Evolución de las Letras Afroamericanas:

in #spanish6 years ago (edited)

Evolución de las Letras Afroamericanas: De “Déjale todo a Dios” a “Deja a Dios fuera de (casi) todo” (Parte I).

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Saludos, gente de Steemit. Continuando con mis posts sobre Literatura Afro Americana, me gustaría compartir con ustedes algunas nociones de algunos escritores que siguieron los pasos de Phillis Wheatley para consolidar la primera ola de literatura escrita por negros norteamericanos, la mayoría de ellos nacidos en esclavitud.


La religión va a jugar un papel clave en el proceso de humanización y visualización de los méritos intelectuales de los afroamericanos. Desde el tedioso fervor de Jupiter Hammon, pasando por la teología de vuelta-a-África de John Marrant, hasta la posición condescendiente de separados-pero-iguales de Booker T. Washington, los afroamericanos van a apropiarse de la religión del hombre blanco para reclamar su derecho a ser considerados humanos y ciudadanos. En algunos casos, sus acciones u omisiones van a perpetuar su condición de subordinados, en otros van a subvertir el orden establecido, causando eventos revolucionarios.

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Desde 1773 hasta principios del siglo 20, los afroamericanos van a participar en los principales géneros literarios de su tiempo, como la poesía, los ensayos o conferencias, los sermones, y las novelas sentimentales. En el proceso, crearán nuevos géneros, como las narrativas o relatos de esclavos, los cuales contribuirán, más que ningún otro, a denunciar las atrocidades de la esclavitud y fomentar la causa de la libertad, la igualdad y la búsqueda de la felicidad (principios consagrados en la constitución norteamericana, pero negados a las minorías desde el nacimiento de la república). Ningún otro género literario va a ser más efectivo en desnudar las contradicciones e inmoralidades de la América blanca de los siglos XVIII y XIX.

Cambios teológicos y ontológicos en la Poesía afroamericana:

Aunque publicó una década antes que Phillis Wheatley se diera a conocer, la poesía de Jupiter Hammon (1711–1806?) no tuvo el mismo impacto en el desarrollo del género o en la exaltación de la raza negra. En mi opinión, su poesía era demasiado piadosa e interesada en la conversión y la fe en el papel redentor Jesús. Para Hammon, “Solo Dios puede darnos paz;/El hombre no tiene el poder para ello.” Aunque estaba implícito en su poesía que el cultivo de la virtud le correspondía tanto a blancos como a negros, hay muy poco que extraer de sus poemas en lo que respecta a imputaciones directas por la inmoralidad de los blancos al perpetuar la esclavitud. Quizás por eso la poesía de Hammon no está incluida en la Antología de Literatura Afro Americana editada por Henry Louis Gates Jr. Sus poemas y sermones sirvieron más como propaganda blanca y adoctrinamiento, dejado de lado el arte, la imaginación y la conciencia racial.
Sin embargo, el mérito de Hammon reside en haber sido el primer afroamericano en ser publicado en los Estados Unidos. Su poema “Un pensamiento nocturno…” fue publicado en 1761.

Querido Jesús ante Tí rogamos,
Y elevamos nuestro Lamento:
Oh deja que nuestras Oraciones asciendan a las alturas;
Sentimos tu Salvación.
Señor cambia nuestras Almas oscuras e ignorantes;
Danos la Señal verdadera,
Y permite que los Corazones de todo el Mundo,
Hagan de Cristo su Salvación.

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No mucho cambia a lo largo de las casi 90 líneas de este poema o en toda su obra. Algunos años después de la publicación de los poemas de Wheatley, Hammon publica un llamado a Phillis Wheatley donde le recuerda, haciendo eco de la propia poesía de Wheatley, que fue la misericordia de Dios que la trajo de su tierra pagana y que ella debía evitar desviarse en los caminos del pecado (aludiendo los sentimientos ambiguos de Wheatley hacia el Cristianismo, como lo he explicado en previos posts):

Ven tú, Phillis, aspira ahora,
Y busca al Dios vivo,
Para que paso a paso puedas ascender,
Hasta la perfección en el mundo.
[…]
Tú, Phillis, cuando hambre has sentido,
O has anhelado tu Dios;
Jesucristo es tu consuelo,
Tu cuentas con su santa palabra.

