Evangelio del día - Sábado de la 12.ª sem. del Tiempo Ordinario

in #spanish7 years ago (edited)

Evangelio según san Mateo
Capítulo Ⅷ, versículos 5-17

Sábado de la 12.ª sem. del TO


En aquel tiempo, Jesús,

abiendo entrado en Cafarnaúm, se llegó a él un Centurión, rogándole¹, y diciendo: Señor, mi siervo paralítico está postrado en casa, y es reciamente atormentado ².

Y le dijo Jesús: Yo iré, y lo sanaré.

Y respondiendo el Centurión, dijo: Señor, no soy digno de que entres en mi casa; mas mándalo con tu palabra, y será sano mi siervo ³. Pues también yo soy hombre sujeto a otro, que tengo soldados a mis órdenes, y digo a este: “Ve”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace ⁴.

Cuando esto oyó Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: Verdaderamente os digo, que no he hallado fé tan grande en Israel ⁵. Y os digo, que vendrán muchos de Oriente y de Occidente, y se asentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados en las tinieblas exteriores; allí será el llanto y el crujir de dientes ⁸. Y dijo Jesús al Centurión: Ve; y como creíste, así te sea hecho. Y fue sano el siervo en aquella hora.

Y habiendo llegado Jesús a la casa de Pedro, vio a su suegra⁹ que yacía en cama, y con fiebre; y le tocó la mano, y la dejó la fiebre, y se levantó, y los servía. Y siendo ya tarde¹⁰, le presentaron muchos endemoniados; y lanzaba con su palabra los espíritus, y sanó todos los enfermos; para que se cumpliera lo que fue dicho por el profeta Isaías, que dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y cargó con nuestras dolencias¹¹.



¹ Este era un oficial de ejército, o capitán de cien soldados. Las legiones romanas eran mandadas por tribunos, que corresponden a nuestros coroneles, y repartidas en compañías de cien hombres; de donde se dio el nombre de centuriones a sus capitanes. Aunque Herodes Antipas era tetrarca de la Galilea, esto no obstante los romanos, como propios y verdaderos soberanos, mantenían allí sus tropas. Los Padres han creído que este Centurión era gentil, lo que realza mucho más el ardor de su fé. San Lucas (Ⅵ 6) dice, que envió sus amigos, y que no fue en persona, por contemplarse indigno de ponerse en la presencia del Señor; lo que parece ser contrario a lo que dice aquí San Mateo. Pero este santo Evangelista se sirvió de una manera de hablar muy usada, diciendo que fue a buscar a Jesu-Christo; esto es, enviando para esto sus amigos, y los principales de los judíos. Véase en el capítulo Ⅺ 3 otra manera de hablar semejante a esta: Y le dijo: esto es, le hizo decir por sus discípulos.

² Vean este ejemplo aquellos señores inhumanos, que maltratan a sus siervos, no se cuidan de ellos, y en sus mayores necesidades no acuden a socorrerlos.

³Jesu-Christo solamente con acercarse a la casa del Centurión encendió su corazón, le descubrió su divinidad, que ocultaban los velos de un cuerpo mortal, y le hizo decir estas excelentes palabras, que han merecido ponerse en la boca de todos los cristianos, cuando reciben el adorable cuerpo de Jesu-Christo.

⁴ Como si dijera: Si no obstante que yo estoy subordinado y sometido a otros, los que lo están a mí me obedecen prontamente, cuando les mando alguna cosa; ¿cuánto más bien seréis Vos obedecido, siendo un Dios todopoderoso e independiente, luego que mandareis y ordenareis alguna cosa?

⁵ Cuando Jesu-Christo se maravilló de la respuesta del Centurión, ninguna cosa admirable encontraba en ella, sino lo que Él mismo había inspirado en el corazón de este oficial por Su gracia; pero maravillándose de esta gran fé en un gentil, quería que la admirasen no solamente todos sus discípulos y judíos que le seguían, sino también toda la posteridad.

