La Manzana.

Esa noche llegamos tarde de la playa. No llovía desde hace semanas y casi no había peces en el mar, por lo que los pescadores le estaban haciendo una petición a la Virgen del Valle -virgen de los pescadores- para la buena pesca.

©Silvio Loreto Cuenta de Instagram

En la puerta de la casa estaba una pequeña visitante. Matarla no era una opción, así que se decidió llevarla a los matorrales cercanos, bajo la premisa de que a la naturaleza va lo natural. Resulta que la serpiente buscaba refugio. Más tarde, de madrugada, cayó un palo de agua (llovizna) fortísimo que abría puertas y ventanas. En un momento tuve que sujetar las dos puertas del cuarto en donde nos quedábamos ya que no había piedra que resistiese la fuerza del aire, me sentí en un cuento. A la hora los vientos huracanados se calmaron, pude volver a dormir.

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La incitadora del pecado original se redimió esa noche, no hizo más que advertirnos de los vientos que se aproximaban por la costa. Sin embargo, la apartamos de la casa, un refugio que también la protegería a ella del desastre que probablemente no la dejó dormir...o mucho peor.

Bajo el efecto de los prejuicios cometemos errores que en principio nos parecen la mejor de las opciones, perjudicando a seres que solo buscaban protegerse, que escapaban de algo o que simplemente querían redimirse.