El espejo - Concurso de literatura Historias Creativas

El Espejo

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Laura no recordaba porque había decidido a ir al funeral de su tía Bárbara. Era una de esas casas coloniales, aun con sus años la mantenían en buen estado. Le traía muchos malos recuerdos, se había jurado que sería la última vez que volvería a ese lugar. Se asombró al ver que no era tan grande como recordaba y aún seguía vivo el horrible gato, que la asustaba de pequeña; paseándose, como siempre, entre las plantas del jardín.

La servidumbre la esperaba junto a la puerta principal. Le informaron que era la primera en llegar. Caminó por el pasillo que conducía al salón principal, mientras veía los retratos colgados. Fotos en blanco y negro de Bárbara y títulos de sus estudios. Al llegar al gran salón, pudo ver el féretro al fondo. Adornado con flores y ramilletes. La estremecía pensar el estar sola en ese lugar junto a ese cuerpo frío. Por lo que decidió vagar por los cuartos de la casa, mientras hacía el tiempo para que llegaran los demás familiares.

Se detuvo frente al cuarto de su tía, de niña, siempre tenía prohibido entrar en esa habitación. Pero ya no había nadie que se lo impidiera. Tomó la manilla de la puerta, y se atrevió a abrir la puerta. Para su sorpresa estaba sin llave. El cuarto no tenía olor a viejo, como había creído. Estaba impecable, la cama vestida con sabanas de seda. Sobre su cómoda, sus objetos de valor y un cepillo de plata. Lo que más le llamó la atención era el gran espejo al fondo de cuarto. Era un espejo de cuerpo entero, con bordes de madera de cedro. Se acercó para detallarlo, mientras tomaba el cepillo. Comenzó a peinar su larga cabellera negra frente al espejo.

Distraída mientras peinaba su cabello, un miedo escalofriante invadió su cuerpo al ver que su reflejo había dejado de moverse. No podía creer lo que estaba viendo. Su otra yo soltó el cepillo y comenzó a caminar hacia ella. Mientras se acercaba lentamente, dibujábase una sonrisa llena de dientes afilados. Asustada con cada paso que daba su reflejo, quiso retroceder, pero por más que trataba de hacerlo, no lograba mover sus pies, se hacían cada vez más pesados.

De pronto la mano de su reflejo atravesó el espejo, atrapándola. Laura, abrió la boca desesperada para gritar, pero su voz no salía. Comenzó a halarla hacia el interior del espejo. Forcejeó para soltarse de su opresor, sin tener éxito, por lo que trató de aferrarse con su otra mano del marco para no ser tragada por el espejo. Su reflejo comenzó a reírse cada vez más fuerte. Las uñas afiladas de su otro yo se encajaron en su brazo. Apunto de desfallecer de dolor y dándose por vencida a su terrible destino, un chillido aún más agudo, rompió la escena, haciendo que su imagen demoníaca huyera despavorida, soltándola de inmediato.

El gato horroroso había entrado por la ventana, salvándole la vida.

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