por todos mis ascendientes; y me retiro al valle de Valdueza con mi mujer y mis hijos a cultivar el campo y dono todas mis posesiones al Monasterio de San Pedro de los Montes de las águilas; y abrazo el bautismo de Jesucristo y tomo el nombre de mi abuelo materno: ARIAS, y de mi abuela materna DIDATA y que todos mis descendientes tengan el nombre de Arias. Mi madre era muy buena y sufría mucho cuando veía borracho a mi padre cuando adoraba a Baco con todos los fieles de la comarca. Los demás se emborrachaban sólo en las ceremonias y aquelarres, pero mi padre estaba siempre borracho. Y comprendí a mi madre y me compadecí del error de mi padre.
»Ella me reveló el secreto de que momentos antes de morir mi padre, agonizante, lo bautizó con agua de moras de nuestro barrilito en presencia de todos los fieles, que creyeron que lo rociaba con lo que ellos llamaban el divino licor, que era vulgar vino; y así ganó la salvación eterna, porque recibió Bautismo de Socorro».