Los comensales estaban sentados a la mesa. El mayordomo sirvió la suculenta cena sobre la hermosa vajilla usada para la ocasión. Ninguno percibió el olor acre del veneno en su primer bocado. Cuando se percataron, ya de sus bocas salían borbotones de una saliva blanca espumosa. Los estertores no tardaron en sucederse.

Cada uno fue cayendo de su silla. Muertos por el veneno que había sido colocado en la comida por quien ellos menos pensaban. La vieja tía Martha los había envenenado a todos. La herencia estaba a salvo e iría a parar a una buena obra benéfica. Nunca se sintió mejor. Acabó con esos petulantes, desagradecidos y orgullosos. Una verdadera "familia feliz".

Vemos como ser amantes del dinero no les produce buenos dividendos a esta familia cuyos miembros sólo esperaban la muerte de un familiar adinerado para heredar mucho dinero y propiedades sin pensar que la dueña de todo tiene la facultad de dejar sus bienes a quien ella quiera. La familia nunca pensó en el cansancio que le producía a la señora la falta de escrúpulos y de corazón que imperaba en el alma de sus familiares. Eso la llevó a tomar la fatídica decisión. Demos más compañía, amor, comprensión y amistad a nuestros parientes.