Relato tragicómico corto 1: Omar.

Una historia breve de un fracasado persiguiendo el amor

Un lunes temprano por la mañana se escuchaban los golpes que daban los fierros de los portones de los comercios que estaban cerca, así como fieros rugidos de motocicletas.
Tal ruido despertó a Omar, quien despertó adolorido y con pocos recuerdos en su mente. Se estrujó los ojos y se dio cuenta de que se hallaba debajo de un puente. De alguna forma u otra había terminado allí con bolsas de basura de muchos colores amortiguando el peso de su cuerpo todo aquel tiempo.

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Omar se sintió terriblemente confundido. Tras escuchar unos chillidos se dio cuenta que no podía seguir cavilando, pues algunas ratas interrumpieron el momento. Entonces rápidamente se incorporó y decidió salir de aquel barranco. Las magulladuras de su cuerpo le hacían pensar que aquella tarea era titánica, pero tenía que salir de allí y tranquilizarse para saber qué era lo que había pasado. Tras luchar contra la gravedad y muchos metros de maleza y basura, Omar logró llegar a la calle y dejar atrás aquel puente, a duras penas podía caminar y le dolía bastante el pandero.

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A pocos metros logró distinguir un quiosco a cuyo cargo estaba una vieja de cabellos canosos.

Omar se le acercó y con mucho respeto le pidió una dirección del lugar dónde estaba, la señora le respondió sin dirigir la mirada que le dejara en paz y luego tomó una escoba que tenía cerca y la blandió amenazante.

Omar no tuvo otra opción más que alejarse aterrorizado y cada vez más confundido. A medida que Omar recorría el lugar, se podía percatar que se hallaba en algún lugar popular de la ciudad donde techos de zinc y motos nublaban su visión, colinas hacia arriba y abajo de humildes casas y complejos castillos de bloques naranjas, se encontraba en el corazón de aquella comunidad.

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Se percató pronto que algunos metros calle abajo, había una conexión con una avenida que le era familiar y decidió seguir en esa dirección. Faltaban ya pocos metros para llegar cuando un sonoro grito infantil lo distrajo:

¡Ahí está!

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Enseguida volteó la mirada, solo para percatarse de que una docena o más de motorizados le estaban persiguiendo disparando algunos cañones.

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Omar emprendió a correr como si su vida dependiera de ello y quizás si lo era.

Corrió tan rápido que atravesó la avenida esquivando tres carros, dos motos y un autobús, ganando algunos improperios de los conductores y al perder el rastro de sus persecutores, entró en una tienda que se encontraba cerca y robó un sombrero, se lo puso y se encaminó hacia otro lugar meditando qué hacer.

Pensó en pedir ayuda a la policía, pero su seriedad se vería comprometida debido a que tenía el aspecto de un borracho, o incluso algún un usuario callejero de la piedra.

Debía ir a su hogar, no le quedaba otra y así lo hizo. Tras caminar muchas horas llegó a la puerta de su casa. Era un apartamento sencillo en el centro de la ciudad.

Se registró los bolsillos para ver si aún tenía algo y encontró únicamente las llaves, al ingresar, cerró la puerta de un sopetón y lo primero que vio fue un sofá en el que se echó a desvestirse, ya por fin parecía encontrar cierta paz, cuando de repente escucha el estruendo de ollas en su cocina.

Se aproxima y ve a una mujer joven, bastante agraciada con muy buena figura en ropa interior cocinando.

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Omar balbuceó alguna palabra justo cuando aquella mujer habló y le calló la boca con las suyas diciendo:

Sabía desde un principio que era yo y tan solo a mí, a quién querías, ve al cuarto, te tengo un regalito

Omar se sentía realmente cansado y aún confundido y solo porque aquella mujer le era muy familiar le hizo caso y se retiró a su cuarto donde se echó en la cama y se desvistió, olía un poco mal y prendió un ventilador que había en aquel lugar, le dio un poco de sueño y cerró a medias sus ojos.

Justo cuando estaba a punto de dormirse, entró aquella mujer al cuarto, se desnudó y empezó a sobar y besar a Omar.

Por más cansado que este estuviera, aquella mujer era demasiado candente y encendió toda la máquina de Omar, que con sus pocas energías fue un partícipe de su placentero juego, a cuyo término cayó profundamente dormido.

Omar se despertó de madrugada y le dolía bastante la cabeza, tenía la mente un poco más clara, y miró el techo de su habitación durante varios minutos, tenía a su lado a una mujer hermosa que aún no sabía quién era, pero el simple hecho de que fuese hermosa no le causaba mayor molestia.

Se levantó con cuidado, pero tropezó en la oscuridad y se golpeó con mucha fuerza el dedo meñique del pie con una de las bases de la cama, esto hizo que pronunciase un grito mudo, y sin darse cuenta volvió a tropezar, haciendo que perdiese el equilibrio, pero esta vez quebrando algún objeto en el suelo de un pisotón accidental.

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Omar había hecho mucho ruido y de inmediato pensó en que habría despertado a aquella mujer, pero esto no tuvo mucha importancia cuando se percató de los sonoros ronquidos y flatulencias que provenían de tan hermosa mujer que tenía un sueño realmente profundo.

