Carmen, la diabólica | Escritos de una mente desequilibrada VI - I

Recuerdo ese juego, creo nunca poder olvidarlo, en esta o en otra vida. Recuerdo correr con mis amigos a plena tarde calurosa, huyendo del pobre bastardo que era el seleccionado al azar para perseguir a los demás, esquivándolo entre risas, escondiéndonos hasta que nos llamaban del orfanato porque era muy tarde y ya era momento de la cena.

Recuerdo cuando Carmen llegó al orfanato, sus padres se habían asesinado mutuamente, esto no lo supe hasta años más tarde cuando me convertí en coordinador del orfanato, y reorganizando los archivos de los nuevos niños que estaban ingresando encontré su historial; las muertes me recordaron a otros asesinatos, pero no quise seguir pensando en eso y lo ignoré, al menos hasta este momento.

Como broma por ser nueva, y al ser niños poco nos importaba los medios por los que había llegado, mucho menos nos importaba la crueldad detrás de actos inconscientes; Carmen fue la elegida para perseguirnos, recuerdo su ilusión al ser elegida sin saber que se trataba todo de una inocente, pero no menos vil acción.

Todos salimos corriendo y nos escondimos, para poco a poco reunirnos al otro lado del parque y jugar sin ella, cuando notara lo ocurrido ya sería muy tarde, incluso esperábamos que no lo notara, tenía 9 años, era muy pequeña y pálida, aletargada.

Uno de nuestros compañeros nunca llegó, Erick, recuerdo vagamente su nombre; nadie lo dio en falta hasta que tuvimos que volver al orfanato, Carmen ya estaba ahí, nadie dijo nada sobre la broma, ella seguía callada y apartada, lo usual. Encontraron a Erick desnudo, con rasguños por todo el cuerpo, y estrangulado hasta la muerte.

Recuerdo que la sorpresa no fue poca, y la preocupación fue mucha en nuestros cuidadores, pero lo atribuimos al asesinato, no era nada bueno que cosas así sucedieran, sin importar las dificultades por las que estábamos pasando.

No salimos a jugar por mucho tiempo, eso nos molestaba mucho, solo queríamos divertirnos para escapar de la miseria en la que estábamos sin agregar el encierro al que nos estaban sometiendo.

Recuerdo que nos creamos un juego, uno de nosotros se iba a tapar los ojos y tenía el trabajo de buscar a los demás que se iban a esconder por todo el lugar, teniendo la oportunidad de pedir dos aplausos en tres ocasiones, nos pareció divertido, y yo fui el elegido. Aún deseo no haberlo sido.

Me reía mucho chocando contra todas las cosas a mi paso, confundiendo los aplausos que estaban a mi derecha con mi izquierda, y al contrario. Tratando de escuchar un sonido que me indicara donde se encontraba alguno, pero como no escuchaba nada hice trampa y levanté la venda un poco para ver si había alguien mal escondido y así hacer que comenzara a buscar.

Vi a Carmen ir hacia el sótano, y aún con la venda levantada la seguí en silencio para hacer que ella comenzara a buscar, y quizás asustarla si tenía la oportunidad. Al terminar de bajar comencé a buscarla, pero había poca iluminación, y como no quería perder tiempo tras ella si no lograba encontrarla decidí volver arriba, al volver a las escaleras solo recuerdo ver un cuerpo colgando del cuello ahorcado, gritar y desmayarme.

Al despertar no dejaron que abandonara la habitación, a ninguno nos dejaban. No recuerdo quién fue el que nos dijo que Ika se había ahorcado, y que Carmen estaba desaparecida, no la encontraban por ningún lugar; nunca dije que la había visto ir al sótano, ni la razón por la que me encontraba allí, fingí no recordar nada, era lo mejor, incluso después de un tiempo llegué a creer que no recordaba nada.

Hace poco escuché a los niños cantar la vieja canción de Carmen, la diabólica antes de comenzar a jugar, un escalofrío me recorrió totalmente mas quise ignorarlo, pero esta noche no pude hacerlo, cuando encontramos en el viejo parque a un niño desnudo, con rasguños por todo el cuerpo, ahorcado hasta la muerte, y con marcas de mordiscos en piernas, brazos y estómago, al parecer Carmen volvió y logró atraparlo.