Como te crían, como eres de adulto
Cuando hablamos con niños, estamos tratando con un pequeño ser humanos que va ir absorbiendo todo lo que se le diga como cierto. Por tal razón es que se hace tan importante que al hablar con ellos lo hagamos desde la consciencia de que eso es así, porque podríamos, de no hacerlo, generar un daño casi irreparable en el.
Y no me refiero a un daño físico, sino a uno psicológico, que es peor, porque un daño físico, dependiendo del caso obviamente, puede sanar y no dejar ningún tipo de secuela, incluso olvidarse y no trascender con efectos psicológicos, sin embargo, podríamos a través de las palabras generar un gran impacto en un infante que terminaría por hacerse presente ese daño en la etapa adulta, de formas que ni las imaginamos.
Siendo así, considero que lo mejor sería exponerlos a palabras amables, a esas que los lleven a producirles confianza en ellos mismos, y que los haga sentirse seguros de exponerse, de crecer, de vivir siendo ellos mismos, sin temor a ser juzgados.
Todos hemos pasado por esa etapa, y aunque no recordemos con exactitud todo lo que nos dijeron en esa etapa de la vida, debemos tener conciencia de que somos e resultado de lo que hemos vivido, y en gran medida, según algunos estudios de psicología evolutiva, la etapa que va desde los cero hasta los 7 años es definitiva para la formación de la personalidad.
Por eso, cuando a un niño se cría en un ambiente en el que el miedo se impone, es imposible que este no sea temeroso, porque lo asume como manera de vivir. Pero en cambio, cuando se les enseña que no hay que tener miedo, que hay que ser un poco osados, que hay que confiar en uno mismo, las cosas van a marchar mucho mejor. El se sentirá mucho más seguro y se atreverá a más de lo que se atrevería si sólo le transmitimos temor y desconfianza.
No es fácil criar a alguien, no lo es con un animal como un perro, mucho menos lo es con un pequeño ser humano. Lo que se diga queda grabado, y trasciende de tal forma, que resulta luego muy difícil que lo cambie, a menos que tenga conciencia de eso que lo limita, y de que evidentemente puede cambiarlo si así lo desea.
Los niños merecen ser felices, para que podamos tener un mejor mundo, todos sabemos que ellos son el futuro, y no creo que nadie quiera un mundo en caos...