Omar estaba sorprendido, pero reaccionó lo suficiente como para salir del cuarto y dirigirse al baño. Estando allí cerró la puerta con seguro, prendió las luces y se miró al espejo. Podía ver muchas magulladuras y raspones en su cuerpo, tal vez de una paliza o quizá de una caída cuyo fin haya sido el puente, se observó bastante y notó que empezaba a marcarse un moretón en su ojo izquierdo, algo así como la mancha que tienen algunos perros en el pelaje alrededor del ojo. Entonces hizo muecas frente al espejo y de un suspiro, ensució el vidrio del espejo con su aliento que olía a ginebra, ron, cerveza o quizá alguna mezcla extraña de alcoholes más tenues, esto le causó cierta repugnancia y se empezó a cepillar los dientes con mucha fuerza al mismo tiempo que se metió en la regadera con el fin de bañarse.

Pasado un par de minutos había finalizado su baño y salía de la regadera justo cuando un intenso dolor de barriga lo atacó haciendo que se sentara de golpe en el retrete a descargar todo el asunto. De alguna forma u otra, Omar estaba sintiendo los efectos posteriores de lo que algunos expertos denominan, una borrachera.

Omar lamentó haberse sentado en el retrete pues se acababa de bañar, pero varios minutos allí, le fueron provechosos pues su mente se iluminó y recordó lo que había sucedido.

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Resulta que Omar había estado saliendo con una chica que conoció en su trabajo hace algún tiempo. Empezó a cortejarla y a buscarla en su hogar ubicado en una popular barriada de la ciudad, allí se hizo conocer un poco por los familiares de aquella joven, una familia muy común pero cuyo padre nunca estaba presente y tenía una hermana gemela que a duras penas podría diferenciar.

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Tras un tiempo conociéndola, Omar fue invitado a una fiesta nocturna en la casa de aquella joven, donde pasó muy bien el rato, pero luego empezó a beber y llegó a emborracharse terriblemente.

Pasaron muchas cosas a partir de ese momento y una de ellas fue que Omar confundió a la chica que estaba cortejando con su hermana gemela a la cual besó y tocó con pasión.

Este hecho hubiese pasado desapercibido de no ser porque lo hizo en frente de su hermana, la cual furiosa empezó a proferir gritos quebrando cosas en medio de la fiesta y también por el hecho de que un joven separó a los dos desenvainando un revólver apuntando a Omar.

Justo en ese momento la música se detuvo súbitamente y la gente comenzó a refugiarse detrás de mesas, puertas, otras personas, y algunos gritos de miedo y ansiedad pudieron escucharse.
La hermana gemela se atravesó entre el arma y Omar, pronunciando unas palabras que conmocionaron la mente de Omar a pesar de su estado de ebriedad:

Basta, ¡papá!...

Fue ahí cuando Omar se dio cuenta de dos cosas importantes, la primera era que aquel joven malhumorado que había visto en la fiesta hace un rato atrás, sorprendentemente era el padre de las gemelas, un hombre joven pero que fue un papá adolescente hace algunos unos años y la segunda que el mismo joven era un terrible azote del barrio, vinculado con alguna banda delictiva o colectivo que probablemente iba a dejarlo tendido o muerto en el sitio por faltarle los respetos a sus hijas.

Omar desde el momento que le apuntaron el arma sintió mucho miedo, tanto que pensó por un momento que había evacuado sus intestinos. Omar pensó rápido y huyó. En su intento de escape se lanzó por una ventana y rodó colina abajo, golpeándose con cientos de escombros, cayó en una calle, observó un quiosco a lo lejos, corrió y se paró a reposar detrás de él.

Estaba realmente mareado y vomitó en el sitio. A pesar de que el quiosco estaba cerrado, una de sus puertas se abrió, parecía que vivía una señora allí y empezó a regañar a Omar, al ver el vómito que había ensuciado su negocio. Se molestó tanto la señora que le propinó una patada en el trasero tumbándolo encima su vómito, luego de ello empezó a golpear a Omar para que se levantará y éste como pudo lo hizo.

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Empezó a correr sin mirar hacia dónde iba y en eso se golpea con fuerza contra algún objeto cuadrado, se trataba de un poste de luz. El golpe lo aturdió tanto que perdió el equilibrio y se dejó caer y rodar por un terreno baldío. Sabía que había caído en algún lugar en aquella madrugada, pero todo estaba tan oscuro y como sentía que estaba en algún lugar acolchonado se durmió anestesiado por todo el alcohol que había ingerido.

Fue esto lo que recordó Omar en esos minutos sentado en el retrete. De repente la puerta del baño empieza a ser golpeada con suavidad y la sensual voz de la gemela dirige unas palabras a Omar:

¿No sabes qué le pasó a mi celular?... De repente tiene la pantalla rota, ¿qué extraño eh?...

Ahora Omar estaba en un triángulo amoroso con las dos gemelas y enemistado con una de ellas y con un ejército de delincuentes.

Fin