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Una tierra maldita

El espejismo de la riqueza ilimitada
manando de las entrañas de la tierra
sin esfuerzo ni trabajo,
sin merito, sin inteligencia,
sin merecimiento.

Construida sobre las espaldas sufridas;
emigrantes esforzados hicieron un paraíso.

Triste descuido;
entre tanta abundancia
no consideraron eliminar las plagas:
piojos, garrapatas, sanguijuelas, zánganos...

Criaron una generación parásita
incapaz de construir o producir.
Apenas consumidores hambrientos,
infernales ladrones,
parricidas desvergonzados,
criminales sin moral,
sin vergüenzas carentes de criterio,
sin sentido común;
ávidos de riquezas y lujos.

Incapaces de generar ningún bien
roban y destruyen cada día,
cuanto tocan lo destruyen,
no tienen manos ni pies;
pezuñas y hocico que todo corrompen,
refocilan en fango y sangre.

Nacidos del resentimiento y la envidia,
aspiran al lujo y la ostentación

Aberración indescriptible.
Se jactan de sus crimines,
sienten orgullo por sus fechorías,
ríen su bestialidad.

Si algún objetivo persiguen
será la destrucción, la aniquilación;
esclavizar al que puedan,
someterlo a sus bajezas,
corromperlo hasta que como ellos
nade en fango de sus excrementos
y respire la sangre de las victimas.

Sangre de miles, llanto de millones.

Gritos de dolor,
hambre, miseria y desesperación
claman a un mundo sordo y ciego;
enfermo del mismo mal.

El fin de todos sera igual.

Hambre, dolor, angustia y silencio
cubrirá los sepulcros
y a los últimos insepultos,
fétidos, putrefactos.

Nadie verá, nadie sentirá nauseas.

Sin pena ni gloria,
nadie recordará una tierra de gracia
maldecida por sus hijos.

Así termina el cielo en infierno.

Silencio.