Las máquinas deseantes y su pornología

in #spanish8 years ago

Philippe Halsman: Jean Cocteau con la actriz Ricki Soma y el bailarín Leo Coleman (New York, 1949)



El espacio onírico sucumbe frente a las máquinas deseantes. El sueño que es la pulsión contaminada por la producción se ha dejado seducir por la angustia del estar siendo. La gente ya no quiere otra forma de deseo sino es la del sueño que abre al ostracismo esa generación interminable de impulsos que sofocan al hombre. Lo demás no es pulsión: es vicio, es enfermedad, es trastorno. El hombre solo quiere aquello que le sea a servicio de sus deseos, la producción sin consumo. Quiere el arte. Quiere el sueño. Quiere, en el peor de los casos, el hipnotismo. Y así como desea los fantasmas del consumo (ordenadores-vagina, móviles-tetas), desea también los fantasmas de los sueños. La diferencia es que los primeros van cargados de culpa, se resisten a la catexis –aunque obviamente no pueden evitarla– mientras que los segundos se abren como flores ante el sol, diversión de niños y adultos, y permiten el depósito libidinal de todo conflicto reprimido sin prejuicios, excepto el decir: “Qué sueño tan extraño he tenido”.

Oh sí. Están cargados, se contaminan, se envuelven; pero también envuelven, contaminan, cargan. La producción onírica se ha vuelto el depositario confidente de la angustia del estar siendo. El sueño es existencial y es comensal también. La nueva filosofía no distingue el sueño de la realidad, el sueño de la realidad, el sueño de la realidad. [3 veces] –Así aprehendo mi espacio vital de signos.

My own pornology [78 mil resultados en google] no es la explicación a mi perversión sexual explícita sino ‹‹un tren de pasajeros a media noche, mientras, frente a la estación, un estilista me dice la graduación de mi piel en puntaje y me seduce con cremas que modifican su tono mientras, al mismo tiempo, puedo observar como personajes de mi sueño asean el tren en espera de mi partida›› [un resultado, el mío: mi sueño anoche]. Mi vida parte, mi vida debe partir. Pero antes he de limpiar el transporte de mi vida. Antes he de hacer las paces con el color de mi piel.

La máquina deseante genera, produce lúdicamente. Frente al agobio del espacio real que reclama ser consumido hasta su desaparición, recreamos espacios infinitos y encubiertos que generan estratos imaginarios de realidad que se modifican a placer y conveniencia y que no se agotan excepto por el yugo horrible de la vigilia. Frente a las restricciones económicas monetarias y psíquicas del mundo, creamos El Mundo donde podemos poseer todo y generar toda la catexis que gustemos. Si Lacan hace la distinción entre autre y Autre es por miedo a lo inmediato pero no es el otro y el gran Otro, no hay otro; existe el sujeto generador continuo e interminable de deseos. Hablemos claro: es el mundo, y El Mundo, el gran mundo de las máquinas deseantes. Deleuze y Guattari tienen razón al criticar el psicoanálisis y su reducción psicosexual para inscribir también –magnífico avance del psicoanálisis– la fabulosa producción de las máquinas deseantes. No es perversión sexual, no es Edipo, no se trata de padres o madres o terapeutas. Que quede claro -¡una vez más!– patologizar? las defensas es patologizar? al sujeto. [Fenomenología del discurso: un signo es una palabra que no dice nada… o lo dice todo]. No es un tentempié de neuróticos sino circo de psicóticos que fabrica deseos en flujo continuo: “Hola, soy Federico…” ¿¿¿??? Qué traduzco, qué significo, qué divido. 

El Mundo es producción, es economía de la producción, y también del capital inconsciente. Fábricas, en verdad, como dicen ellos, la producción social no es también sino un tipo de producción de las máquinas deseantes.

Si Freud escinde al neurótico, entonces llamemos a las cosas por su nombre y digamos, citando a Bleuler: ‹‹…De modo que no nos queda ninguna alternativa que dar un nuevo nombre a la enfermedad… …Es casi imposible encontrar un nombre perfecto para un concepto que todavía se está desarrollando y alterando… …Llamo a la demencia precoz, esquizofrenia, porque, como espero demostrarlo, el “desdoblamiento” de las distintas funciones psíquicas es una de las características más importantes. Utilizo el nombre en singular, aunque es evidente que el grupo incluye a varias enfermedades…”›› Yo digo: De modo que no queda otra alternativa que dar otro nombre a la razón del Mundo… no queda otra alternativa que llamar al neurótico edipizado, esquizofrénico; de ahora en adelante llamo al neurótico de Freud, esquizofrénico; al esquizofrénico de Bleuler, demente precoz; y al demente precoz de Kraepelin, demente, loco, insano [lo que antecede a la modernidad… la postmodernidad, digamos entonces, según Lyotard –sin esconderme en él]. Utilizo el nombre en singular aunque efectivamente hablo de las máquinas deseantes y sus sistemas de funcionamiento. De tal forma que no es el esquizo el que se escinde sino el neurótico, de tal que este último desaparece para dejarle la supremacía a la máquina deseante que ha optado por la esquizofrenia como constituidor de su Cuerpo sin Órganos.

