Relato - Malviviendo

in #spanish7 years ago (edited)

Lepori, tan harto de sí mismo como de los problemas que le regala la vida, se encuentra tirado en el sofá en mitad de un piso tan descuidado que si no fuera por la luz colgando del techo, parecería estar en ruinas, el papel de las paredes está arrancado en su mayoría, dejando ver ladrillos untados de demasiado cemento, el televisor es lo único del salón que parece estar en buenas condiciones, aunque muy antiguo sigue dando señal emitiendo un canal de noticias a las que el hombre desquiciado y falsamente acomodado ignora, fumando y tirando las cenizas en un suelo lleno de latas vacías, y manchas de comida. La pequeña bombilla intermita constantemente, tan falta de ánimos como el mismo Lepori.

De repente alguien toca a la puerta que se halla a unos cuatro pasos del sofá, Lepori lo ignora con redundancia y sigue fumando su cigarro, al que le queda poco para extinguirse.

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  • Lepori, soy yo, Bracco. Necesitamos hablar sobre lo que te comenté el otro día.

Con una mirada irónica al oír esas palabras, Lepori mira hacia la misma luz que no acaba de decidirse entre encenderse o apagarse. Pega una calada y otra mientras Bracco parece intentar abrir la puerta y sigue picando cada vez más desesperadamente.

  • ¡Lepori, puedo oír el televisor, sé que estás ahí!

El anciano, sobresaltado, mueve la cabeza aún tumbado en el sofá buscando el mando para apagar el aparato, esperando que eso dejara de delatarle. No logra ver nada desde su posición, y lo único que hay en la habitación son el sofá y la televisión. Sólo se le ocurre un sitio donde pueda estar el mando. Se sienta un momento y rápidamente busca entre los cojines. Efectivamente lo encuentra y apaga la TV cuanto antes con la esperanza de que el joven dejara de insistir.

  • Oye, ¿acabas de apagar la tele? Eso es un error de novato, si querías ocultarte lo mejor hubiera sido no hacer nada. ¿sabes?

“¿Pero a quién se cree que llama novato este crío?” piensa Lepori mientras mira a la puerta sobrecogido por su error. Bracco insiste, pero Lepori simplemente no quiere soltar ni una palabra, el hombre está tan entretenido pensando que se olvida del cigarrillo en su mano. No puede evitar quemarse soltando un pequeño chillido y dejando caer el cigarro por la sorpresa. Se levanta con la energía que le está dando el nerviosismo para apagarlo.

  • Venga, anciano. No me obligues a tirar la puerta, ese no es mi estilo y yo no tengo mucho músculo para hacer algo así. Además los vecinos igual se quejan.

Bracco no para de hablar durante minutos seguidos, comenta que su trabajo le aburre en situaciones así y que debería haber venido acompañado. Lepori simplemente no puede soportar más su charlatanería:

  • Ya te dije que no hay nada que hablar, ¡Lárgate!
  • Mira, ya que no me abres, mañana vendré con unos mat... amigos míos y nos recibirás bien.

Lepori sin pensarlo dos veces, abre la puerta y ve al joven sonriente, al ver esa expresión odiosa, casi le fallan las fuerzas para no golpearle. Inevitablemente le deja entrar y pasan juntos un par de horas, hablando de asuntos sucios que llevarán a Lepori a límites hasta entonces insospechados.


Ésta es precisamente la continuación del anterior relato, como ya dije. Aquí al menos no me tuve que conformar con un diálogo puro entre los personajes. Espero que esta pequeña historia os haya gustado y estaré encantado de oír cualquier opinión.

Un saludo cordial ~ SAW

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