“Mañana de un viernes, el clima se torna frío pero a la vez mi alma está cálida, preguntándome tantas cosas por enésima vez, aún sabiendo que no hay otra respuesta alguna que aferrarse al tiempo y esperar. Sabía que el pasar de los días, semanas, meses iba a curar esta gran nostalgia e iba a endurecer mi corazón. Sabía que este día llegaría pero estaba tan ocupado aprovechando al máximo los últimos días que me quedaban por vivir en mi país que sólo sabía que iba a cambiar drásticamente mi vida, pero no sabía que el inicio de ese cambio me iba a entristecer de una manera descabellada ¿Cómo meto mi vida en una maleta? Queriendo estar bien emocionalmente y aunque físicamente lo esté, no tengo esos familiares y amistosos cuerpos para abrazar, estrechar su mano o saltar de risa, en momentos grandiosos e inolvidables que ahora quedan sólo en un fotos, videos y sobre todo en mi memoria.

Ya está apunto de llegar el autobús y aún estoy en un estado de conciencia donde sólo reflejo recuerdos, preocupación, coraje y expectativas. El nudo en mi garganta se apretó más cuando una señora de al menos sesenta y tantos me pregunta la hora, cuando no sé si emocionarme o entristecerme porque conoceré nuevas personas o porque sean iguales a muchas que conocí.
Aunque me despedí, sé firmemente que algún día volveré, mucho más fuerte, noble y sobretodo mucho más alegre. Me volveré a encontrar con las personas con las que mantengo un alto grado de amor, amistad y cariño, deseando que este comienzo del camino me permita llegar a donde quiero llegar, a pesar de las contras y obstáculos. Como duele dejar a mi madre, familia y amigos pero como me motivan a seguir adelante y no desistir en ningún momento, así me lo ha propuesto la vida.

Llegó el bus, ahora sí, mis sentidos se alteran a un nivel de provocarme temblar de miedo, felicidad, no sabría con exactitud la razón. Estoy experimentando esta sensación por primera vez en mi vida y no logro describirla. Sabes que dejas tus años de vida en un país y en tu nostalgia que cada vez se hace más aguda, y que empacas tu futuro en una maleta, aún sabiendo que no te vas para siempre. Piensas en todos los momentos gratos que viviste, los que extrañas normalmente pero ahora duelen más. Me comprometo con la aventura, la lucha, la perseverancia y sobre todo con la fuerza de soportar la distancia, la soledad, trasnochos, y sobre todo la melancolía.”

Mi madre me dijo una vez, “En esta vida hay que ser paciente, porque lo bueno tarda en llegar” prometo nunca olvidar esas palabras, su amor infinito e incondicional y su comida que me nutría de amor.

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Muchísimos hermanos Venezolanos han tenido que pasar por ese gran viaje, esa profunda tristeza y melancolía pese a la situación de nuestro país. Muchos vuelven, muchos no. Yo espero volver y tengo la esperanza de que mi país se librará de esta crisis y gente cruel que ha impulsado su decadencia y destrucción. Si vas a emigrar y tienes miedo, déjalo, sé fuerte, los Venezolanos no tememos, somos guerreros, valientes, corajes y luchadores

Especialmente dedicado a mis paisanos que día a día luchan o se van a otros países para trabajar, ayudar a sus familias y por buscar un mejor futuro en sus vidas. Dios los bendiga.

Gracias por leerme, espero les haya gustado y me dejen sus comentarios...