SALVAR UNA VIDA

VIDA DE PERROS

Siempre fuí una persona muy sensible con respecto a los animales, cualquiera sea su especie: perros, gatos, aves, peces, arañas, insectos. etc.
Desde niño y gracias a las enseñanzas de mi familia he aprendido a respetar y compartir el habitat con cualquier ser vivo y el simple hecho de ver morir una hormiga me hacía muy mal.
Crecí en una casa donde siempre hubieron gatos, perros, conejos, hamsters, pollos e incluso una pequeña víbora que parecía haberse radicado en nuestro jardín.


Cuando tenía 14 años recuerdo ir en bicicleta por las calles de mi barrio y un ruido muy agudo llamó mi atención, dejé mi bicicleta en un costado de la calle y comencé a seguir ese sonido que cada vez era mas fuerte y agudo.
En un costado de la ruta encuentro tirado en una zanja un perro con la mirada perdida y pidiendo ayuda de la forma que podía, tenia mas o menos unos 6 meses de vida se notaba por el tamaño de sus patas y el color de sus dientes. Cuando me acerqué a él a ver cual era el motivo de su queja pude ver todo, había sido atropellado por un auto y tenia una herida en su para enorme, un corte de unos 20 centímetros que rodeaba su muslo trasero. No podía creer lo que estaba viendo, alguien había atropellado a este indefenso cachorro y se había dado a la fuga, recuerdo la ira que me generó la situación, y la fuerza que esta me dio para salvar ese perro.


Pronto tomé mi bicicleta y me fui a mi casa a buscar una caja grande con una manta para poder llevarlo al veterinario, de camino me encontré con dos amigos que fueron mis aliados al momento del rescate.
Corrimos en busca de el pobre perro, lo colocamos en su caja y fue ahi cuando pudimos ver la gravedad de la herida, tenía prácticamente la pata colgando de un hilo.
Como pudimos lo metimos en la caja y salimos hacia la clínica, entramos como urgencia y le pedimos por favor que nos diera una mano, contamos su historia y básicamente intentamos pedirle una mano humana y solidaria que pudiera salvar a este hermoso animal.


El veterinario muy serio y formal nos dijo que no había mucho para hacer, tenia una herida muy grande, había perdido mucha sangre y la operación no iba a ser 100% segura, y nos dejaba un margen de cincuenta cincuenta en cuanto a sus posibilidades de vivir, a todo esto el costo de la operación era de 300 dólares.
Tres amigos de barrio con 14 años y unas bicicletas que no llegaban ni a costar 100 dólares entre las 3 teníamos que recaudar esa plata en el día, parecía imposible. Insistimos y volvimos a contar la historia, no teníamos dinero, el perro no era nuestro y simplemente queríamos ayudarlo desde donde podíamos, el veterinario se mantuvo firme y volvió a repetir que estaba de sus manos y que sin dinero no podía operarlo.


En este momento fue cuando lo tomé como algo personal, el odio que me generó la respuesta del veterinario me llenó de energía para salir a pelear esta batalla. Le pedimos para dejar el perro ahi mientras íbamos a conseguir el dinero, que por lo menos le de un calmante y que fuera preparando todo para la cirugía.
Salimos de la clinica veterinaria y armamos un plan de rescate, la idea era salir a pedirle a los vecinos una colaboración para salvar la vida de este animal, comenzamos casa por casa y luego nos dedicamos a recorrer diferentes comercios de la zona, explicando cual era la causa y dejando en claro que teníamos un tiempo limite para recaudar el dinero.


Habían transcurrido un par de horas y la recaudación de dinero venia bastante mal, teníamos aproximadamente unos 50 dólares y el tiempo seguía corriendo, pensamos en mil alternativas para conseguir dinero rápido, pero por culpa del poco tiempo que teníamos se nos hacía difícil encontrar una solución inmediata.
Decidimos acudir a nuestra familia y de alguna forma lograr conseguir el dinero, recuerdo ir a mi casa y hablarlo con mi madre con los ojos al borde de las lagrimas me comprometí a cortar el pasto durante todo el verano, lavar el auto y estar dispuesto a cualquier tarea que ellos consideren necesaria a cambio del dinero que me correspondía aportar a mi.
Mi madre no dudó un segundo en darme el dinero, y con una mirada orgullosa me dijo " lo único que te voy a pedir, es que cuando salga de la operación lo traigas para conocerlo".


Le di un fuerte abrazo, agarré mi bicicleta y fui directo a la veterinaria donde mis amigos estaban esperando, cada uno había conseguido su parte, y sumado a lo que habíamos recaudado teníamos aproximadamente unos 350 dólares, que no solo cubrían la operación si no que alcanzaba para una buena bolsa de comida y un collar.
Pagamos la operación y nos sentamos afuera a esperar, dos horas que se hicieron eternas, no dejábamos de hablar del tema y lo único que discutamos era donde podíamos llevarlo para que alguien lo adopte y pueda vivir en familia y feliz.
Casi tres horas después de haber ingresado el veterinario salió a darnos el parte medico, la operación había sido un éxito y todo iba marchando bien, nos recomendó irnos a nuestra casa ya que el perro pasaba la noche internado y al otro día por la mañana podíamos ir a buscarlo.


El dia siguiente fue increíble, a las nueve de la mañana estábamos los tres parados en la puerta, el veterinario nos hizo pasar y ahi estaba, con cara de miedo, ojos tímidos pero con una vitalidad en su mirada que llenaba el corazón de cualquiera.
Le pusimos su collar nuevo y emprendimos viaje a la casa de uno de mis amigos que tenía el permiso para darle un hogar transitorio. Fue nuestro perro de verano, le pusimos de nombre Tronco, ya que habíamos comprobado que era un perro duro de romper, a los pocos días recuerdo verlo correr con un poco de dificultad pero con una alegría en su cara que parecía agradecernos solamente con su actitud.


El verano estaba por terminar, y mi amigo volvía con su familia a su apartamento en Montevideo y les era imposible llevar a Tronco a vivir con ellos, la angustia y la preocupación nos duró poco ya que el tío de mi amigo se había encariñado mucho con este ahorro y decidió si todos estábamos de acuerdo llevarlo a vivir con el al campo.
Que mejor vida para este perro que casi estaba perdido, era un perro sano con mucha energía y con un futuro en un campo enorme lleno de animales.


Recuerdo la sensación de gratitud y bienestar que me generó esa situación, era la persona mas feliz del mundo simplemente por sentir que le había dado una segunda oportunidad a este animal, y que las circunstancias de la vida hicieron que el destino nos cruce en ese mismo lugar. Hoy en día pienso en esa situación y la sensación de gratitud es aun mayor, y el aprendizaje que me dejó este animal fue enorme, años después comencé un voluntariado en un refugio de animales de mi ciudad, siempre tengo una bolsa de ración tanto en el auto como en mi mochila y siempre que veo un perro en la calle paro a darle comida.
Es increíble el poder que tiene una buena acción sobre otro ser vivo, sentirse orgulloso de lo que uno es y lo que uno hace es impagable.
Por mas que no parezca mucho, todo tipo de ayuda suma, puedes tener comida en tu casa por si aparece un perro, dejarles un plato con agua para los días de mucho calor, e incluso puedes sumarte a colaborar con el refugio de tu zona, ir a bañar un perro, construirle una casa, o simplemente pasar un buen rato con ellos, te aseguro que va a ser un beneficio mutuo.

Créditos:

Photo by Anoir Chafik on Unsplash