Las vueltas que da la vida y la que es mía.
En tiempos de crisis como estos solemos desesperarnos y buscar una salida viable para intentar sobrevivir o subsistir de alguna manera, muchos como yo emigramos en busca de un futuro mejor y/o una mejor calidad de vida que nuestro país no nos brinda por motivos que todos sabemos o quienes gozamos de una buena información y en la que me he dado cuenta, no todo el que vive dentro de Venezuela tiene conocimiento del mayor alcance que vivimos en estos tiempos, sí, difícil de imaginar pero es así.
El 15 de octubre del 2016 trabajaba aún en “Distribuciones Orinoco C.A” mi casa durante 3 años y 6 meses, corrieron la voz de que había una reunión de suma importancia y es que se rumoraba que se aproximaba un nuevo aumento salarial, tal y como suponíamos habría recorte de personal si ese rumor se confirmaba.
Llegó el 27 de octubre y el presidente de turno en cadena nacional decreta un nuevo aumento salarial y con ello acababa un ciclo en el lugar donde trabajaba, con un nuevo aumento y una empresa consolidada tantos años en el mercado hacía recorte de personal a mi mente llegaban muchas preguntas ¿qué haré? ¿de qué viviré?
Decidí emigrar, mi liquidación en ese entonces era de apenas 200$ y no había muchas opciones con ese dinero, “Colombia” dije dentro de mí, pero ¿qué ciudad?. Todo se me hizo más fácil cuando un amigo de toda la vida me dijo que se iría a Medellín.
Comencé el 17 de noviembre a vender yogures, conocí muchos lugares y muchos otros paisanos que entre muchos o pocos mi comienzo se tornó podríamos llamar ameno pero no menos difícil, pues como era de esperarse, consistía en caminar todo el día tocando puertas y ofreciendo el producto.
Trabajábamos bajo sol y agua, si llovía igual había que trabajar bajo el agua y si el sol se intensificaba de igual manera, laboraba casi 18 horas diarias pues nada fácil. En el trabajo no había distinción de sexo, eran hombres y mujeres sin importar la edad, hice grandes amigos y enemigos de la misma forma, conocí gente buena y gente mala, adopte palabras y algo de costumbres, aprendí sobre la gastronomía de un país y su forma de vivir diferente a todo lo que había en el, hasta sus leyes tan difíciles de cumplir no por no querer sino por mi manera de haber vivido mis 23 años en Venezuela.
Así transcurrieron mis días y noches durante casi un año hasta que decido venir al cumpleaños de mi madre el 04 octubre del 2017, llegué y compartí con la familia, mi novia ya estaba compenetrada con la plataforma a un tiempo mayor, yo posteaba y participaba en concursos pero, no tan frecuente porque no tenía tiempo por el mismo trabajo que me consumía casi en su totalidad y aún así me mantuve optimista y siempre buscaba las maneras de hacerme leer
Volví a Medellín por mis cosas y dejar en claro otras cosas, dejé a mi hermano y amigos con los cuales había compartido los últimos meses, mi papá sufrió un accidente y gracias a Steemit pude costear su operación y todo lo que se refería a ello, finales de enero volví a Venezuela y hoy en día gracias a Dios vivo de esto como muchos, amañado como se dice en Colombia o acostumbrado como decimos en Venezuela, poco a poco aprendiendo de este mundo y agradecido con la vida y sus coincidencias por haberme traído a esta plataforma.