Soñar

Los sueños nos motivan a no dejarnos consumir por el tiempo. Tener un sueño no es más que imaginar y desear un futuro donde nos visualizamos felices y plenos.

El movimiento surrealista en Europa, por los años 1920 se planteaban los sueños como una forma alterna a la funesta realidad que vivían. Entre tanto clima de guerra estos jóvenes como Luis Buñuel y André Breton deseaban una realidad distinta que los llevó a proyectarla en sus artes, ilustraban la disconformidad contra el sistema al mostrar otra realidad alternativa que nacía de ellos, de su perspectiva del sueño.

Nuestros sueños cambian cada vez. Un día queremos algo otro queremos otra cosa y así vamos por la vida. Pero siempre tenemos más sueños que acciones, a veces no podemos controlar nuestros pensamientos y por tanto no paramos de imaginar.

Fuente

Soñar no es malo, pero en sí no es un buen negocio sino lo complementamos o mejor dicho, superamos con nuestras acciones.

Soñamos porque no estamos conformes con lo que percibimos en nuestra vida. De alguna forma empezamos a cambiar cosas de ella para percibir cosas mejores y así sentirnos a gusto con nuestro yo.

Por ejemplo en los artistas vemos constantemente como en su trabajo ilustran sus deseos. Ellos proyectan lo que quieren ver, escuchar o sentir además de lo que dicta su imaginación o los mismos sueños. Y así crean su propia realidad en sus obras.

Fuente

Sin embargo la cuestión del sueño debe ser una fase de preparación para los futuros resultados. Es decir, el sueño es una forma de tomar vuelo para ejecutar nuestros planes.

Soñar no cuesta nada, es bello y gratis, pero si soñar no llena el vacío que todos en algún momento tenemos y solo nos da para desear y desear mas y mas, no vale la pena soñar tanto sin fijar acciones.

Ciertamente sin los sueños no existen los grandes proyectos. Toda gran idea se da por un gran sueño.

Hay veces en que nuestro pesado ego sublima tanto los sueños, el querer hacer, desear, que nos olvidamos de lo dura que es la vida y el tiempo que, la primera pudiera darte un golpe final sin avisar y el segundo te consumiría mientras se burla de nosotros.

Sin querer creo que todos hemos puesto a los sueños en un pedestal, cuando nuestros posibles resultados futuros son los que deberían estar en ese pedestal. Y es allí donde nuestro ego se pierde en la adicción a desear, impidiéndole a nuestro yo emprender el sueño en forma de proyecto-acción.

Aunque a veces no lo veamos o intentemos esconderlo, ese soñar tiene en el fondo mucho valor sea en forma de dinero, reputación o fama que en primera instancia puede no dejarse ver pero que nuestro inconsciente percibe como algo casi imposible y nos genera una ansiedad bárbara.

Fuente

Soñar no es un buen negocio sino invertimos nuestra energía y tiempo en un buen plan. Hay que cuidar las emociones de tantos sueños, que en muchos casos pasan a convertirse en pesadillas que no nos dejan soñar frescamente y mucho menos actuar en pro de nuestros objetivos.

La adicción a soñar desgasta a través del ego.

La clave está sin duda alguna en administrar nuestra energía vital. Una parte muy pequeña para soñar, imaginar, visualizar y generar ideas. La otra parte para el plan de acciones concretas que se olvidarán de que los sueños existen como una persecusión de lo que deseamos, porque lo que veremos ya no será sueño sino un proyecto repleto de frutos, y la vida se convertirá en un sueño en sí mismo y los sueños pasarán a ser realidad.

FL