Como si fuera
El crimen se ejecutó a la hora exacta, el día preciso. El sicario sonrió cuando disparó el único tiro, el cual fue calculado con la maestría de un verdadero asesino.
El autor intelectual de este asesinato fue informado por el propio ejecutor. Desde lugares distantes ambos bandidos brindaron entre sí. Ante el roce de las copas pedazos de cristal cayeron en los pisos. Una gota de licor rodó de Este a Oeste, mientras otra gota se deslizó desde el Oeste al Este, hasta encontrarse y formar una lágrima, como si fuera de la madre del occiso.