Esta es la historia de Gavilán, un chico de 11 años, de la ciudad de San Marcos de Arica.

Gavilán fue al estadio Carlos Dittborn a presenciar un partido de fútbol de Club de Deportes Arica. Arica jugaba con Cobresal en condición de local, equipo que contaba con la delantera chilena más temida de la época: Sergio Salgado, Rubén Martínez e Iván Zamorano. El partido en cuestión, un juego de carácter oficial llamada Copa Chile. Triunfó el dueño de casa por un contundente 3-0.

El partido sucedió en febrero de 1988, año en que Cobresal terminó segundo en el fútbol chileno de Primera División, a tres puntos de Cobreloa, el campeón de aquella temporada. Arica, por su parte, militaba en el fútbol de Segunda División.

El buen Gavilán no dejó de ir al estadio a presenciar los partidos del equipo que consideró suyo a partir de aquella espectacular goleada; y si el equipo juega de visita, escucha los partidos por la radio. En definitiva, no hay excusas para él no escuchar u observar los partidos del único club que representa a su ciudad en el fútbol profesional.

Hoy, 31 años después de la proeza de ganarle a uno de los mejores equipos chilenos de todos los tiempos (no es una exageración lo que estoy diciendo), Gavilán sigue siendo fiel a los colores del club que decidió amarlo con todo su corazón. A él le gusta el fútbol por supuesto, pero solo observa los partidos de San Marcos de Arica. Es evidente entonces que a él solo le importa su club, institución que ha estado en Primera, Segunda y Tercera División del fútbol rentado.

Gavilán se siente orgulloso de su institución deportiva, que como tal nació el 14 de febrero de 1978 (Día del Amor), tomando el nombre de Club de Deportes Arica. En la actualidad es San Marcos de Arica, pero los colores de su vestuario son los mismos así como los dirigentes que rigen sus destinos. El club cambió de nombre en honor a San Marcos Evangelista, patrono de la ciudad.

Actualmente, San Marcos de Arica está en la tercera categoría del fútbol profesional chileno (descendió el año pasado desde la segunda categoría), pero se mantiene a pie firme en su afán de retornar a la división de plata del fútbol chileno.

Gavilán se enamoró del equipo de fútbol de su ciudad, amor que es para toda la vida.