Ciertamente, hablar de temas tan controversiales y que causan tanto tabú en la sociedad, resulta ser muy expectante y a la vez un poco complejo, ya que, aunque hay mucha tela por cortar con referencia a la lujuria, también hay mucho que el pudor nos hace omitir. Por esto y más mis distinguidos Steemians, quiero compartirles desde mi humilde perspectiva, lo que pienso, creo y vivo en relación a la misma, desde lo que considero mi coeficiente intelectual sexual. Espero se diviertan junto conmigo en ésta aventura tan fascinante.

Como ya bastante se ha dicho, estamos de acuerdo en que la lujuria es un pecado, ya que representa un exceso; los excesos causan ciertas adicciones que se tornan perjudicial a la vida del ser.
Es por esta razón que considero a la lujuria como una cadena que produce opresión y trastorna los deseos que al final se convierten en acciones que terminan en la fatalidad de las relaciones interpersonales sanas.
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Una Historia real para analizar:

Les quiero contar una historia que de seguro es muy conocida por todos los lectores, pero que viene al caso; ya que la misma es de la vida real, sucedió hace mucho, pero muchos años y forma parte de la cultura general de la humanidad.

Había una vez, un hombre muy pero muy rico, poderoso, de buen parecer y lleno de fama. No le faltaba nada, pues tenía varias esposas y concubinas por demás. Estaba realmente lleno de gloria. Su cultura le permitía la poligamia abiertamente.

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Resulta entonces que, este hombre tan cotizado, un día caminando por los pasillos de su inmensa mansión, la cual cubría una vista impresionante de todas las casas circunvecinas; tuvo el "honorable privilegio" de ver desde su posición, a una mujer extremadamente hermosa, bañándose "desnuda" en el cobertizo de su casa.

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Inmediatamente, ese hombre llevado por su deseo sexual excesivo, pidió mandar a buscar a esa bella mujer que vio bañándose. Recordemos que era un hombre muy poderoso y su condición le permitía lograr mandar a llamar a quien él quisiera, cuando él así lo dispusiera.
Entonces la hermosa mujer, se presentó delante de tan cotizado hombre, y accedió a tener relaciones sexuales con él.
Resultó pues, que la mujer estaba "felizmente" casada, nada más y nada menos que, con el Capitán de la Guardia de honor del ejército del Reino.
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¡Vaya!, ¡vaya!, ¡vaya!, la lascivia convertida en lujuria, se convirtió en cosa tan horrenda como el ¡Adulterio!. Así es, un pecado lleva al otro.

Es como una cadena interminable y todo se gestó en el corazón de un hombre que en su aburrimiento y ociosidad, no encontró algo mejor que hacer con su vida, que codiciar la mujer de su prójimo.

El resto de la historia realmente es muy, pero muy cruel. La Mujer bonita, quedó embarazada de dicha relación adúltera. El hombre poderoso mandó como carne de cañón para la guerra, al líder estratega de su ejército y allí obviamente murió. A él se le podría considerar entonces, como el autor intelectual de dicho asesinato. El bebé que se estuvo gestando, murió al nacer y ellos sufrieron terriblemente todas las tragedias sucedidas.

¿Merecían acaso un juicio mayor del que ya tuvieron?

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Entonces, diremos que, el pecado enferma, avergüenza, oprime, lastima, daña severamente y en la mayoría de las ocasiones su huella resulta irreversible.

La historia que les conté tiene sus nombres originales:
El Capitán estratega de la guardia de honor se llamaba: Urías
La mujer hermosa se llamaba: Betsabeth
El Rico, poderoso, bello y cotizado hombre se llamaba: David, si, El Rey David.

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¿Lujuria entre mis sábanas?

Imagen Propia

¿Cómo concebir la lujuria entre mis sábanas?

Les comentaré un poquito de esa última fotografía posteada.

Allí acababa de firmar el libro de actas que certifica que el hombre al que estoy besando en la imagen es mi esposo. Les diré con una sencilla prosa, con palabras quizás muy toscas, pero que a la vez son muy sentidas y vividas; lo que mi corazón clama desde adentro y concibe a la lujuria entre mis sábanas.

Hombre al cual deseo con todas las fibras de mi ser,

con quien sueño despierta y aún dormida sigo soñando con él.

Ese deseo de amarle, de cuidarle, de hacerle día tras día cada vez más feliz.

Y seducirle con las artimañas mas profundas que mi corazón prepara para él.

Es mi amado y yo soy suya.

Me entregué en cuerpo y alma ante él para amarle sin frenos y sin tapujos.

Es mío, es el galardón que siempre busqué.

Coticé en la bolsa de los valores del amor y me lo gané.

Es mi amante, mi dulce y fiel esclavo de amor.

Quien me conduce a disfrutar entre las sábanas su don.

Es mío y yo soy suya y eso nos basta para el placer.

Hasta el final de nuestros días, yo se qué le amaré.

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¡OH SI! Bendito sea el amor, bendito el lecho sin mancilla, bendita la pureza del sexo como fue creado en su idea original, sexo para el disfrute placentero, sexo para la reproducción también. Si Dios no hubiese querido que pensáramos en ello, entonces mas vale que no lo hubiese creado, pero afortunadamente, si existe, es real, sentir deseo y satisfacción sexual dentro del ámbito del matrimonio es lo más santo, bendito y sublime de la vida.

Y ahora, ¿Qué Hago?

Aclaro, entonces que: Aunque todo me es lícito, no todo me conviene; aunque todo me es lícito, no todo me edifica, no todo me hace crecer, no todo me satisfará para siempre, sino está alineado con la honestidad e integridad que debemos llevar nuestras vidas como seres humanos.

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Y es así: La lujuria sólo la podremos vencer, cuando la detectamos y la rechazamos de plano en nuestros pensamientos y acciones. No caigas, sólo resiste; el galardón para los que perseveran en la integridad es muy especial.

No olvides:

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