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La postura sumisa de Hammon es más evidente en sus sermones. Su famoso “Discurso a los Negros del Estado de New York” (1786) habla por sí mismo:

“Yo publiqué varías piezas [en Hartford, Connecticut] que fueron bien recibidas, no sólo por aquellos de mi propio color, sino por numerosos blancos, quienes pensaron que podrían hacerle bien a sus sirvientes.”

Creo que sería más probable que ustedes escucharan lo que se dice, cuando saben que viene de un negro, uno de su propia nación y color, y que por lo tanto no puede tener ningún interés en engañarlos, o en decirles algo, excepto lo que él realmente cree de su interés y obligación cumplir.

Hammon le ofreció a su audiencia de hermanos esclavos tres “detalles”, que deberían ayudarlos a llevar su esclavitud con fortaleza y orgullo: obediencia a sus amos, honestidad, y lealtad.

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Aunque Hammon reconoce el valor y la grandeza de la libertad, consideraba que podía ser algo bueno para los jóvenes (“si la alcanzamos honestamente, y por nuestra buena conducta”), pero los esclavos viejos no sabrían que hacer con ella; habiéndose acostumbrado a cuidar de sus amos, no sabrían cómo cuidarse ellos mismos. Liberarse de la esclavitud terrenal no debería ser su prioridad, argumentaba Hammon. La libertad espiritual, la conversión, era más importante. Igualmente, los emplazaba a aprender a leer, pero la Biblia era para Hammon el único libro que valía la pena leer. “Leer otros libros no les haría bien. Pero la Biblia es la palabra de Dios, y les dice que deben hacer para complacerlo.” A pesar del dolor y la tribulación de la esclavitud, Hammon encontraba consuelo en la idea de la felicidad después de la muerte y el reino eterno al lado de Cristo (y de sus amos, si ellos eran cristianos, ¡como en efecto lo era la mayoría!).

Hammon sí dice algo que vale la pena rescatar, cuando al final de este sermón se dirige a los negros libres. Los invita a vivir una vida decente, basada en la santidad, el trabajo duro y la honestidad. Vivir de otra manera haría más daño a la causa de aquellos aún en servidumbre que ninguna otra cosa, ya que perpetuarían las estereotípicas excusas usadas por los blancos para negarle a los negros su libertad: que eran flojos y no serían capaces de cuidarse ellos mismos y que se desviarían del camino del bien y sucumbirían ante los vicios. Esta advertencia aún causa disputas entre los afroamericanos cuando se toca el sentido de la obligación y responsabilidad que tienen aquellos más privilegiados en proveer modelos para que los más desposeídos los imiten o aspiren a ser como ellos (sin añadir leña al fuego de los prejuicios).

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Cuando comparamos la simplicidad sumisa y el tono de Hammon con el de Wheatley, podemos ver por qué ella se crece en este grupo de primeros escritores negros. Tendremos que esperar hasta la poesía de George Moses Horton (1797?-1883?) para ver las ideas de Wheatley llevadas al siguiente nivel.

