¡Ayer hablé con un extraño! El anillo en mi dedo

in #spanish7 years ago (edited)

Ayer hablé con un extraño, me subí a un transporte público, esperaba impaciente que el bus iniciara su acostumbrada ruta, ya que me dirigía al trabajo y siempre intento llegar antes de la hora de entrada. Miraba por la ventana con los pensamientos puestos quien sabe en qué lugar, dicen que los de mi signo (piscis) son pensadores e ilusos por nacimiento. De pronto una voz me sacó de mi letargo…

—Buenas días señorita, me dijo, una voz encantadora, y al volver la mirada hacia su lado, una sonrisa impecable, un rostro tan inusual de ver, unos ojos azules como el mar y un aroma que hacía aún más especial el momento, invadieron de interrogantes a mi mente.

—Buenos días le contesté, así a secas, porque inexplicablemente no pudo salir una palabra más de todas las que quedaron frenadas en mi pensamiento.

Él: — ¿Eres de por aquí?
Yo: —No, no en realidad no, no, soy de Baruta. (No sé en qué mundo creía yo estar o en qué país del mundo, porque amigos estaba en Baruta).
Él: —A ok y esto no es Baruta? —sonrió
Yo: —Bueno sí, sí, sí es Baruta, disculpe pensé que estábamos en Las Minas, que tonta —también sonreí y de inmediato pregunté —Y usted es de por aquí.
Él: —No, soy de Margarita, vine a visitar a una hermana, llegué ayer por la tarde, pero a mi camioneta le robaron frente a su casa la Batería, hice algunas llamadas para ubicar una y me dijeron que en el Centro Comercial Cerro Verde las vendían.
Yo: —Vaya! Qué casualidad yo trabajo en ese Centro Comercial, pero hoy día de fiesta no creo que estén ellos abiertos al público.
Él: —Sí, efectivamente así es, pero un amigo en común del dueño me espera para entregarme una, ya está conversado.
Yo: —Ah de acuerdo, que bueno que ya resolvió el problema.

Volví a mirar por la ventana y guardé silencio, aquel perfume inquietaba mis sentidos, quería volver a mirarlo, pues era una especie de hombre maravilla con encanto de ángel. Después de unos minutos, preguntó:

Él: — ¿Y a qué te dedicas en ese Centro Comercial? Y disculpa si te incomodo.
Yo: —Volví a mirarme en el mar de sus ojos por unos segundos y contesté. —Trabajo en la Sala de Control y Monitoreo como operadora.
Él: —Ah! que interesante, esa sala es donde ustedes ven a todos pero nadie los ve a ustedes, —volvió a sonreír.
Yo: —Exactamente, así es. —me dice la hora por favor
Él: —Prefiero no decírtela, viaja despacio, deja la prisa, a veces es bueno no usar reloj, ya vamos en camino, cada quien a su destino, mirar la hora a cada rato no te hará llegar más temprano o más tarde, la angustia no es buena, siempre piensa que después que saliste solo tienes que llegar y por supuesto pedir a Dios antes de salir para que te vaya bien y dar gracias al llegar, a mí me ha funcionado siempre.

Por un momento quedé sin palabras, solo pude ofrecer una sonrisa expresiva (creo yo), y me limité a decir —Gracias, lo tomaré en cuenta.

El bus llegó a Las Minas, ya había recorrido medio camino, él preguntó si habíamos llegado, yo le conteste aún no, pero debemos bajarnos y hacer esa cola que está allí para seguir hasta Plaza Las Américas.

Él: —Muy bien, que bueno que puedas guiarme, soy un lobo perdido en la ciudad.

Volví a sonreír y bajé del Bus, él venía inmediatamente detrás de mí, mientras avanzaba hacia la cola de pasajeros mi mente pudo asociarlo con el lobo con el que él mismo se comparó, y por sus increíbles ojos azules no pude evitar asociarlo a un lobo siberiano de esos que muestran una esplendorosa y penetrante mirada.

Él: —Eres bajita —me dijo
Yo: —No soy bajita, usted es muy alto
Él: — ¿Te parezco viejo o eres de esas ciudades donde no acostumbran a tutear a las personas?
Yo: —No pues, ni lo uno ni lo otro, solo que no lo conozco y bueno, es por educación más que todo, pero no, no me parece usted viejo, es más debe tener más o menos mi edad.
Él: —Sí, bueno mi nombre es Héctor —me tendió su mano (nunca me dijo su edad)
Yo: —Mucho gusto, yo soy Flor —apretó mi mano con un poco de fuerza, pero no tanto como para no sentir la suavidad de aquella piel
Él: —Flor, que nombre tan bien puesto, quizá lo que te voy a decir te lo abran dicho muchos, pero que lindos los lunares en tu cara, ¿nunca te han cantado la canción de cielito lindo? Otra vez sonreía y me hacía sonreír a mí.
Yo: —Sí de hecho muchas veces me la han cantado, pero más que todo amigos bromeando.