¡Qué horrible realidad! Expuesta caricaturescamente por películas como Matrix, Inception, Fight Club, Sucker Punch; no quiere el hombre saber de anos y falos y riñones y corazones y pieles morenas. Quiere soñar, construir espacios donde desterritorialice esa prisión freudiana que primero brilló al reconocer el deseo y luego fue eclipsada por la teoría edípica. Bastante agobio es ya la realidad fantasmagórica de la vigilia, llena de falos y vaginas y anos.

Y sí, qué diferencia del mundo psicótico de Burroughs en Naked Lunch con el mundo psicótico de la inteligencia américana [CIA]. Es en singular, pero también circunscribe al paranoide, al pervertido, al filósofo, al psiquiatra, al juez, al obrero, al ama de casa: Donald Trump diciendo “el muro va en serio... no estoy bromeando”, también al presidente y su pueblo que lo elige a cantos y glorias.

La realidad fantasmagórica de la vigilia: es cierto que no llama tanto la atención que existan los sistemas totalitarios, esclavistas, violentos o de simulacro como el que sea el mismo pueblo que, en determinadas circunstancias, los pida a gritos y se someta a ellos. Ya Baudrillard habla sobre El genio maligno del objeto. Pueblobjeto. ¡Claro! También el americano pide a gritos su deuda soberana, y pide a gritos billetes que terminará pagando con su sangre en la fórmula: W=QE’ donde W= war; y QE’= QUANTITATIVE EASING PRIMA. También lo pide España, Irlanda, Portugal, Grecia, Francia, Alemania. También Libia, Egipto… todo el norte de África pide su dosis de miseria. Japón también tiene su Godzilla radiactivo ya que no puede salir de una recesión de más de 20 años. Y también México pide su dosis autolítica: “Si no puedo tener mi crisis financiera, entonces creo mi delirio de matones, asesinos y redes de armas y drogas”. My own pornology. También ahí está lo propio de la producción de las máquinas deseantes. Una máquina que desea filosos cortes sangrantes y que desea ser visto a nivel mundial con repulsión y tristeza. ¿Cómo no compadecer a una pujante España –¿de la octava a la décimo cuarta potencia mundial?– agobiada por más de un 18% de paro [algunos dicen que es empleo temporal]. Festín de delirios. Delirios que hemos de llamar sueños a reserva de, como lo ha hecho Lacan al llamar Autre y autre a esa realidad que clamaba ser encubierta –también Freud encubre las máquinas deseantes con el Edipo– bajo amenaza de desintegración, llamarlos realidad.

Epígrafe. Pulsiones contaminadas. Espacios oníricos. Pornología de los sistemas gregarios e individuales. Sujetos hechos de Cuerpos sin Órganos que fluyen en intensidades de producción social e individual. ¿Debe ser el sueño el retrete de las pulsiones del estar siendo? ¿Siquiera lo es en el sentido estricto? El escusado, mejor; juego de palabras. Al final también fragmentamos, territorializamos, dividimos. La máquina deseante es un estar siendo esquizofrénico sin embargo, aún no podemos siquiera vislumbrar los secretos motivos del deseo. Sus causas son un misterio. Sus orígenes un incógnita. Nos movemos en el mar del deseo pero no podríamos afirmar como lo hace Freud, que todo esté tras el velo de procesos edípicos; ni, como lo hacen Deleuze y Guattari, tras el velo de procesos de producción y generación de energías y catexias: máquinas de deseo de procesos históricos. Si lo que ha sucumbido es el sueño como hecho que ya ha precipitado la forclusión, no podríamos tampoco hablar de un Nombre del Padre, de un Gran Otro, otro; sino de El Mundo desterritorializado, ese huevo deleuziano que se rige por intensidades de deseo que no satisfacen ni son satisfechas pero que llevan al estar siendo a enfrentarse con su historia natural: el devenir de Heráclito, de Spinoza, de Nietzsche, de Deleuze, de Derrida: postmodernidad que ejecuta a la dialéctica, que le da vuelva, que la viola; pero que al mismo tiempo la ama y la seduce y la enloquece de pasión.

Coin Marketplace

STEEM 0.19
TRX 0.15
JST 0.029
BTC 63643.10
ETH 2582.85
USDT 1.00
SBD 2.75