Después de unas vacaciones de steemit, he regresado con más historias para contarles. El motivo de mi ausencia era mi carrera, pues como ya he dicho en muchas oportunidades, soy estudiante de medicina.

No puedo quejarme de mi carrera, sí, es cierto que es muy exigente, debe estudiarse muchísimo; pero la verdad es que es muy hermosa. Sin embargo, hoy no vengo hablarles de que tan difícil es la medicina, sino de algo más gracioso y que quizás pueda ser entretenido para ustedes.

Todo estudiante de medicina (y estoy seguro que de cualquier carrera) tiene historias y anécdotas que contar. Yo no soy la excepción, así que hoy quisiera compartir con ustedes algunas de ellas. En su momento, claro que no fueron nada graciosas y divertidas, me avergonzaron muchísimo. Pero hoy en día, si las veo de esta manera; y espero que ustedes logren reírse un poco también. Así que dejémonos de tanto parloteo y comencemos.

Esto me pasó el año pasado, estaba cursando el 3er año de la carrera. Yo soy de las personas que cuando está muy nerviosa, le dan muchas ganas de hacer pipí. Estaba en pleno seminario, a punto de comenzar a hablar, cuando me entraron unas ganas horribles de ir al baño, no podía interrumpir a mi compañera, así que decidí callarme y continuar.

Cuando llegó mi turno de hablar, yo no aguantaba las ganas, así que me pasé el resto del seminario saltando y moviéndome para no hacerme pipí encima; mis compañeros se reían y no entendían porque actuaba de forma tan extraña. A penas terminé de hablar, pedí permiso al profesor, y salí corriendo al baño.

Esto me pasó también en pleno seminario, con el mismo profesor de la historia anterior. Estaba tan nerviosa, que mientras hablaba rompí mi tacón y tuve que pasar el todo el seminario cojeando, el resto de mis compañeros se reían; y para completar, también tenía muchas ganas de hacer pipí.

Esto ocurrió hace algunas semanas, en la cruz roja. Una de las enfermeras me estaba enseñando como preparar y aplicar un medicamento por vía endovenosa. En lo personal, me da muchísimo miedo pincharme, así que me pongo nerviosa cada vez que voy aplicar un tratamiento. Cuando iba a sacar la aguja de la vía del paciente, la enfermera me atravesó la mano para sostenerme el obturador, y ¡LA PINCHE!.

Ella se lo tomó súper bien, no estaba nada preocupada ni enojada. Me dijo que no importaba, que estaba bien, pero yo me moría de la pena, y pasé el resto de la guardia pidiéndole disculpas. Aunque muy en el fondo, estaba muy feliz de que no fuese yo la que se pinchó; si hubiese sido así, juro que me fuese dado un infarto.

Esta historia ocurrió en Diciembre del año pasado. Estábamos celebrando en una discoteca, que habíamos salido de vacaciones de la universidad. Tomé tanto alcohol, que tuve una borrachera tremenda, y ¿adivinen qué? ESTABA EL MISMO PROFESOR de las dos primeras historias.Lo peor de todo es que el me vio en ese estado y recuerdo que me hablaba y trataba de ayudarme; fui tan estúpida que le dije mi segundo nombre.

Una semana después, yo tenía una evaluación con él, era un interrogatorio. Cuando llegó mi turno, yo esperaba que él no me reconociera. Como mi primer nombre es Rosaura, supuse que no sabría que yo era "la loca borracha de la discoteca" porque yo sólo le dije mi segundo nombre (Emperatriz). El me llama por mi apellido, y me dice que me siente, cuando de repente sin esperarlo, me pregunta, y dime EMPERATRIZ (haciendo énfasis en mi nombre y de forma muy irónica) ¿cómo te sientes el día de hoy? y se sonrió. Juro que me moría de la vergüenza.

Muy bien amigos, eso fue todo por el post de hoy. De verdad espero que se hayan reído con él y que les haya gustado. Nos leemos muy pronto.