Llegó el Bus que nos llevaría a Plaza Las Américas, comenzaron las personas a subir en orden, cuando llegó mi turno, inmediatamente dijo, yo pago. Le di las gracias y seguí en el pasillo hasta sentarme en los únicos dos puestos que quedaban juntos, inconsciente o conscientemente quería que volviera a ir a mi lado. Así lo hizo

Él: —Respiró profundo como en señal de cansancio o fatiga e inmediatamente me dijo, mirando mi mano izquierda —Vaya! Eres casada. Miré también mi mano y me mantuve unos segundos en silencio.
Yo: —Sí, bueno, no, la verdad pues, no, no estoy casada, ya no.
Él: — ¿Y cómo es eso? Bueno si no te importa decirme
Yo: —Sí, claro, mi anillo lo conservo porque decidí usarlo hasta que deje de amar a quien era mi esposo, fue una promesa que me hice, no hace mucho que nos separamos, he sufrido mucho por esta situación y entre tantas cosas que leí de cómo olvidar, cómo enfrentar este tipo de dolor y cómo sobre llevar la carga, pues me encontré con este tips. Una especie de pacto conmigo misma, me prometí olvidarlo, dejar de llorar, dejar de pensar, dejar de culparlo y sólo hasta el día que sienta que ya no duele más, dejaré de usar el anillo. En mis ojos se asomaron algunas lágrimas que logré controlar para que no se derramaran por mi mejilla, volví a mirar por la ventana. Él se quedó en silencio por algún momento
Él: —Si me permites un consejo.
Yo: —Volví a mirarlo a la vez que noté la miranda curiosa de los pasajeros que iban de pie y que alcanzaron a escuchar mi relato.
Él: —Si deseas usar este ortodoxo método, no te cuestiono, pero si vieras tu rostro cuando expresas tus motivos. Un anillo en el dedo no puede ser jamás un pacto de olvido, te lo puedo decir por mi propia experiencia, duré 21 años de casado y a mi mujer de repente se le acabó el amor, yo seguía enamorado, también te puedo decir que muchas veces le fallé, no sé cuál fue el motivo de tu separación, pero al final lo que se quiere conseguir, por el motivo que sea, es el olvido. Lo primero que tienes que hacer es detenerte a pensar si el anillo en el dedo realmente es un pacto de olvido o es una esperanza de que él regresará.

….Los pasajeros lo miraban detenidamente, unos asentían, otros mostraban una sonrisa irónica.

Él: —Continuó… Yo sufrí cuatro o cinco meses, no lo aceptaba, perder mi hogar, no ver más cada día a mis hijos era lo más cruel, el divorcio, la separación de bienes, el toma y dame, esto es mío y aquello es tuyo, es la situación más desagradable. Yo me marché, comprendí que ya no había vuelta atrás, me aislé de todo lo que me recordaba a ella, hasta me quité el anillo. Me alquilé en un apartamento para solteros en Puerto La Cruz, allí decidí que mi vida a los 40 años debía comenzar de nuevo, pero escucha bien Flor, sólo cuando decidí que así sería, comencé a aceptar, a hacer cosas distintas, nada que me recordara lo que hacía normalmente con ella, no atendí por seis meses sus llamadas, ni aun si era por mis hijos, estaba decido a olvidar. Que si lloré, ¿cómo no? Muchas veces, ¿que la extrañé? Bastante, no lo negaría nunca, pero mi decisión firme era que ya no había remedio y tenía que olvidar. Mírate, eres una mujer extraordinaria, valiente además con el valor de contarle a un extraño lo que me has contado, humilde pues escuchas en silencio mis consejos sin reprocharme nada. Bella como toda una dama venezolana, trabajadora pues hoy es carnaval pero me dices que vas al Centro de Control. Entonces has de tu vida un Centro de Control, si quieres seguir en tu lucha de sentimientos, eso que tu llamas pacto del anillo, esta bien, lo importante es el fin, qué importan los medios, pero mientras eso pasa, no vuelvas a bajar la mirada ante nadie, no eres la primera que sufre una separación, ni la última, se valiente por una o por otra razón, valiente si decides olvidar, valiente si decides perdonar.

Al terminar su abrumador y extraordinario discurso de vida, se sentó derecho, miraba al frente, ya casi llegábamos a nuestro destino, mi corazón se aceleró como quien recibe un susto de repente, de mi boca no salió palabra alguna, mis pensamientos se enredaron como un nudo de hilos, lo miraba y miraba de nuevo a la ventana. El bus llegó a su parada…

Se levantó a penas se detuvo el bus, me tendió su mano y yo tendí la mía, y durante el corto estrechar de ambas manos me dijo: —Fue un placer bella Flor, recuerda siempre, solo se vive una vez… Y diciendo estas palabras se bajó antes que yo, seguí en el asiento un poco desconcertada, esperé a que bajara hasta el último pasajero. Cuando bajé miré a todas las direcciones y no lo volví a ver, entonces decidí caminar por la inclinada subida hacia el Centro Comercial y hasta hoy sigo pensando en cada palabra, y lo peor es que en mi mano izquierda sigo conservando mi anillo…

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