Perdidos en un mar de hielo
El mar de hielo, de C. D. Friedrich, Museo Kunsthalle de Hamburgo
Un día frío como el de hoy me evoca, quizá alentado por la enfermedad, este famoso cuadro del pintor romántico alemán Caspar David Friedrich.
El mar de hielo, un paisaje sobrecogedor que nos muestra que, cuando la naturaleza decide mostrarse con toda su crudeza, el ser humano debe agachar la cabeza y asumir quién es más fuerte. Aquí, su presencia es prácticamente engullida, asimiliada dentro del entorno helado y agreste, de esa panorámica llena de líneas quebradas que se alzan al cielo como gélidas ciudadelas solitarias, como aquel famoso refugio donde Supermán buscaba la soledad.
Y aunque pensemos que no, que en realidad el Ártico se está derritiendo, que la humanidad es la que se impone, la naturaleza estará ahora mismo negando condescendientemente con la cebeza, mientras se prepara, con ojos tristes, para darnos nuestro bien merecido castigo.
A mi el cuadro me recuerda las montañas de la locura de Lovecraft. Lo Antártico y lo Ártico se mimetizan.
He leído otros relatos de H.P.L. pero no esta novela. Ahora tendré que subirla en el ranking de libros de la mesilla de noche.
Te la recomiendo sin duda. Y también las otras dos de esa Trilogia de los Hielos que forma con Arthur Gordon Pym de Poe y La Esfinge de los Hielos de Verne. Tres grande autores unidos por el misterio antártico.
La naturaleza nos mostrará nuestra verdadera altura, que no es tanta como nos creemos.
Y no hará falta que nos empuje, porque ya nos sabemos tirar nosotros mismos al pozo.
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