En Mérida disfruté de largas vacaciones junto con mi Abuela María durante mi niñez. Vive en mi la nostalgia por volver siempre a revivir su hospitalidad.

Volví a Mérida en el año 2013. Luego de más de 30 años.

En esa oportunidad, apenas llegué, me registré en el hotel, salí a almorzar con el grupo que me acompañaba a un restaurancito llamado "La Astilla", ubicado frente a la Plaza Milla.

Estaba tan feliz de volver a Mérida, que sin reparo llamé por teléfono a mi Papá, que es andino y vivió mucho tiempo allí, para contarle que había llegado bien. Luego de saludarlo, me preguntó: - Pero usted dónde está?
-En Mérida, Papá!! , le contesté.
-Si, pero dígame exactamente donde está?
-Aaah!....
Y le conté, que estaba en un restaurant frente a la Plaza Milla, entonces me relató:

Esa es la Plaza Sucre.
No está viendo una estatua blanca? Que esta rodeada por 4 bolas negras? Esa es la única estatua de pie del Gran Mariscal de Ayacucho que hay en Venezuela y detrás de la estatua está una escuela, allí estudié mi primaria. Cuando inauguraron la plaza, yo tenía 12 años y fui escogido para leer una nota sobre el Mariscal, allí al pie de esa estatua.

No pude resistir la tentación de tomarle fotos con la camarita que tenía en ese entonces, mi Panasonic Lumix. Mientras lo hacía pensaba:

Que casualidad que en ese entonces, yo haya regresado a Mérida, la Mérida que el mismo me mostró tantas veces; en esa oportunidad viajé sola, que mi primera visita haya sido esa plaza donde el leyó unas palabras sobre Antonio José de Sucre. Como para que me quede claro, que nunca regresaré sola a Mérida, de alguna manera Papá estará conmigo para mostrarme todo.

Me pregunté: ..sabría ese Adonay Pernía niño que el destino sembraría su vida en la cuna del gran Mariscal por más de 60 largos años? Sospecharía siquiera que sus hijos serían sucrenses?

Nada es casual!
La vida no es un azar incoherente, desvinculado...Más bien, conspira tejiendo hilos con nudos mágicos de transcendencia infinita.
La vida siempre da señales que no atinamos a entender, hasta que las hacemos posibles.