El retorno más difícil.
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Todos los venezolanos, que actualmente residen en el país, saben lo difícil y tedioso que resulta viajar en transporte público. Las colas interminables en los terminales, el poco transporte, las fallas en las vías, la inseguridad -y demás factores- logran que viajar cause todo menos placer... Por eso el día de hoy les voy a contar lo absurdo que fue mi retorno a Maracay el fin de semana y -con un poco de humor- recrearé lo que fue el viaje más largo que he hecho en mi vida a un lugar para nada lejano.
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La noche anterior me quedé hablando y bailando con mi mejor amiga hasta las dos de la mañana y, como podrán imaginar, no fui capaz de pararme a las 4am como había planificado. De ese modo el plan se fue por el caño y yo terminé saliendo de la residencia a las 9am con la convicción de que Dios aún me iba ayudar pues en algún lugar del mundo si era de madrugada y eso le podía dar un poquito de efectividad al dicho... Algunos dirán que eso fue un auto engaño pero yo prefiero llamarlo ¡optimismo ciego!
Estaba muy emocionada por ir a mi casa; tenía más de un mes y medio sin ir y de verdad extrañaba a mi familia. Así que -a pesar de la hora- salí con mucha energía y buena actitud. Me paré en frente de la residencia a esperar un bus que me dejaría en la redoma de Hoyo de la Puerta en donde ¡se supone! agarraría un autobús hacía la estación de metro Coche y luego de allí me iría a al terminal de "La bandera". Lo cierto es que pasé 40 minutos esperando la camioneta para llegar al primer punto y lo más bonito de todo es que mi paciencia seguía intacta.
¡Por fin! Después de un largo rato llegó el bus y me dejó en la redoma... Allí pasé 1 hora más esperando otro autobús que nunca apareció por lo que decidí irme a la autopista y esperar allí el bus de Maracay así me tocara irme de pie.
Llegué a la autopista como a las 11:30am y me planté allí, con mi mejor sonrisa, a sacarle la mano a todos los buses que pasaran por allí (o por lo menos a los buses que me podían dejar cerca de mi destino).
Llegó gente y se fue gente... Llegó más gente y todos se fueron. Los colectores gritaban al pasar ¡Charallave! ¡Cartanal! ¡Santa Teresa! ¡Dos lagunas! Y todos -menos yo por supuesto- comenzaron a irse a sus destinos. Al rato de estar allí llegó un muchacho y me preguntó hacia donde me dirigía y yo contesté ¡Maracay!, en ese momento el pronunció la frase más gris de mi día "...Mi amor aquí ya no se paran los buses de Maracay. Es mejor que camines al peaje" lo cierto es que le hice caso pues ya estaba demasiado solo el lugar en el que me encontraba y no era prudente quedarme allí. El chico agarró un bus -no sé a donde- y le pidió el favor al colector para que me dejará en el peaje.
Una vez en el peaje me sentía confiada pues había más gente alrededor y me dije a mi misma ¡ahora si me voy!
Y así, minuto a minuto, pasaron las horas: 12:15, 12:38, 12:50, 1:10...
Ya habían pasado un montón de autobuses y ninguno tuvo la disposición de detenerse. En ese momento ya estaba un poco seria pero muy decidida a no malhumorarme porque todo se pondría peor. ¡La verdad es que tenía ganas de gritar y echarle la culpa al gobierno como suele hacer la gente con todos sus problemas cuando están molestos! Pero me contuve y -como una dama con mucho estilo- me mordí la lengua. Pueden reírse si quieren no me voy a ofender...
De repente, llegó una abuelita con un bebé en brazos y me preguntó ¿a dónde iba?... ¡ella también iba a Maracay! En ese instante empezamos a conversar y así la espera se hizo menos tediosa; me contó de su hija, de su nieto, de los problemas que tenían y como había ido ese día a Ccs a buscar a su nietecito de 3 años porque su mamá lo tenía descuidado... Una cosa insólita todo lo que me contó.
Lo cierto del caso es que la pobre señora se encontraba súper cansada y un poco ansiosa por la hora ¡ya eran las 2 de la tarde!
