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El sol ascendía por el oeste y el rocío de la mañana hidrataba mi piel, el río suena a lo lejos y no dejo de pensar que : Está cota de malla no me queda, las hombreras me comienzan a pesar, la pechera me corta el aire y mi escudo ya no aguanta un golpe más.

Mi caballo está enfermo solo se sienta, descansa y se pone a pastear, mi alfajora se está quedando vacía así como mi espada se quedó lentamente sin filo tras pelear batallas ajenas, victorias a medias y amigos que no me dejaron otra opción, el sigue pasteando y yo me resigno a mi situación.

Hoy no llegare al castillo, hoy no cenare en la mesa, hoy mi título cae como el rocío en mi cabeza, ya no tengo título mucho menos estandarte, solo me queda una espada rota y de mis rodillera solo una parte, pues no puedo ser ya un caballero ni escudo , ni hechicero no más... no puedo quedarme en el castillo mientras veo que lentamente te vas.

Así que me quito todo lo que durante tanto me protegió, así que grito en silencio cuanto mi corazón te deseo, pues solo te encontré en mi bosque tan lejanos y oscuro, entre sombras pardas y pedazos de un corazón duro, donde encontré tantas verdades y tan misterios que me dejaron siendo más complejo que a mi llegada.

Eres una hada, pequeña suave y sutil, tu piel como el marfil y yo con estas manos suaves que no te puedo moldear, brincas y brincas de charco a ramal y solo veo tus alas oscura que más que miedo dan tranquilidad , esa que te otorga el silencio cuando la lluvia cae sin desistir esa que te da el miedo cuando se aleja al fin.

Yo entonces entendí que no puedo ser tu caballero, ni heredero ni rey, ni un título más, me desprendí de todos mis bienes para entre tus hechizos anidar, así que decidí levantarme y hacia el bosque mi camino recorrer aunque ya comienza la tarde y mi pasado comienza a parecer.

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