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Escribiendo sonetos y baladas, Horton se distanció del estilo poético europeo contemporáneo al hacer de la contradicción entre su naturaleza poética y su condición de esclavo el centro de su obra. Nació esclavo en North Carolina y obtuvo su libertad al finalizar la Guerra Civil (1865); tenía casi 70 años de edad. Aprendió a leer por su cuenta y a temprana edad ya estaba consciente de su sensibilidad artística. Incluso se convirtió quizás en el primer escritor negro en ganarse la vida con su poesía, a pesar de seguir siendo esclavo. Escribía “poemas de amor por encargo para estudiantes deseosos de pagar entre veinte y cinco y setenta y cinco centavos por poema, dependiendo de la extensión y complejidad” (Gates 190). A cambio, el también recibía libros de los autores ingleses clásicos, los cuales, a su vez, contribuyeron al desarrollo de su estilo. Sus primeros poemas fueron publicados en 1828. Al siguiente año su colección de poemas, La esperanza de la libertad se convirtió en el único libro de poesía escrito por un afroamericano desde Wheatley.
La poesía de Horton abarca desde la América antes de la Guerra Civil hasta la América de las post Guerra y refleja la visión que tenían los afroamericanos en relación al daño que la esclavitud le haría a la Unión si no era abolida. También abarca desde el dolor personal narrado en El adiós del amante (1829) pasando por el dolor colectivo de División de una propiedad (1845), hasta la percepción retrospectiva de pasado y futuro, condicionado a la preservación de las libertades personales y políticas en George Moses Horton, yo mismo (1865).

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Una de las experiencias más traumáticas en la vida de los esclavos tenía que ver, no tanto con el trabajo duro o el castigo físico, lo cual, como lo han documentado muchas voces, era tolerable al final. Lo que era inaguantable era la pérdida de los seres queridos; la separación abrupta; la imposibilidad del amor libre; la tragedia inextricable de servir a y ser desechado por el capricho de un amo (o incluso de una ama). Horton encapsula en El adiós del amante el drama de revelar un interés amoroso, perderlo, y/o correr detrás de este.

Y tú, amor, ¿revelarás mi alma,
Y todos mis pensamientos secretos traicionarás?
Yo luché pero aferrarme a tí no pude,
Mi corazón echa a volar contigo al fin.

Esta tragedia también evoca la renuncia a los hijos, un motivo ubicuo en las narrativas de esclavos, tanto por autores negros como blancos.

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Abandono a mis padres aquí,
Y a todos mis amigos—al amor he renunciado—
Causa pena irse, pero quedarse es morir:
Adiós—me voy y me llevo el amor!

Como podemos ver, Horton añade el elemento emocional y la clara denuncia de una realidad que escritores anteriores a él habían tratado sólo eufemísticamente. La idea de que la esclavitud era tan buena como la muerte era una noción revolucionaria (viniendo de un escritor negro); una idea que muchos escritores contemporáneos, como Toni Morrison, revisitarán y representarán para los lectores modernos de manera más desgarradora.
En el poema División de una propiedad (1845), Horton juega con los sentimientos ambivalentes de los esclavos hacia la lealtad y dependencia de los amos blancos. Se burla del caos producido por la muerte de un dueño de plantación o el cambio de manos de la propiedad, siendo los esclavos un artículo más.

[…]Las bandadas y manadas,
En triste confusión, ahora corren de un lado a otro,
Y parecieran preguntar, alteradas, la razón por la cual
Ellos ahora están postrados.

El poema también apunta a la posibilidad de revolución o emancipación, en cuyo caso, Horton—como los escritores de la Guerra de Independencia—está consciente de las divisiones internas entre los esclavos y el temor al posible fracaso de emancipación.

El día de la separación está al alcance;
La imaginación levanta sus cortinas sombrías,
Como manteles nocturnos a la huida del día,
A través del cual espiamos el tembloroso pináculo,
Sobre el cual debemos levantarnos pronto con sonrisas esperanzadoras,
O aprehensivos ceños fruncidos; para balancearnos
Por siempre a la derecha o a la izquierda.

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En “George Moses Horton, Yo mismo” (1865), Horton recuerda tiempos pasados y lamenta las limitaciones que la esclavitud impuso a su inquieto talento.

Me siento en la necesidad
Del linaje inspirador de la sabiduría antigua,
Elevar mi corazón, alimentar mi mente vacía,
Y explorar todo el mundo.

Sé que estoy Viejo
Y nunca podré recuperar el tiempo pasado,
Pero para el futuro quiera que se revele una luz
Y se remonte desde la onda expansiva del pasado.

