¡No te quejes más!
Se cuenta la historia de una mujer que vivía todos los días con una continua queja en su boca. Siempre se lamentaba por que su hijo dañaba muchos zapatos. Era un situación que la tenía al borde de la locura. Cada vez que compraba zapatos nuevos para su hijo, no pasaban ni dos días cuando ya estaban rotos o en mal estado.
Cierto día, se encontraba en una banca de un parque viendo a su niño jugar, correr y rodar por el césped cuando de pronto a su lado se sienta una dama que observa cariñosamente al pequeño y pregunta:
-- ¿Es su hijo?, es un niño muy saludable y alegre.
A lo que la madre responde:
-- Sí, es mi hijo. Bastante inquieto y curioso. Además le gusta romper demasiados zapatos.
La dama responde:
-- ¿Romper zapatos? ¿Porqué lo dices?
Responde la madre:
-- He perdido cuentas de la cantidad de zapatos que le he comentado comprado pero todos los rompe no les duran ni un mes. ¿Y usted, tiene hijos? ¿Cuántos zapatos rompe al mes?
Dice la dama con voz entrecortada y llorosa:
-- Sí, tengo un hijo y dé gracias a Dios que su niño arruina zapatos. Mi pequeño es paralítico, nunca podrá caminar, ni correr, ni rodarse por el césped y mucho menos romper zapatos.
Aquella mujer cerró su boca aprendiendo la lección que la dama le dió y desde aquel día no volvió a quejarse.
Reflexión
¿Cuántas quejas salen de tu boca a diario? O ¿cómo te sientes al escuchar a una persona quejarse todo el tiempo? A mi me ha pasado y es bastante molesto.
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Lucas 1:37: "Porque nada hay imposible para Dios."
Nos pasamos la vida quejándonos, siempre con la misma canción, no le cambiamos la melodía a nuestro vocabulario. En vez de perder tiempo soltando quejas mejor agradece.
¿Que no tienes un auto con el que te puedas trasladar de un lugar a otro?, agradece que tienes dos buenas piernas con las que puedes caminar. ¿Que no tienes una casita propia? Agradece que no tienes que dormir en la calle. ¿Que no eres millonario? Agradece que tienes lo suficiente para comer y subsistir. La vida llena de quejas se hace pesada. Por mi parte considero esas actitudes quejumbrosas como un mal hábito, una mala costumbre.
Recuerda esto siempre: Tu lengua, tus palabras tienen poder.. No es bueno ni sano andar por la vida siempre con un lamento, quejándose de tu esposo, de tu hijo, de tu mamá, de tu trabajo, de tu suegra, de todo. Trata de ver el lado bueno de todas las cosas esto resultará mucho mejor, te lo aseguro.
Las personas quejumbrosas disfrutan vivir contando problemas y sumergidos en la victimización. No seas de este tipo de personas que suelen ser tóxicas. No seas parte del problema sino de la solución.
DIOS TE BENDIGA
DIOS TE BENDIGA
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