⁶ A semejanza de este gentil, vendrán otros muchos con igual fé de todas las partes del mundo, y merecerán el premio que está destinado para los verdaderos hijos de Abraham, de Isaac y de Jacob.

Mas los hijos del reino; esto es, los herederos naturales, los hebreos, en quienes ha estado la verdadera religión, el templo, el sacerdocio, la ley del verdadero Dios, y a quienes principalmente pertenecen las promesas de la salud y del reino eterno, serán excluidos de él por su culpa, y arrojados en las tinieblas exteriores del infierno. Esto hace alusión a los festines que celebraban de noche. La sala del festín estaba toda iluminada, mientras que fuera no reinaban sino tinieblas; y así este lugar se puede traducir: Mas los hijos del reino serán echados fuera en las tinieblas: todo lo cual es figurado (véase Mt XXV 1-41 y Lc XIII 24).

⁸ Al cumplimiento de este suceso mira también lo que anunció Sof I 15 (véase Mt XI; XIV 8-21; Lc XXI 25-26; XXIII 30).

⁹ En la misma ciudad de Cafarnaúm.

Su suegra : De Pedro especialmente entre el resto, es evidente que él tenía una esposa, pero como dice Jerónimo, después de que fueron llamados a ser Apóstoles, ya no tenían más compañía carnal con sus esposas, como lo demostró por las mismas palabras de nuestro Salvador: El que ha dejado a su esposa, etc. Y así en la Iglesia Latinase ha usado siempre, que los varones casados puedan ser o sean todos los dichas hechos Sacerdotes, ya sea después de la muerte de la esposa, o con el consentimiento de ella de vivir en continencia perpetua. Y si los griegos tienen Sacerdotes que se regulan de otro modo, Epifanio, un Doctor Griego, les dijo que lo hacen contra los Cánones antiguos, y Pafnutio lo expuso claramente en el primer Concilio de Nicea. Pero es más que claro que nunca ha habido en la Iglesia Griega o en la Latina un ejemplo genuino de alguien que se haya casado después de recibir las Órdenes sagradas (DR).

¹⁰ Era sábado, y hasta ponerse el sol no querían los judíos hacer cosa alguna. Entonces presentaron los enfermos a Jesús (véase Mc I 32 y Lc IV 40). Esta expresión, o como se lee en Mc I 32: Vespere facto, cum occidisset sol (Y por la tarde puesto ya el sol), que señala el tiempo en que traían al Señor los enfermos, es enfática, y que no sin gravísima causa añade aquí el sagrado Evangelista. Véase Teofilact. in Marc. c. I, & in Matth. c. VIII, & in Luc. c. IV, San Juan Crisóstomo. homil. XXVII in Matth. VIII. Dejando a un lado la religión del sábado, del que Jesu-Christo era el Señor, y en que sin faltar a ella podía curar (como Él mismo dio en rostro a los judíos); parece que la razón principal era porque en aquella sazón era cuando los enfermos eran más atormentados, como que era la hora en que, como la experiencia muestra, se agravan más los enfermos; por manera que por aquí podemos inferir que el Señor, para descubrir más su virtud omnipotente, los curaba en aquel tiempo en que estaban más agravados, desahuciados y sin esperanza.

¹¹ Este lugar de Isaías (LIII 4), que cita aquí San Mateo, se entiende principalmente, según San Juan Crisóstomo, de las enfermedades espirituales de nuestra alma, que el Señor haciéndose hombre se dignó tomar sobre sí, ofreciéndose como una víctima a la justicia de su Padre para satisfacer por nosotros. El Evangelista habla también de las enfermedades corporales, porque son efectos del pecado. Y además de esto por las curaciones del cuerpo se indican las que hizo el Médico divino en las almas.




Traducción tomada del Tomo I del Nuevo Testamento, de la Biblia de Scio

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