Poros

Puede que los poros parezcan huellas

Respirar es un acto que realiza todo el cuerpo. Expiración e inspiración tomándolo todo. El contexto entra y sale de los cuerpos.

De la misma manera la constitución de nuestra subjetividad es configurada. Entran y salen: símbolos, palabras, presencias.

No es el/los poros el cauce final. No. es el dispositivo del sopor del espíritu. Aquí viene la digresión (como estilo).

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El poro olisquea y busca. No sé exactamente qué, pero busca. Solo él sabe qué está en su brújula animal. Solo su trufa puede conducirlo al objeto del deseo, puede que lo alcance como puede que no, y ya sabemos hacia dónde nos llevan los deseos, a cumplirlos, como a anhelarlos o verlos enclavarse en la división de lo irrealizable.

Busca el poro olfativo de mi primo mamífero cuadrúpedo el poro de las otras cosas que se delatan a sí mismas por el mero hecho de existir.

– Yo me ocuparé de la cantidad, se escucha al fondo, tú, existencia, ocúpate de la calidad. Existencia resonante de las entradas y salidas del mundo. De los conductos y ranuras y reversos.

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Puede que cantarle a los poros nos alegre (¿?)

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El poro, su naturaleza predecible, es decir, que excreta como si se tratase de una exclusa que a veces se abre o cierra –nunca a voluntad– por un complejo mecanismo necesario.

Hay espigas que nacen de los poros, se extienden como una planicie sembrada. Dorados en un caos, oscuros en otros, como maravilla del mundo de adentro.

El poro, los poros nos recuerdan: hay humanos que han pasado mucho tiempo descubriendo el mundo, mundos. El espacio exterior y nosotros somos testigos de lo poco que se han dedicado al espacio interior, al territorio todavía inexplorado, no visitado de nuestro establecimiento mínimo.

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Nos leemos mañana.

@hipertextual

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El collage que acompaña este texto es obra del autor