De la tecnología

in #spanish6 years ago (edited)

Contra todo lo que podemos decir que es malo de la guerra, hay una bendición históricamente comprobable que casi inevitablemente nace de la misma: el progreso tecnológico.

Demócrito y Polibio, cientos de años antes de que los romanos clavaran al judío incorrecto a un tronco, desarrollaron sistemas de comunicación a distancia basados en antorchas para facilitar la guerra. El gran Alan Turing, miles de años después y martirizado luego de ser clave para la victoria de los aliados en la segunda gran guerra, hizo exactamente lo mismo, pero con mucha mayor eficiencia.

La fibra óptica y microondas por las que este mensaje viaja no son producto de la paz. Tampoco la máquina en la que yo escribo y tu lees: se inventaron, todas ellas, con el principal objetivo de matar más eficientemente a alguien. Y ese es el punto.

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El código Manchester es una de las primeras implementaciones de código binario sobre señales eléctricas.

La primera tecnología destructiva (disruptor tecnológico le llaman los analistas hoy en día), es la pedrada y sus anexas: la quijada de mula, el hacha de piedra (Remember Odisea 2001)... y luego se sumaron muchas otras formas más eficientes de matar. La más efectiva de la prehistoria, definitivamente, fué el fuego.

Y en cuanto supimos cómo hacer fuego, encontramos la manera de usarlo para comunicarnos: señales de humo, antorchas, los 'beacons' de aviso, las lámparas de aceite en los barcos.

Se forjó el cobre, el bronce, la espada, el hierro, el escudo, lo que corta y aplasta y lo que nos proteje y resguarda de nuestra creación y, durante un largo período, en el que creo que todavía estamos, simbolizan a veces el odio, a veces el amor.

Los chinos y japoneses conservan la analogía entre la pluma y la espada con toda una mística de la destrucción y la creación como complementos y nosotros, un poco más naif, de unos siglos para acá queremos aseverar que la primera se impone sobre la segunda.

No queda claro quien tendrá al final la razón pero la evidencia del estado actual de las cosas sí que es clara: lo que mejor hacemos como especie, son las armas.

Láseres, gattling guns, aviones supersónicos, plataformas aéreas de lanzamiento de misiles a control remoto, el simple, elegante Kalashnikov y hasta el internet: tarde que temprano todo eso sirve para mejorar la agricultura, la acuicultura y la convivencia urbana, pero no se empieza por ahí: Nada de eso.

Si de motivadores hablamos, el más importante del progreso tecnológico, es investigar la mejor forma de procurar la muerte: para eso siempre hay presupuesto.

Eso no quita que eventualmente se use la misma tecnología para mejorar la vida porque, postulo, tarde que temprano se dan esos períodos, esas coordenadas de espacio y tiempo en el mapa de la historia de algunos grupos de personas, en los que no hay nadie a quien matar.

Tanatos, parece, como fuerza cultural siempre lleva la delantera lo que, en términos meramente filosóficos, quizás podríamos postular que es la naturaleza de las cosas: sabemos crear la vida y hasta es opcional traer a otro al mundo. De la muerte, por otra parte, nadie se salva: Tanatos es, por tanto, siempre más barato que Eros.

Menuda especie, camaradas simios, en la que nos tocó nacer. Menuda forma de vida a la que le dió por aparecer en esta piedra que llamamos tierra.

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