¿Sabemos detectar mentiras?

Uno de los problemas mas agudos que se presenta en la comunicación con nuestro entorno social es el del grado de credibilidad que tengamos en los mensajes que nos comunicamos en las relaciones que establecemos. La duda se crea a partir de creer que quien se comunica con nosotros nos miente, lo cual tiene que ver con la capacidad que tengamos de controlar las emociones y expresiones corporales al momento de comunicarnos.

La Psicología ha venido en nuestra ayuda y se han diseñado técnicas para interpretar los mensajes de nuestro entorno que nos permita aprender a leer las emociones y las respuestas corporales de los demás para descubrir cuando hay un mensaje ambiguo o diferente al que se dice con palabras; lo cual nos debe permitir saber cuando una persona puede estar fingiendo o sentir una emoción, ya sea por cortesía o por engaño. Es decir, esta técnica nos permite interpretar el conjunto de señales corporales en función de desenmarañar la intenciones enmascaradas de los demás y las que existen en las distintas líneas discursivas de los entes emisores: personas, instituciones, personajes públicos, entre otros.

Estas técnicas ya pertenecen al capital ideativo de la población por lo que todos ya sabemos que:

• Encoger los hombros pudiera significar una señal de ignorancia sobre lo que esta sucediendo.
• Las palmas de las manos abiertas son una señal de honestidad.
• Apuntar con el dedo con la mano cerrada es señal de dominio.
• El tono de voz alto o bajo puede servir para medir el nivel de interés en la conversación.
• Las cejas levantadas es señal de incomodidad.
• Piernas y brazos cruzados puede significar resistencia.

Entonces, podríamos afirmar que la manera de expresarse a través del cuerpo complementa lo que tratamos de definir con palabras y esta comunicación no verbal se expresa a través de gestos faciales, posturas corporales y el contacto visual entre dos o mas personas.

Conocer lo que trasmitimos a través de nuestro cuerpo puede determinar el tipo de imagen pública que proyectamos hacia el entorno social donde nos comunicamos.