Hacia la cima - Fortín El Zamuro - Ciudad Bolívar / Venezuela

Para nadie es un secreto que Venezuela es un caos. No estoy aquí para hablar mal de Venezuela, solo que para introducirlos en mi relato, tengo que recalcar que aquí la inseguridad está presente en todos lados. Muchos caminan con el miedo de ser víctimas de la delincuencia.

Me incluyo, pero me he convertido en esa persona que dice “lo que me vaya a pasar, pasara cuando tenga que pasar, este donde este y haga lo que haga, inevitable”. Puedo decir con sinceridad que es mi forma de justificar el ir a lugares que algunos dirían “no entres ahí” o hacer cosas que quizá, alguien en su sano juicio, en este país no haría. Aunque creo que es tanto el miedo que el solo hecho de ver un lugar solitario te hace pensar que seguramente ahí te pasara algo malo. No es así. Por lo menos no para mí.



Hoy voy a hablarles del “Fortín el Zamuro”. Les vengo con sinceridad, no conozco su historia. Ahí no había un guía, pero no hizo falta. Con amigos, entre risas y demás, no hace falta. Toda buena historia comienza sin esperarla, así comenzó esta. Ni siquiera sabíamos a donde iríamos cuando nos vimos.



Hay un sendero de piedra. En la entrada, a la derecha, hay varias casitas que simulan un mercadito. “Botiqueria”, dicta una de las primeras, seguida de otras que de verdad no recuerdo ahora que dicen, pero esta es la última, “Sarrapia”, es una semilla que es autóctono de Ciudad Bolívar, ustedes dirán ¿y qué tiene de especial? Les pregunto ¿les gustan los perfumes? Pues esta semilla ayuda a fijar su aroma, siendo también utilizada en la gastronomía.



Seguimos avanzando entre el refrescante verde natural. Parece transportarte, sacarte de la ciudad para ir a otro lugar, a otro tiempo. Me llenaba de emoción con cada paso. Una de mis amigas estaba algo asustada porque es un lugar solitario así que decidió tomar una piedra y bautizarla durante todo el trayecto (nunca la soltó) “La piedra matamalandro”. No podíamos abandonarla sin tomarle su respectiva foto.



Es gracioso como después nos relajamos tanto, comenzamos a reírnos de las ocurrencias mientras subíamos a lo más alto y aprovechamos para tomar varias fotos.



Llegando a la cima podíamos admirar los distintos ángulos del Fortín, todos arte.

Claro que llegar a lo alto te da una perspectiva distinta de la ciudad y eso era algo que no sabía y que no habría experimentado si no fuera por ese día.

Y claro que tenía que subir, subir más y más ¿creyeron que me quedaría mirando desde abajo? De ser así, fotos como estas no serían posibles.



Y creo que cuando vamos a un lugar, deberíamos llevarnos la experiencia completa. Por lo menos eso nos merecemos.



Tantas vistas perdidas por miedo, es una lástima. Me llena de dicha el haber tenido la oportunidad de subir y adivinen. No hizo falta la “piedra matamalandro” porque todo resulto excelente.



Y así, nos despedimos del Fortín que todo el mundo catalogo como “peligroso” y que en realidad, nos regalos unos recuerdos increíbles.



Esas eran las casitas de las que hablaba al principio.

Fotos tomadas por Dealbhan