Hace 4 meses que no tenía ni las remotas ganas de sacar mi trasero de la comodidad de mis aposentos, es realmente curioso utilizar el pronombre posesivo “MI”, en un país donde no se puede tener nada.

Digo mi cuarto, mi casa porque allí frecuento y porque es el único espacio donde consigo refugio.
Debo admitirlo, desperté tras recordar las palabras de un amigo que migró hace dos años para argentina, él decía que el hogar era ese lugar donde tú podías regresar cuando quisieras, pero no necesariamente debías morir eternamente.
Ahora me cuestiono sus palabras y puedo entender lo que me quiso decir, pues a veces necesitamos buscar un equilibrio para llenar ciertos vacíos espirituales.

Mis expectativas sobre la adultez

Desde niños soñamos con ser adultos, imaginamos como serán nuestras vidas, (exitosas, debo destacar) y nos pasamos la juventud anhelando el momento de ser independientes, conocer el mundo, enamorarnos, reír, llorar, cometer errores, enmendarlos y superarlos. Todos proyectamos nuestro futuro, de hecho nos pasamos la vida dibujándolo.

Mi recuerdo más latente era el hecho de poder estudiar algo que me gustara y ejercer como dios manda. Una parte de ese sueño, por así llamarlo, lo he materializado, pues estudié en la universidad que quería, y la carrera que más se parecía a mí, sin embargo, dada la triste decadencia social que se perciben en mi país, dudo que pueda llevar a la realidad todo lo que aprendí de los maestros más nobles y humanos que pude imaginar.

Mi percepción de dicha realidad, no se trata del hecho de no poder enseñar, sino que no puedo enseñar lo que pienso es realmente importante, sino que debo regirme por doctrinas politizadas para lavar cerebros vulnerables. para serles más clara, YO no estudié docencia para acumular adeptos políticos.

Fuente

¿Por qué irme?

IRME es una palabra con baste poder y contenido, dar los motivos de mi partida me llevarían a escribir un libro completo, pero pues me iré por lo básico y enumeraré los motivos primordiales sin tanto regodeo:

• Vivo en un país que no siento mío
• Vivo en una casa que jamás podré llamar hogar
• Vivo en un país donde no puedo hablar
• Vivo en un país donde no hay humanos
• Vivo en un país que se dividió en dos, por lo que yo quedé en el medio.
• Vivo sin vivir, pues no hay tiempo para ello.

Esto básicamente el recuento de mi gran decepción, pues siento que se me va la vida viendo la falta de humanidad, la carencia hospitalaria, y la calidez familiar que un día sentí en este pedacito de mundo.

Destino

Quiero ir a donde pueda echar raíces, donde pueda aprender cosas nuevas, donde alguien pueda compartir conmigo un trozo de pan, donde me puedan refutar mis criterios y usar el juicio para hacerme entender que todos vemos el mundo diferente. Voy a donde me quieran escuchar, a donde pueda sentir que allí seré libre.

Lo que tengo

Tengo una madre increíble, que me apoya y ayuda en todo lo que puede, tengo unos hermanos que son mi vida, por los que he dedicado un valioso tiempo y con los que puedo contar ciegamente.

Tengo un TV marca Daewoode de esos que llamamos “culones”, una cama que guarda secretos, lagrimas, recuerdos y anhelos, un ventilador con algo de polvo que siempre está a la espera de un día difícil, un closet con sensaciones inestables y un teléfono que me cuenta lo que muchos callan.

Lo que no tengo

No tengo ganas de seguir desperdiciando el tiempo, de malgastar lágrimas ajenas, de sentir pena por otros, de trabajar por otros. No tengo ganas de aplaudir la mentira, de fingir sonrisas y conformarme con migajas. No tengo ganas de quedarme con las ganas de vivir, en lugar de sobrevivir.

Migrar no es de valientes, pero tampoco es de cobardes, migrar es comprender que siempre se puede empezar de nuevo, que no debemos conformarnos con lo que tenemos por simple comodidad, que podemos elegir cuando algo no nos queda bien.