Llegado el momento para iniciar el viaje, ella se presentó sin titubeos, su elegante vestido y fragante perfume me animaban. Desde hace días sentía que me visitaba, ella seguramente pensaba que yo estaba en un trance profundo.

Poco a poco me fui ganado su confianza, fue entonces cuando realmente entendí que estaba preparado para la despedida, nuestras conversaciones eran amenas y profundas, yo podía intuir en esas charlas que ella me estaba preparando para algo muy importante para ambos.

Debo confesar que mientras duraban nuestras conversaciones, mis preocupaciones sobre la vida se disipaban y la sensación que me dejaba era de libertad y éxtasis, también debo decir que cuando ella no me visitaba mis días eran vacíos y mis angustias entonces eran mayores.

Esa tarde no la olvidaré, ella llegó antes de tiempo, me besó apasionadamente, sentí que moría de placer en sus largos y fríos brazos.