El mito como estructura narrativa, reflejo del orden social

in #spanish7 years ago

Amigos en Steemit, saludos:
Hoy les dejaré una corta elaboración sobre el concepto Mito.
La idea de Mito permite variadas interpretaciones, como de hecho existen. No es la que les presento hoy la más común, la que lo concibe como una leyenda o una falsa noticia, de ello podría ocuparme en otra oportunidad; hoy les resalto su condición narrativa, su capacidad de hablar sucintamente de la sociedad como un todo.
Lo que leerán es un apretado resumen de un análisis hecho por mí, para otros fines, del libro La Presencia del Mito, del prolífico escritor polaco Leszek Kolakowski.
Espero que les parezca interesante, al final del escrito encontrarán la reseña completa del texto citado.


Fuente

El mito como estructura narrativa, reflejo del orden social

Al entender un mito específico, desde la narratividad que expresa, podemos verlo incidiendo en el orden social.

De acuerdo a los teóricos del mito, el más importante sentido del relato mítico es referir cómo ocurrieron las cosas en un principio, él explica el ser de las cosas y las razones de ese ser. En perspectiva social, el mito aborda de una manera ejemplar el origen, la forma, la estructura, la institucionalidad, y el deber ser, en última instancia, de una determinada sociedad.

Para Leszek Kolakowski el mito es el valor mismo, en tanto que consiste en algo trascendente, al que considera un componente estable y constitutivo de la cultura. Los mitos enseñan lo que los valores representan y por eso el científico le concede un carácter incancelable: los mitos son inevitables si ha de existir la sociedad humana.

Nacemos en un mundo de valores y no podemos escapar de él, Kolakowski mantiene también que la conciencia mítica está presente en todas partes, aunque no se le perciba con facilidad. Si está dada en cualquier comprensión del mundo que considere a éste como provisto de valores, entonces está presente en cualquier comprensión de la historia que la juzgue como provista de sentido. Comprender la historia, para el autor, implica entenderla ajustada a un fin, es decir a un propósito que es siempre anterior al hecho histórico.

Gracias al mito pueden adjudicársele a los hechos un sentido, tomar posición con respecto a la presencia o ausencia de algún hecho.
Kolakowski propone entender el mito desde la idea de que de él se desprenden los productos que surgen de todas las formas de comunicación humana; las actividades intelectuales, el lenguaje, la vida comunitaria guiada por los valores éticos; también la praxis tecnológica y la vida sexual.

El autor describe la necesidad de examinar las preguntas existenciales de tres maneras diferentes.
1.-En primer lugar, dice, el hombre tiene la necesidad de comprender las realidades empíricas, de vivir el mundo de la experiencia como dotada de sentido. Kolakowski llama a esto la organización mítica del mundo. Organización que siempre está presente en la cultura.

2.-La segunda forma de esta exigencia de respuesta se presenta en la forma de la necesidad de creer en la perduración de los valores humanos, necesidad que es mítica, porque los valores forjados históricamente están condenados, como la propia vida personal y social, a la desaparición total.

3.- La tercera versión de la necesidad es el deseo de ver el mundo como continuo, en esta necesidad está expresada la idea de que el mundo se transforma por mutaciones y que ellas son la garantía de la continuidad.
Para el autor los valores se transmiten por medio de de herencia social, es decir, por el poder de la tradición, de manera que la herencia de los mitos es una herencia de valores engendrados por ellos mismos.

Desde este punto de vista Kolakowski entiende que la necesidad de los hombres, de encontrarse representados en el ejercicio de la tradición, restringe en cierto grado la libertad. En ningún momento puede considerarse la propia existencia desde un punto inicial. Es claro que el mito, independientemente de las particularidades sociales y personales posibles a las que está sometido en su asimilación, sólo puede ser internalizado si se le otorga un sentido "universal" al que está obligada toda la sociedad que participa de él.

Liberarse de la forma de vida inherente a la participación mítica significaría para Kolakowski posicionarse en una situación de inicialidad, suprimiendo globalmente los valores heredados y, con ellos, la diferencia que existe entre el bien y el mal.

La mayoría de las conductas representan compromisos con los valores de la cultura. "Los mitos que nos enseñan aquello que los valores representan son inevitables si ha de existir la sociedad humana."

La conciencia mítica está presente en cualquier comprensión del mundo, en cualquier comprensión de la historia que la entienda como provista de un sentido, en la medida en la que está llena de valores. En esta comprensión mítica, incluye Kolakowski, todo llamado a entender lo que significan expresiones tales como "liberación del hombre", "destrucción del hombre", "alienación del hombre", "libertad", "paz", "cumplimiento", “democracia”, etc.

Desde el punto de vista empírico la historia es lo que es, en cada caso, el mito es lo que nos permite entender la historia, gracias a él podemos pronunciarnos en favor o en contra de algo.

Leszek Kolakowski. La presencia del mito. Amorrortu editores. Buenos Aires, Argentina. 1975

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Excelentes palabras, @gracielaacevedo. A mí particularmente me ha parecido siempre interesante la idea de mito que se maneja en nuestros pueblos, partiendo además, que son los pueblos los que crean esos mitos cuando los necesita. Entonces, cuánto de desespero ha habido en la creación de nuestros mitos, cuánto de culpabilidad tenemos. Gracias por este post.

Estamos llenos del mito, los recreamos y los alimentamos, a veces los creamos, a veces los creemos, a veces los rompemos...Gracias por tu lectura, por tus ojos abiertos,@nancybriti

El mito y sus significados han sido temas siempre atractivos para mí. En ellos hallo explicaciones hermosas y profundas sobre el ser humano y las sociedades. Gracias por este post. Saludos.

En tiempos muy antiguos, el Sol no existía. En el cielo solamente estaban las estrellas y la Luna. No había hombres en la tierra, sino solamente animales y pájaros que eran mucho más grandes que los de ahora. Cierto día, el avestruz Dinewan y la grulla Brelagh se paseaban por la gran llanura de Murrumbijee y empezaron a discutir y a pelear. Brelagh, encolerizada, corrió al nido de Dinewan, cogió uno de los enormes huevos y lo arrojó con todas sus fuerzas al cielo. Allí fue a caer sobre un montón de leña, rompiendose de tal manera, que la yema amarilla se derramó sobre la leña y alumbró un fuego claro de modo que, para asombro de todos, el mundo entero quedó iluminado. Hasta entonces se vivía en una dulce penumbra, y ahora estaban todos casicegados por tanta claridad. En el cielo habitaba un espíritu benévolo que vio la magnificencia y la maravillosa belleza del mundo cuando estaba iluminado por aquella resplandeciente claridad, y pensó que estaría bien encender cada día un fuego similar. Y desde entonces no deja de hacerlo.

Wao, @gracielaacevedo, soy tu fan número uno. Gracias por esta hermosa respuesta.

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