Cruce por cero - Cuento de ciencia ficción.

in #spanish6 years ago (edited)
Empecé a escribir este cuento con intención de participar en el próximo concurso de relatos cortos de ciencia ficción #MicroFiCi256, pero una vez que comencé me di cuenta de que no podría escribirlo en solo 256 palabras, es una idea que hacía mucho tiempo me rondaba la cabeza y que sin darme cuenta ya tenía muy definida.

Hace más de 10 años que no me siento a escribir un cuento, pero espero que eso no se note demasiado.


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Fuente

Cruce por cero


—Necesito hacer un mapa —me dijo.

No lo entendía. Sabía que me odiaba, yo lo había estado boicoteando con mis negativas hace un par de años ¿Pero qué esperaba? Estaba loco, y las compiladoras proteínicas son demasiado costosas para dejarlas en manos de un loco.
Estaba empezando a impacientarme, seguía dándome la espalda, jugueteando con modelos matemáticos en el monitor de su computador.
—Ve al grano, no tengo mucho tiempo. —Me daba igual su falta de educación, pero el aire acondicionado estaba demasiado fuerte.
Por un tiempo había sido una molestia, sus cartas y peticiones eran una constante sobre mi escritorio, pero hacía ya más de dieciocho meses que no sabía de él y me sorprendió que me pidiese que fuese urgentemente a su laboratorio. También me sorprendió aceptar, quizás me ganó la curiosidad, siempre encontró en mí una firme respuesta negativa a sus delirios. Básicamente quería usar los equipos para hacerse un clon entero, no un riñón, no un ojo, un ser humano entero, uno igual a él. Tenía la teoría de que podía transferir su consciencia de su cuerpo al del clon y de regreso y estar en dos lugares a la vez ¡Bilocación! ¡Un pobre loco les digo!
—Es lo más simple del mundo, una función cosenoidal puede explicarlo —empezaba otra vez con lo mismo de hace meses—, incremento y decremento la intensidad de los impulsos en un cerebro y luego en el otro, mientras uno está apagado, el otro está encendido.
De golpe recordé sus teorías, transmitir un modelo eléctrico de la función neurológica completa de un cerebro a otro, cortar y pegar la consciencia a través de una malla conductora implantada en el córtex. La idea era que la función cerebral estuviese activa en un cerebro cada vez, pero que la transición se hiciese lo suficientemente rápido como para que fuese como si estuviese activa en ambos permanentemente. Solía usar términos pseudocientíficos en sus publicaciones, como la persistencia temporal del espectro eléctrico neurológico, quizás por eso sólo lo publicaban en revistas que eran más esotéricas que académicas.
—Al principio es un caos, parece intolerable —parecía hablar solo y no conmigo—, cuando hice las primeras pruebas pensé en dejarlo, pero el cerebro se adapta, después de todo controla todos los sentidos simultáneamente.
¿Primeras pruebas? ¿De qué hablaba? Quizás los chismes de los pasillos eran ciertos y había conseguido que una iniciativa privada se interesara en sus disparates.
—Ve al grano, esto es una nevera. —Mis dientes casi castañeaban.
—Sí, lo siento. Como te decía todo se explica por una función cosenoidal, la amplitud máxima positiva es la consciencia plena en un cerebro y la amplitud máxima negativa lo mismo pero en el otro.
—He leído tus ensayos, no vas a convencerme ahora, sigue siendo una idea absurda.
—Pero hay algo que no consideré en mis ensayos ¿Sabes? El cruce por cero.
El cruce por cero, el punto en el que la función es cero, la transición entre el plano positivo y el negativo.
—Por un momento la consciencia no está alojada en esta realidad —continuó, su voz estaba llena de excitación—, es como no existir por una ínfima fracción de tiempo, pero eso también persiste ¿Sabes? Y lo que empieza como una oscura sensación se va haciendo más y más fuerte hasta que todo el nuevo plano se hace real en tu consciencia, entonces puedes verlo y moverte a través de él.
No pude evitar estallar en una carcajada de la que luego me arrepentí. Se había vuelto loco al fin.
—Me largo. —Ya había tenido suficiente.
Entonces hizo girar su silla hasta quedar frente a mí, en su mano sostenía un killer-taser y sus plateadas agujas apuntaban directamente a mi torso.
—¿Qué haces? —Estaba paralizado, por el frío y por el miedo.
—Al principio no entendía todo ese caos, fue entonces cuando accidentalmente atropellé al gato y vi a lo lejos un débil patrón que pude reconocer, sabía que era él ¿Sabes? Pude reconocerlo desde donde estaba.
Se levantó y dio unos pasos hacia mí.
—Inmediatamente se me ocurrió que podía hacer un mapa, sólo tengo que hacer patrones que pueda reconocer, hacer marcas ¿Sabes? Si pude ver al gato, imagino que a ti podré verte aunque estés más lejos.
—¡Estás demente! Te advierto que mi secretaria sabe que me encuentro aquí.
—Sí, tú estás aquí pero yo no, yo estoy en el anfiteatro dando una conferencia de superconductores con más de cincuenta asistentes.
Aparté la mirada del arma para fijarme por primera vez en su cara, estaba enrojecida y transpiraba abundantemente, sus ojos brillaban con la intermitencia de una vieja luz fluorescente. Sonó el click del gatillo del taser y sus agujas volaron hacia mí. En ese momento me arrepentí de haberme reído de él.

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