Relato de un náufrago, un reportaje que fue novelado por el famoso escritor colombiano Gabriel García Márquez

halakm (25)in #spanish • 7 years ago

Hola a todos los amigos de la comunidad de Steemit, reciban un cordial saludo desde mi tierra natal Venezuela, quiero comentarles acerca de una novela que leí cuando tenía aproximadamente 15 años, de la que tuve conocimiento a través de un amigo de la infancia Alfredo Rodríguez. Hacíamos un viaje en familia a una isla que se encuentra dentro del Parque Nacional Mochima situada en el estado Sucre llamada “El Tigrillo”, en una lancha de nombre Ruth que pertenecía a un compadre de mis padres Sr. Miguel Martínez (fallecido en Diciembre 2017). Como dato curioso ese día empezó a llover muy fuerte en la travesía, fue allí cuando Alfredo nos hizo mención a esta novela, gracias a Dios llegamos todos bien a nuestro destino. Esta novela se basa en la historia de Luis Alejandro Velasco quien era tripulante del destructor A.R.C. Caldas que había estado en Mobile, Alabama (Estados Unidos) , la cual estaba siendo sometida a reparaciones.

El 28 de Febrero de 1955, ocho miembros de la tripulación cayeron al agua, entre ellos Luis Alejandro Velasco, siendo este el único superviviente, los otros siete perecieron ahogados. El gobierno del dictador colombiano Gustavo Rojas Pinilla atribuyó el accidente a una tormenta en el Caribe, pero nunca hubo tal tormenta. La verdad era que, pese a pertenecer a la marina colombiana, el buque transportaba mercancías de contrabando (básicamente, electrodomésticos). En un bandazo por el viento en la mar gruesa, se soltó la carga mal estibada en la cubierta y cayó al mar, arrastrando consigo a los ocho marineros. La denuncia supuso la clausura del periódico El Espectador, la caída en desgracia del marino y el exilio de Gabriel García Márquez en París.

El destructor Caldas y su tripulación habían pasado ocho meses en el puerto de Mobile, Alabama, con motivo de las reparaciones que se efectuaban en el buque. Como presume el tópico, el marinero Velasco repartía su ocio entre su nueva novia, Mary Address, y diversos métodos para matar el tiempo con sus compañeros, como las broncas a puñetazos o las salidas al cine. Viendo la película El motín del Caine, los marineros colombianos experimentaron cierta inquietud ante las escenas de una tempestad. Como si de una premonición novelesca se tratara, Velasco albergaba recelos sobre el inminente regreso del destructor a su base en Colombia.

Tras sobrevivir a una tempestad durante el séptimo día de deriva, Velasco afirma: "Después de la tormenta el mar amanece azul, como en los cuadros". Con el registro eficaz del periodismo, reconstruyendo la odisea del marinero, Gabriel García Márquez se esfuerza precisamente en hacer verosímil una realidad que de tan asombrosa y terrible pudiera parecer imaginaria. Los esfuerzos del escritor colombiano por devolver al mundo de la ficción lo que a priori es poco verosímil fundamentan su estilo.

Lo que me sorprendió de esta historia, es el apego a la vida del ser humano, aún cuando se encuentra en las condiciones más adversas, ya que según contó el mismo Velasco, estuvo a la deriva en el mar durante 10 días. A medida que se lee el relato, se detallan datos muy interesantes, como el de tener que beber agua salada para calmar la sed, e incluso tuvo que pelear con un ave por un pescado, todo esto aunado a las inclemencias del sol.

Si insólita resulta la aventura del náufrago, también lo es su final. Cuando, después de diez días a la deriva, la balsa arribó a la costa colombiana y Velasco vio tierra, aún tuvo que alcanzar la playa a nado para no estrellarse contra unos acantilados; tuvo que luchar contra las olas que le devolvían al mar, tuvo que contar su historia a campesinos desconfiados que no conocían la noticia del naufragio, y durante dos días soportó que le trasladaran en una hamaca como una atracción de feria por territorios agrestes, hasta que por fin le vio un médico y le permitió comer normalmente. Condecorado primero por el presidente de la República y caído luego en desgracia tras revelar la verdad a El Espectador, hizo bastante dinero con la publicidad, se arruinó y acabó trabajando como oficinista en una empresa de autobuses.

En tierras colombianas fue recibido como héroe, e incluso fue besado por reinas de belleza en su tierra natal.