¿Y si aprendemos a jugar de nuevo como cuando niños?
Esa capacidad de convertir cualquier elemento en mil cosas, esa que nuestra imaginación de niños nos permitía sin complicaciones está dormida en algún lado de nuestra mente.
La fuimos inutilizando poco a poco con tanto golpe de realidad, pero vamos, acaso no recordamos muy buenos momentos convirtiendo un envase en un autobús, un tractor, un cohete que iba directo a la luna y nos permitía visitar planetas que ni siquiera existían más que en nuestra imaginación.
Esa parte de nosotros está ahí adentro, siempre atento para despertar, siempre y cuando nosotros lo invoquemos.
Nunca es tarde para despertar a ese niño que también somos.
Este es un corto ejercicio literario realizado a partir de la imagen principal.