Sal
Puede que haya lugares repletos de sal. El mundo todo está lleno: la tierra, los mares, los cuerpos. Hay que probar las cosas y darse cuenta por sí mismo.
Aunque bien pudiese ser SAL, es decir, el imperativo de abandonar, desocupar, salir:
sal de aquí sal de mi vida, sal por la puerta trasera.
Las salidas son tanto simbólicas como encarnación de la materialidad. Podemos no solo verlas, sino también presenciarlas en la majestad del peligro de muerte en el terremoto, en el incendio.
“La sal de la tierra” dice un texto religioso, seguramente los herejes pueden decir lo contrario.
Cómo poder escapar de probar la sal del mundo. Los comunes denominadores del gusto son enteramente tangibles, materiales, como ya hemos dicho, sin embargo, puede haber una experiencia similar transcorpórea. Lo más parecido, el sueño, puede que sea tan vívido que esté cargado de todas las dimensiones de los sentidos.
Problema. Aún no recuerdo el primer sueño “salado”, literalmente.
La metáfora podría usarse como adjetivo y describir un mal suelo, sin embargo, este no es el caso. “La sal de los sueños”, como correlato de opción a la sal de la vida o la sal de la tierra o la sal de los muertos. A ver, practiquemos:
Sal de la ausencia
Sal de los abismos
Sal de los caminos
Sal de las gentes
Sal de los dioses
Sal de las montañas
Sal de los horizontes
Sal de los árboles
Sal de la angustia
Sal luminosa
Sal de los días de oro
Sal de la posibilidad
Sal de los altares
Sal del futuro
Sal del porvenir
Sal incuantificable
Sal para espantar
Puede que no cese, porque si bien una palabra puede ser limitada, los usos de las palabras son ilimitados, así se nos muestra la sal cotidiana. Tantos minerales para el alimento como la sal de los imperativos. Incluso: sal como artículo, invirtiendo su orden silábico: LAS, gran designación de un plural femenino, todavía más amplio, con los límites que solo puede dar la capacidad de seguir nombrando.
Solo la muerte, la finitud de un cuerpo puede impedir que siga exprimiendo una palabra hasta el infinito.
A menos que la obra, la palabra, como sujeto en reposo sea revivida y reescrita por los que la encuentran y la decodifican en su lectura interior, mental, y así se va conjurando el mantra para salir, es decir:
sal del olvido,
sal de la oscuridad,
sal de la luz,
sal
hasta aquí.
Nos leemos mañana.