Una de las cosas que me gustan del cine son las historias que reflejan los sentimientos que no decimos, que nos callamos por temor a quedar mal ante la sociedad, la familia, el marido, los hijos; en fin. Esta película es de esas y me encantó cuando la vi: "My happy family" (2017).

El filme nos cuenta la historia de Manana, una mujer de 52 años, casada y con dos hijos adultos; vive con sus padres ya ancianos en un departamento muy pequeño. Ella es profesora de literatura y la acción comienza el día de su cumpleaños. Imaginen ese pequeño espacio lleno de gente hablando y gritando; gente joven que de alguna manera tienen estilos diferentes, conductas diferentes que la protagonista. Ella está cansada; se le nota en el semblante. No quiere que venga nadie a celebrar nada pero poco importan sus sentimientos. La casa se llena de ruidos y más gente por la celebración.

Cualquiera pensaría que Manana es egoísta pero de sólo verla uno la entiende. Ella está atrapada en una sociedad patriarcal donde las mujeres deben casarse, tener hijos y desaparecer como ser único con sueños por los cuales luchar; así estos sueños sean pequeños, como tener un sitio tranquilo donde vivir, donde revisar los trabajos de sus alumnos en silencio, donde pueda tocar su guitarra, comer lo que quiera y escuchar la música de su gusto. La película es un profundo y sutil drama, una mirada inteligente a los pequeños y cotidianos sufrimientos de una madre de familia.

¿Por qué Manana necesita un lugar tranquilo para soñar? Pues porque ella es un espíritu que necesita de la soledad y por eso toma una decisión que no le gusta a nadie. Los que la rodean no la entienden, la critican terriblemente, la hacen sentir culpable por querer tener, dijera Virginia Wolf, un cuarto propio, alejado del sofocante y "afectuoso" paternalismo egoísta. Pero es hora de decidir y la vida es una sola.