Horton emite lo que pudiera considerarse una declaración de independencia intelectual, que debería ser adoptada por todos los amantes de la libertad.

Me siento decidido a tratar,
Mi deseo probar, mi vocación buscar,
O escalar hasta las alturas desde la tierra,
Para mostrar lo que el Cielo puede hacer.

Así, el cielo se convierte en un escenario más humano, más accesible al intelecto del hombre, menos confinado a la conversión y la devoción espiritual (con todas las limitaciones que eso implica). Es el deber, entonces, de los inquietos intelectuales y artistas negros, abrir sus alas y cantar canciones no sólo localmente, sino “de un mundo a otro.”
Finalmente, con Frances Harper (1825-1911) legamos a un nivel de combatividad que ha de servir de base para ideólogos negros más radicales, a pesar de la coexistencia con voces más moderadas. Harper es probablemente la escritora afroamericana más versátil y prolífica del siglo 19. Publicó cuatro novelas, varios volúmenes de poesía, cuentos, ensayos y cartas. Además de esto, Harper fue educadora y miembro activa de movimientos sufragistas y temperantes, y, en 1853, renunció a la enseñanza para dedicarse al movimiento abolicionista (Gates 409).

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Fue aclamada por abolicionistas blancos y negros, como William Lloyd Garrison y Frederick Douglas, y se comprometía a intensos horarios de conferencias a lo largo del país. Mucho había cambiado, obviamente desde los días de Phillis Wheatley. En la víspera de la Guerra Civil ya no tenía caso que los escritores afroamericanos se autocensuraran y, a pesar de la persecución y los riesgos a los que se exponían, los escritores como Harper invirtieron todo su talento y energía en una causa que, lejos de lo que Hammon argumentaba menos de un siglo antes, necesitaba la participación activa de las personas más que la creencia ciega en la divina providencia.

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De su poesía previa a la Guerra Civil, podemos ver una aguerrida Harper abolicionista y feministas. También podemos ver un cambio en la teología que mueve esta generación de escritores afroamericanos. Dios deja de ser terrible y tolerante de la condición de los negros. Dios ya no es vengativo, sino justo. Dios, si es que se menciona, está del lado de los negros y de su causa. Como lo habían argumentado años antes escritores como Equiano (sobre él escribiré en más detalles en los próximos posts), los negros empiezan a verse como los escogidos. Empiezan a verse en la Biblia, no como los esclavos que Hammon aconsejaba ser, sumisos, trabajadores, y fieles; sino como los israelitas: esclavos que estaban a punto de ser liberados y tenían el derecho de exigir su libertad por todos los medios necesarios. Los blancos empiezan a parecerse a los egipcios (y ya sabemos lo que le pasó a Faraón y a su gente).

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En Etiopía (1853?), leemos a los negros rogando, extendiendo sus manos ensangrentadas hacia “el trono ardiente de Dios”:

El yugo tirano de su cuello,
Sus grilletes de su alma,
La mano ponderosa de Dios romperá
Y rechazará el vil control.

Vemos un Dios humilde que se “inclina” ante la “aflicción” de los negros y compensa por todos los males causados. Esta reversión en la posición de los fieles en relación a Dios es una interpretación osada de la Biblia. Aquellos que han sido agraviados por los hombres, e incluso por Dios mismo (El tiende a olvidarse de Su gente en formas humanamente descuidadas), no tienen que arrodillarse, inclinar la cabeza y aceptar el castigo. Por el contrario, ellos exigen y esas demandas, justas como son, serán atendidas.
Pueden imaginar el efecto que una literatura como esta tuvo en las mentes de los lectores negros. La Guerra Civil será vista, hasta cierto punto, como un castigo por la terquedad e iniquidad de los blancos.
En Eliza Harris (1853), Harper usa un evento ocurrido en Cincinatti, Ohio, el cual fue usado también por Harriet Beecher Stowe en su novela, La cabaña del Tío Tom, para dramatizar el escape de una madre y su hijo quien, con la ayuda de Dios, pero gracias a su determinación y coraje, logra su libertad. Ellos huyen de una tierra donde es un crimen ser negro; “Donde el cautiverio y la tortura, donde los azotes y las cadenas/Han salpicado manchas indelebles en nuestra bandera.”

