Cine | The Square: el arte como burla y la burla del arte

hiest (28)in #spanish • 7 years ago

El cine de Ruben Östlund (Suecia, 1974) es necesariamente incómodo y es precisamente esa incomodidad la que atrae y repele a sus espectadores. Aunque sea antitético, es en esa paradoja en la que reside la genialidad del sueco, que se alzó con la Palma de Oro (Palm d'Or) en la pasada edición del Festival de Cannes, por su última producción, The Square.

¿El arte le habla a las sociedades del presente? ¿Puede una obra, por excelsa y artísticamente trascendental que sea, alcanzar a las hordas de individuos alienados ante una pantalla? ¿No son justamente los intentos por superar ese entumecimiento ontológico el alimento perfecto para la vacuidad, la pose, la forma sin el fondo que se regodea carcajeándose en el vacío de la superficialidad postmoderna?

Östlund no da una respuesta clara sino que, por el contrario, se contenta con apretar el dedo en la llaga. Estas preguntas parecieran no merecer tanto una respuesta como una buena dosis de ejercicio lúdico, un divertimento que, por serlo, no deja de ser relevante.

Christian (Claes Bang) es el recién contratado curador de un museo de arte contemporáneo de Estocolmo. Su mayor reto no es el artístico, confiesa Christian en una de las primeras escenas de la película a Anne (Elisabeth Moss: Mad Men, The Haindmaid's Tale), sino encontrar el financiamiento para comprar las piezas que el museo expone como el "arte de ahora". El comentario, se hace en medio de una de las galerías repleta de montículos de tierra organizados proporcionalmente por toda la habitación y coronados por un título de neón que refulge a espaldas del entevistado y que reza: "YOU HAVE NOTHING".

En efecto, Christian no tiene nada. O al menos nada que decir sobre el arte al que se dedica. Entonces, no son propiamente las obras las que ocupan el escenario central en el filme de Östlund (como por ejemplo ocurre inversamente en Museum Hours (2012), de Jem Cohen), sino el sinfín de vanalidades personales y profesionales de los personajes que orbitan en torno a ellas.

La trama se irá desarrollando a partir de situaciones generadas por una comedia absurda que se extienden hasta la desesperación. Una entrevista incómoda, un perfomance extremo y una ridícula venganza que basculará entre el frenesí y la cobardía serán el motor argumental de la película, una producción amarga, que satiriza y desafía el esnobismo imperante en torno al "arte que es arte porque sí", a las pretensiones estéticas que camuflan su oquedad con un discurso de propuesta irracional, que en realidad es irrelevante.