Capitulo I

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Estoy cubierto de sangre de los pies a la cabeza, todo es muy confuso, un cuerpo yace frente a mí, el reloj que esta de frente al cuerpo marca las 4:00am, escucho la puerta de la vecina crujir; enseguida entro en pánico, busco la vía de escape mas cercana, veo la ventana de la cocina, me muevo rápidamente al pie de la ventana que da para un callejón, pienso en saltar pero... ¿Desde un piso 2? Me Podría fracturar las piernas y ahí sí que me vería en apuros.

Estaba todo tan oscuro que no podía ver el sitio aproximado de mi aterrizaje.

Escucho una voz gritar en el pasillo seguido de unos golpes a la puerta.

—¿Señor José se encuentra bien? ¿Que ha sido ese ruido? ... ¡Señor José Responda!

El cadáver de José yacía frente a la puerta... cuando escucho el sonido del perno girar, mis dudas desaparecen. ¡No puedo dejar que la anciana me vea!

Reúno coraje y logro saltar por la ventana.

He caído en el parabrisas de una camioneta, acto seguido escucho un grito de horror que se oye en todo el edificio, la anciana había descubierto el cuerpo.

Me he malogrado la pierna, toco lo que parece ser sangre, la adrenalina hace su mejor efecto y logro sacar los pedazos de vidrios enterrados más grandes sin que me duela mucho. Con dificultad empiezo a caminar hacia la avenida principal antes de que los vecinos puedan verme, no puedo ver casi nada, solo las luces de la avenida al fondo del callejón.

Logro llegar a un teléfono público y enseguida llamo a un compañero de la agencia.

—¡Ernesto! ¡Necesito que me vengas a buscar muchacho!

—¿Richard? ¿Qué ha sucedido?

—Nada chico, te explico en lo que llegues. Te espero en la esquina de la 45 y la 29. ¡Apúrate!

—Okey, enseguida voy. ¡No te muevas de allí!

Mi pierna no para de sangrar el dolor es insoportable, camino 2 cuadras hacia la 45, logro ver uno de los autos negros de la compañía estacionado al costado de la calle... es Ernesto, cruzo la calle me monto en el auto con mucha dificultad intentando no enterrarme más los vidrios de la pierna.

—¿Que te ha pasado Richard? ¿La edad te está afectando ya?

—¡Cállate y maneja! Toma la 32 al hospital metropolitano, si sigo botando sangre te vas a quedar sin compañero.

—¿Pero en serio dime que te ha pasado? ¿No se trataba simplemente obtener información? ¿Cómo diablos terminaste así?

—José está muerto... Se metió un tiro mientras charlábamos, pude averiguar el lugar y el día en que harán el contrabando con los desaparecidos, también la locación de varios miembros del cartel de riachuelo. Esa información es muy valiosa muchacho...

—¡Tenemos que detenerlos! Es imperdonable que trafiquen con las vidas de las personas... ¿Quiénes se creen que son?

—Todo a su tiempo muchacho, primero necesito curarme la pierna, concéntrate en el volante.

—¿Y bien? ¿Cuál es el lugar y la fecha?

—Se realizara en el distrito de San Juan cerca del rio Linares, el 22 de marzo.

—Dentro de 1 mese y 4 días, si no me equivoco. ¿Qué haremos?

—Hay que hablar con el Jefe para planear una estrate- ¡Ah! ¡Cuidado con los huecos! ¡Fíjate por donde vas! ¡Tengo la pierna llena de vidrios, Joder! Hablamos después. Concéntrate en el camino, siempre has sido un pésimo driver Ernesto...

Capitulo II

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Han transcurrido dos semanas y media me encuentro en el hospital metropolitano, la habitación es pintoresca tiene una buena vista de la ciudad, la comida es un asco. De momento puedo caminar bien y correr con algo de dificultad, aprovecho para practicar cuando ninguno de los doctores o enfermeras se encuentran por ahí. Mi hija Michelle ha venido a visitarme el día de ayer, me trajo un almuerzo que ha hecho que quiera dejar este hospital más de lo que ya quería hacerlo. Hoy es miércoles 7 de marzo, no puedo estar aquí tranquilo mientras los demás están planeando la operación contra el cartel. Los muchachos de la agencia han estado viniendo para explicarme con detalle cada paso de la operación. Luego de comer en la tarde, como a eso de las 3:00pm Ernesto y el Jefe Zaragoza irrumpen en la habitación…

—¿Que hubo, Richard? ¿Cómo te sientes?

—Listo para el oficio, Zaragoza. Usted y yo sabemos que cosas como estas son parte del trabajo.

—Me alegra verte animado amigo pero, tengo buenas y malas noticias.

—No andes con rodeos, dime las malas primero.

—El jefe de la policía estatal, le ha quitado el porte de armas a la agencia de detectives. Alegando que solo la autoridad debería portar armas en la ciudad.

—¡Ese bastardo! ¡Bueno para nada! ¿Cómo es que ha logrado ser inspector en jefe de la policía? ¡Corrupto mal nacido!

—Cálmate Richard, recuerda que las paredes tienen oídos.

—Lo sé, Jefe.

—Estoy seguro que por mérito propio no llego allí...

—¡Al fin dices algo coherente Ernesto! Estoy de acuerdo... ¿Que procede Zaragoza? ¿Deberíamos investigar el mérito del señor Alejandro Ramírez?

—Eso es lo que procede pero, bajo completa discreción, recuerden, cuando salga de esta habitación, esta conversación no tuvo lugar.

—¡Entendido!

—¿Cuáles eran las buenas noticias?

—El caso de José fue declarado suicidio por la policía estatal pero, extraño que no hayan hecho más investigaciones. Algo me huele mal.

—¿Y se supone que esas eran buenas noticias? ¡Jajajaja!

—Bueno Richard, Ernesto y yo volveremos a la agencia, mañana te reincorporas. Nos vemos mañana.

—Hasta luego caballeros.

Al día siguiente, el doctor me da de alta. Al fin fuera de ese hospital con horripilantes comidas, me dirijo a una cafetería que queda en la 25, había tráfico en la ciudad así que me bajo del taxi y camino 6 cuadras para llegar, mi pierna ya no me dolía. Entro, me siento en la barra, ordeno un expreso y un desayuno tipo americano, disfruto tranquilamente mi desayuno, justo cuando estoy terminando mi plato ciento un hierro en mi espalda y una voz que me dice muy seriamente.

—No voltees...

Continuara…

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Espero que les haya gustado. Es la primera vez que me animo a escribir un tipo de historia como esta. Espero sus críticas constructivas en los comentarios por favor, estaré escribiendo los capítulos III y IV mas adelante.

¡Muchas gracias por tomarse el tiempo de leerme!