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Finalmente, en La madre esclava (1854), Harper hace que el lector oiga los alaridos de una mujer desesperada cuyo hijo es vendido por “manos crueles”. Ella hace que los lectores vean las manos apretadas, “la cabeza inclinada y débil—/el temblor de la figura frágil,” y el espantoso y sombrío rostro de la madre. A diferencia del poema de Wheatley (On Being Brought from Africa to America), no hay aquí un sentido de esperanza; o de agradecimiento por una conversión futura que pueda traer paz y consuelo. Sólo hay dolor desgarrador:

Ellos lo arrancan de los brazos que lo arropan,
Su último y tierno abrazo.
Oh! Nunca más podrán sus tristes ojos
Contemplar su cara afligida.

No sorprende, entonces, que estos gritos amargos
Molesten el aire que escucha;
Ella es una madre, y su corazón
Se está desgarrando de desesperación.

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La contribución de estos escritores y muchos otros, junto con abolicionistas blancos, van a exacerbar las tensiones políticas en torno a la “peculiar institución” que los Padres Fundadores (Washington, Adams, Jefferson, Madison, Monroe…) encontraron tan difícil eliminar. En los años que siguieron la inevitable Guerra Civil, la vida de los ahora emancipados negros no será para nada mas fácil, pero sus ahora emancipadas mentes sólo se volverán más agudas, más creativas, apasionadas, e irreverentes.

En la próxima parte de este post, examinaré los ensayos y discursos que aportaron su cuota para el desarrollo de la literatura afroamericana durante este periodo.

Gracias por su visita. Sus comentarios, como seimpre, son más que bienvenidos!


Obras Citadas o Consultadas
• Gates Jr., Henry Louis and Nellie Y. McKay. Eds. The Norton Anthology African American Literature. Norton. New York, 1997.
• Hammon, Jupiter. Address to the Negros in the State of New York. Carroll and Patterson: New York, 1787. Electronic Text in American Studies. University of Nebraska—Lincoln.
• ---. Poems. Poemhunter.com. 2012.
• Harper, Frances E. W. Selected poems. In The Norton Anthology African American Literature. Norton. New York, 1997. (408-36).
• Horton, George Moses. Selected poems. In The Norton Anthology African American Literature. Norton. New York, 1997.
• Wheatley, Phillis. The Collected Works. Ed. John Shields. Oxford UP: Oxford, 1988.

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Otra magnífica labor tuya, @hlezama, al hacernos un acercamiento a la Evolución de las Letras Afroamericanas y recrear los inicios de la búsqueda intelectual para la libertad de la raza negra en norteamérica.
Es un gran gusto leer tus didácticos ensayos. Saludos.

Gracias por tu lectura y comentario, mi estimado, @oacevedo.

Excelente trabajo, @hlezama. Gracias por condensar para los menos avisados la evolución de esta magnífica rama de la literatura norteamericana.

Siempre un gusto contar contigo como lectora. Pensando en ustedes, el esfuerzo por contribuir con textos "avisadores" :)

Encomiable labor de estudio y difusión haces con estos posts de mucha calidad intelectual, que nos permiten informarnos, con tu criterio avezado, de la evolución de la literatura afroamericana. Pendiente de los siguientes. Saludos, @hlezama.

Gracias por tu lectura y comentario. Creo que todos estamos aprendiendo de todos. Ha sido lo mas enriquecedor de formar parte de Steemit.

Excelente trabajo,@hlezama. Esas voces son importantes y únicas. Exclente trabajo. Increíble que aún bajo el yugo, algunos lograron aprender a escribir y, en efecto, escribir sobre su vivencia.

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