Poco se es consciente de la esencia propia del objeto que hace parte de nuestra cotidianidad cuya energía trasciende el propósito de su creación, y sin más se transforma en un instrumento de goce estético. Duchamp entre tantos, se atrevió a romper con los preceptos propios de la época, estimulando la visión del espectador moderno, a partir de la sustracción de los materiales de su contexto, atribuyéndole a los mismos su propia carga conceptual.

Se alude a la significación del objeto al cual se le asigna un valor sentimental inmensurable, siendo una reliquia familiar, obsequio de mi abuela a mi madre, y posteriormente a mi persona. Durante mi infancia le asigno más que un uso decorativo; personificaba mi mascota, las de mis muñecas, automóviles para las mismas e infinidades de personajes que alegraban mi día.

Por tal motivo, para la ejecución de la muestra se aboca al empleo de tonos pasteles, al rosa que para Eva Héller evoca la ternura, inocencia, alegría, a la niñez sin embargo una etapa en decaimiento haciendo referencia a las grietas, fragmentos de cristal, ataduras y el mismo sufrimiento del animal plasmado en sus ojo que anhelan revelarse ante el dominio, obtener la libertad.

Para la muestra final se integraron algunos elementos significativos inspirados en el circo, en los sueños, en la infancia, que reforzarían el discurso, cuyo contenido se ve inclinados hacia la necesaria liberación de esas ataduras (dependencias) que nos impiden realizarnos por completo.

En la composición figurativa cuyo recorrido visual inicia con la presencia de la cabeza cristal y bronce de un elefante, su trompa se encuentra extendida diagonalmente sobre el plano insinuando cierto dinamismo a la escena, aunado al ya generado por la ubicación de sus extremidades, el cuerpo del animal de vidrio se elabora desde un estudio del efecto de la luz implementando como técnica para ello los creyones que facilitan la precisión en los reflejos.

Por su parte el recorrido continúa con la presencia de una niña ubicada en el lomo del elefante. Precisamente esta figura mantiene una conexión con el zoomorfo a través de las orejas y las piernas que en detalles metálicos aportan la apariencia de un carrusel, confirmándolo con la presencia de un tubo (destacado por el uso del llamativo amarillo) en el centro de la composición que atraviesa y fragmenta el cristal ya agrietado que a su vez se encuentra cubierta por listones rojo, con la intención de mantener al elefante contenido en un universo de nubes rosa.