Hace siete años me encontraba en una encrucijada en la vida. Tenía 20 años, había comenzado mi carrera universitaria -licenciatura y profesorado en letras- y sentía un vacío que crecía en mi interior. Quizás estimulado por ciertas lecturas perturbadoras y existencialistas de la carrera, quizás por mi estado anímico golpeado por diversos motivos, la realidad es que no lograba amanecer feliz y motivado con ningún sueño, deseo u objetivo.

  En estos meses conflictivos de mi vida, en una charla con mi tío, me sugiere que comenzara a practicar yoga. Mi mente prejuiciosa siempre había asociado el yoga como una actividad que hacía la gente mayor para poder reducir los dolores que conlleva la vejez y la vida sedentaria, pero nunca había imaginado ni cerca lo que verdaderamente era el yoga. Con estos prejuicios comencé mis primeras clases. Incluso llegué a sentir verguenza los primeros días, porque la mayoría de las personas de la clase eran personas adultas y mujeres. De todos modos, me propuse probar al menos un mes completo sin faltar ningún día para poder experimentar los primeros beneficios de la práctica. Dicho y hecho. Logré superar el primer mes. En este punto del relato, me gustaría aclarar que el tipo de yoga que estaba practicando- y aún hoy practico y enseño- era el Ashtanga Yoga. A continuación unas breves líneas al respecto de este tipo de yoga.

Fuente: Orignial.

El Ashtanga yoga

  Es un tipo de yoga muy antiguo, sistematizado por el sabio Patanjali. Una buena pregunta que nos podemos hacer es: ¿Qué significa Ashtanga Yoga? Ashto, significa ocho en la lengua sánscrito; y anga significa anillo. entonces decimos que es el yoga de los ocho anillos, en donde anillo puede ser entendido como práctica o camino. Cada uno de los ocho anillos del yoga debe ser practicado por quien desea alcanzar el estado de yoga. En futuras publicaciones voy a hablar específicamente de este método del yoga, pero quería aclararles un poco qué fue lo que me motivó a hacer mi viaje a India. Dentro de estos anillos, el más conocido son las asanas, posturas que traen determinados beneficios físicos y mentales. Pero hay otros anillos desconocidos por la gran mayoría de las personar que son de total importancia para quien desea progresar en el yoga. Pero no me detengo más en estos temas, porque sino me voy del eje de mi viaje y experiencia en India que es el motivo por el cual llegaron hasta mi publicación.

   Les dejo aquí un link a mi página web donde explico mejor esta disciplina https://www.ashtangayoga-ignacioarreses.com/ (Textos y fotos de la página son de mi autoría)

Fuente: https://www.ashtangayoga-ignacioarreses.com/practica

El viaje iniciático

   Luego de cuatro meses de práctica ininterrumpida de yoga. Me había dado cuenta que esta disciplina eral lo que toda mi vida había estado esperando. La ansiedad ya no me gobernaba, mejoré mi dieta comenzando a comer alimentos más naturales, verduras frutas, me volví vegetariano para comprobar si era cierto que las asanas salen mejor con una dieta basada en frutas cereales y vegetales, dejé de ver a ciertas personas tóxicas que no me hacía bien y lo más impoortante es que comencé a ser más consciente de mi propia vida y de la propia capacidad de estar conciente sin que la mente me estuviera diciendo constantemente qué hacer. Y cuando comencé a nadar por las profundidades de la simple y hermosa conciencia lúcida, supe que mi vida había cambiado para siempre.
  Nació en mi el deseo de ir a las raíces de la tradición yóguica. India. Tierra de sabios, despojados de deseos, desapegados de los objetos materiales y no tanto. Luego de esta revelación, enfoqué todas mis energías en hacer posible este viaje. Yo soy de Argentina, y como muchos latinoamericanos saben, económicamente siempre está difícil la situación en mi país. Tuve que ahorrar durante meses, para poder pensar en comprar un vuelo a India. Seguí practicando yoga religiosamente cada día, seguí ahorrando durante más tiempo, hasta que me fue posible comprar un ticket de vuelo. Elegí la empresa Lufthansa porque tenía vuelo directo hasta el lugar de India en donde estaba la escuela de yoga que había elegido para profundizar mis estudios y vivir esta increíble experiencia.
  Y llegó el día que partía mi avión hacia estas tierras desconocidas. Nunca antes había viajado tan lejos de mi tierra natal. Sentía vértigo, ansiedad, felicidad, miedo e incontables emociones de dejar atrás toda la seguridad del hogar, la familia, las amistades y mi pareja. Tanto esfuerzo durante meses, tantas ocasiones de no haber salido a la noche mientras todos se divertían para poder hacer mi práctica de yoga en la madrugada temprano- que es la mejor hora para prácticas meditativas y espirituales según los rishis, sabios de la India. Pero era el momento de despegar. Tomé el último café con leche y medialunas con mi familia en el aeropuerto internacional Ministro Pistarini en Ezeiza y me despedí de ellos en la puerta de embarque.
  Y el avión ya encendía sus turbinas, y la aceleración se transmitía a mi cuerpo y mente. Cada átomo de mi ser se predisponía para dicha aceleración y con ella dejaba atrás prejuicios mentales y emociones que me habían sometido durante años a sufrir sin sentido alguno, y la esperanza en el nuevo aprendizaje llenaba mi ser y me alegraba a cada instante. Y ya las ruedas de la nave se despegaron del suelo, y yo sabía que no iba a ser el mismo que de ese entonces cuando volviera a aterrizar en esa pista luego de tres meses en India.

Continuará ...

Fuente: original.

Prof. Ignacio Arreses.-