Se es mierda en este mundo aunque se aprenda a disfrazarlo, juegas con la gente, juegas contigo mismo, juegas con quienes te creen diferente. Pero no es así, hay un punto de quiebre y muestras tu putrefacción eterna, putrefacción guardada debajo de la alfombra, que pocos descubren porque nunca te dejas conocer, nunca realmente te muestras por miedo o apego a tu hedor, sin saber que mostrándolo podrías mejorar.

Y es triste, triste por los que te rodean pensando cosas buenas de ti, cosas que enaltecen a un estafador de almas y sentimientos, estafador de mentes y pensamientos; que vanaglorian a una mente maestra del infierno que se sonríe a sí misma, que se cree lo mejor, engañándose a sí misma, sin saber que el mal olor se le escapa por los poros.

Ni siquiera lo ignoro, ni siquiera me da lástima, pues rodeado de la misma miseria siempre está, teniendo la oportunidad de redimirse, pero le da miedo rendirse y levantarse pulcro, con una nueva esencia que estaría acorde con lo que aparenta. Pero no, lamentablemente no.

Decide quedarse en la miseria y caer cada vez más en ella, revolcarse en la perdición para mantenerse en ese universo de engaños y victimización. Se rodea de clichés, de generalidades, de cosas genéricas que se someten a su voluntad, que se divierten creyendo que son importantes, sin saber que son solo una mosca más comiendo mierda.

Triste realidad, aunque para ellos, y para quienes se dejan engañar de falsas sonrisas, de falsas caricias del filo de un cuchillo camufladas de letras hermosas, que cuando nos damos cuenta muy tarde, ya la cantidad de heridas son muchas y nos dejan al borde de la muerte, y digo borde, porque revivimos, nos hacemos fuertes, y somos capaces de destruirlos con una sonrisa en el rostro sin sentir una pizca de remordimiento, pues no lo merecen, solo merecen la tortura eterna, la extinción, merecen mantenerse en la mierda rodeados de las moscas que los adoran.