500 kilómetros para mirar y pensar en... (mini serie)

Miles de sensaciones nacen al momento de verte, cuando estas aquí y te siento, cuando eres.

Me desespero por escuchar, por decir, por hacer, cuando lo único que realmente necesito es ser.

Las miradas definen las inflexiones del alma, gritan en forma de imagen el deseo desesperado de palabras dulces al paladar del oído. Así nacen los primeros flashes, como los llamo yo, las primeras miradas deslumbrantes a manera de presentación, los primeros segundos en pantalla de un nuevo personaje.

Respiro, siento, me asfixio.

Las mentiras nacen en el mismo lugar donde se crean las falsas necesidades, provienen de la mente. Pequeños genes llenos de astucia son capaces de engañar a cualquier ciudadano dentro de la cabeza de cada ente, estos a su vez crean gran descontrol en las emociones y sentimientos de un humano normal, consecuencias que terminan en una reacción, en sensación, hecho que multiplicado da como resultado el pequeño arte de los dioses, las sensaciones.

El gran arte del sentir.

Sentirse es viajar, kilómetros y kilómetros de carretera para conocer una tierra en la que has vivido todo la vida. Vivir es casi tan corto y resumido como sentir y explorar, mirar y errar y escuchar y sentir una vez más.

¿Te has dado cuenta que lucimos como maniquís?

Creo que estamos atrapados en un mundo, congelados, en una pose falsa, muchas veces forzada hasta para quien ve. Estamos solidificados, capturados en la parálisis, sin poder movernos, mostrando una falsa mascara, intentando, obligados por las grandes vías de transito, a ser lo que no somos.

Estamos siendo manipulados como maniquís con un único propósito: vender mentiras.

Mirarse es como perderse. Mirarse es una manera simple y complicada de buscarse.Entre tanto foco y desenfoque las circunstancias y los constantes giros te hacen darte cuenta que, en muchas ocasiones, quizás en la mayoría, es más importante encuadrar aquello que debe ser mostrado, dejando a un lado nuestras ansias incesables de protagonismo.