Con esta situación arrancó con todo la segunda temporada de Black Mirror, serie que estremece con cada entrega de la mano de Charlie Brooker —creador y guionista— que no le tiembla el pulso para criticar con o sin camuflaje a la sociedad de hoy en día, así como nuestras conductas y actitudes, y nuestra supuesta humanidad que luego se transforma en autodestrucción. El primer episodio de la segunda tanda de capítulos se llama 'Be Right Back', el cual nos cuenta como Martha, una joven artista, debe afrontar la muerte de su novio. Él era un adicto a las redes sociales, como gran parte de la población, era distraído pero no por eso era mala persona, por lo que su ausencia hace que Martha recurra a un “servicio especial”. Este llega a ella por la ayuda de una amiga un poco insistente, y permite a aquellos que acaban de perder a un ser querido mantenerse en contacto con él de forma virtual. Por muy escalofriante y frito que suene, este programa recopila la información del fallecido mediante lo que éste publicaba en las redes sociales. Sin embargo, este extraño servicio no queda ahí y tiene una implementación adicional en estado de prueba que —debido a la situación que está pasando en la que la versión 'terapéutica' no es suficiente— Martha decide ordenar.