En vista de que ningún bus se quería parar le dije que era más prudente que intentáramos irnos a la bandera. Caminamos del peaje hasta la redoma de Hoyo de la puerta para esperar nuevamente un bus que nos dejara en Coche. Después de media hora llegó el bus y nos subimos un poco más aliviadas pensando que así sería más rápido el trayecto.
Llegamos al metro en 20 minutos pero, para completar la ridícula travesía, el mismo tenía un retraso horroroso por lo que duramos una hora -aproximadamente- para llegar a la estación de la bandera. La señora durante nuestra estadía en el metro me dijo que yo había sido su angelito de la guarda ese día. Ella no conocía Ccs y realmente no hubiese sabido que hacer en la autopista a esa hora de la tarde. Con ese comentario comencé a reflexionar y supuse que el viaje había sido tan largo -para mí- porque era necesario que me encontrará con aquella dulce abuelita y su nieto y los ayudará un poco.
Quizás fue simplemente una coincidencia, pero preferí quedarme con la idea anterior. Al final muchas cosas son causalidades y no casualidades...
Llegamos finalmente al terminal a las 3:50pm cansadas y con un hambre increíble. Para completar, cuando llegamos al terminal había una cola inmensa y no habían buses en el anden. Cada una empezó a hacer un cola a ver cual avanzaba más deprisa y a mí -por lo insólito de aquel viaje- me dio un ataque de risa super extraño.
Luego de otro montón de tiempo, de los gritos de la gente, del desespero de muchos, del desastre y, por supuesto, del cansancio logramos montarnos en el autobús a las 5 de la tarde. Apenas arrancó la camioneta me quedé dormida por el agotamiento tan extremo que sentía.
Después de todo ese día caótico llegué a mi casa a las 6:30 de la tarde muy agotada, hambrienta y del color de un camarón pues ¡me quemé horrible!
Lo que normalmente es un viaje de una hora y media (1h y 30min) a mí me tomó nueve horas y media (9h y 30min) ¿qué les parece? ¿Mágico verdad? Pues no me queda más que decir que un viaje así no se lo deseo a nadie... Pero lo haría una y mil veces más- si es necesario- para ver a mi familia.
Ese día a mi llegada no me puedo quejar. Me consintieron a más no poder y eso no lo cambiaría por nada 💕 Además de eso, aún no puedo olvidar la frase de aquella dulce abuelita "...eres mi angelito de la guarda"
Grecia te entiendo completamente jajajaja eso de encontrarse una señora que te cuenta su vida es típico y hasta entretenido diría yo, ahora todo es un super rollo pero me parece genial que hayas soportado la situación con paciencia porque no queda de otra. Un abrazo y ya me hace falta leer más de tus poemas.
jajajaja si, de verdad es muy frecuente. Lo más gracioso es que uno se entera de cosas de telenovela mexicana... Y bueno, ese día pelee conmigo misma para no estresarme jajaja. Un abrazooo Lore.
Ya pronto publicaré poemas de nuevo <3
Viajar en Venezuela es toda una odisea. Hace poco casi me quedó en Barinas ya que a parte de las pocas unidades operativas comenzaron a exigir billetes nuevos para cancelar el pasaje. Me toco esperar como tres horas la unidad de transporte para retornar a Mérida.
Es un desastre en su totalidad, Héctor. Realmente es complicado... Gracias por leer. Un abrazo.
Bendiciones!!!
Me gusta tu relato, y no se por qué razón pero siempre que yo viajo sola me sucede lo mismo que te sucedió a ti, me consigo con señoras de mayor edad, que como por arte de magia comienza a contarme toda su vida y a la final terminamos conversando como si nos conociéramos de toda la vida, o es que los venezolanos somos así o es que son coincidencias, lo cierto es que Dios me pone compañía, y me agrada. Saludos te estaré siguiendo, para compartir comentarios.
Hola @artemacarre!!! Muchas gracias por leer mi post. Yo creo que es algo propio del venezolano :) somos muy empáticos y relacionarnos es algo demasiado natural... Además, siempre es esos momentos es bueno hablar para no aburrirse demasiado jajaja. Besos.
Nada fácil salir de casa... y mucho más regresar...
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