Historia de un suicidio II

in #spanish5 years ago


Imagen cortesía de Pixabay

Preámbulo

Eran las 6.35 de la mañana y se pudiera decir que los últimos pensamientos de un moribundo, lágrimas previas a su propia muerte lo acongojaban, el temor a lo desconocido, a no saber que sentiría al impactar con el agua, si sobrevivirá o morirá ahogado. Sin embargo, de cierto modo lo invade la alegría por el hecho de que ya no sufrirá más por la vida que hasta ahora lleva. Es poner punto final a la debacle, al desastre que lo rodea, es el último aliento…

Nicolás C, así de seco se hace llamar aquel hombre de rostro quebrantado. Un padre amoroso, esposo ejemplar, excelente trabajador, miembro del cuerpo de bomberos con 15 años de servicio y actualmente encargado del grupo de paramédicos que laboran en el comando.

¿Qué sucedió con su vida? Solo se sabe que poco a poco fue perdiendo lo que por largos años había construido. Su esposa se fue de su lado, aun cree que el haber perdido a la pequeña Luciana, hija de la pareja, habría sido el detonante.

Lamentablemente, la niña murió a causa de una enfermedad, cuando nos dimos cuenta, era demasiado tarde para actuar, era difícil, la leucemia acabó vertiginosamente con su frágil cuerpo. Se cree que eso desequilibró el matrimonio, alejando el uno del otro. El amor fue mermando y el alcohol consumiendo al débil hombre.

La tragedia lo abrazó por largo rato, perdió el empleo, fue suspendido del cargo y terminó viviendo solo y a diario sumergido en el alcohol. No es raro que tropiece con el desorden que habita en su hogar, se levantaba y el rostro de Nicolás reposaba encima del vomito de la noche, por estas simples razones, ha decidido morir.


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La Historia


Parte I

Para saber por qué lloro y por qué estoy a punto de completar mi trágica felicidad hay que retroceder las agujas del reloj…

Aquí estoy, derrumbado peor decidido, juro frente a este horizonte y frente al olor del salitre que esta vez será lo último. No puedo más, no quiero más, suficiente con lo que hasta hoy he vivido.

En ese entonces nuestro amigo Nicolás escucha el frenazo de un auto y cuando voltea, ve un vehículo impactado contra una de las bases de concreto de la defensa.

--- Corro al socorro aunque la tristeza me seguía invadiendo por no haber logrado mi cometido. Pero, es mi vocación y mi deber me llama. Pensó Nicolás

Al acercarme noto que es el cuerpo de una joven de aproximadamente 30 años de edad, faltan pocos minutos para amanecer, la gente corre al socorro, el desespero llega y se oyen gritos de lamentos, el comentario más sonado es: ¡Se mató, murió!

Y es que el simple hecho de ver las condiciones en las que quedo el deportivo bastaban para asumir el lamentable hecho. Nicolás, desesperado por salvar aquella vida, comenzó a romper y hacer un lado los vidrios de la ventana.

Sentía cuando los filosos vidrios cortaban mi piel, pero rápidamente me di cuenta que solo era el desespero por salvar a la mujer, así que, retomé la calma y continué sin desesperarme.

Al fin logré sacar a la joven mujer de aquel auto destrozado. Noté que estaba en shock, toqué su cuello y aún tenía signos vitales, su respiración era algo lenta. Su cara había impactado contra el vidrio y la sangre que había perdido, era mucha. Logré inmovilizarla, apliqué los primeros auxilios para tratar de hacerla volver en sí y al notar que sus pulsaciones estaban bajando, decido frotar su pecho y darle reanimación cardio pulmonar y al toser, un coágulo de sangre dio sobre mi rostro, pero volvió en sí, levanté mi cara y con vista al cielo me dije: --- Quise perder y gané, ¡qué extraña es la vida señor!

Sale el Sol y mi mirada anclada en el cielo se pierde entre las nubes, la aurora se deja ver y el auxilio se ve llegar. La chica es llevada en una ambulancia y su mano no quiso soltar la mía. Aquella joven mujer se encontraba bajo los efectos del alcohol, su voz era débil, me pedía que no la dejara sola. Fue llevada al hospital más cercano y atendida de emergencias. Al salir el médico pregunta si soy yo el esposo de la joven; obviamente, mi respuesta fue negativa. Me dijo que si era pariente o cercano a su familia, le expliqué que la acababa de conocer y no sabía nada de ella, me comento que debía practicarme unos exámenes de sangre para descartar que estuviese contagiado. Resulta que la chica era portadora del VIH. Jamás pude creer lo que escuchaba, sobre todo porque la mujer se veía tan bella y tan sana. Fui hasta el consultorio, me realizaron las pruebas y decidí ir a conversar con la chica.

Su nombre, tan seco como el mío era Alicia S. Al verme, me pidió que pasara y entre lágrimas reclamó no haberla dejado morir. Su vida era un desastre, decía. Su vida nocturna y decisiones erradas, no le daban el derecho de seguir respirando. Sonrió con ironía y de las cosas de la vida. Observo el reloj y me doy cuenta de la hora, son las 3.00 de la tarde. Le pregunto por algún familiar, por si deseaba llamar alguien y para avisar del accidente, me pide revisar en su cartera, allí estaba el numero de una hermana, sugirió que tomara nota y le avisara. Al tomar el teléfono para llamar, del otro lado se oye una voz de hombre, su nombre según me dijo, era Pablo. Le comento lo sucedido y me dijo que esperara en el sitio, que le avisaba a su esposa y ella seguro acudiría de forma inmediata.

Al llegar los familiares me tienden la mano y me agradecen por salvar la vida de la joven Alicia, los llevo a la habitación donde se encontraba aún adolorida y me despido. Ella, Alicia, me pregunta que si podrá volver a verme y cómo hacía para contactarme, le di la dirección del grupo de bomberos, que preguntara por el jefe de los paramédicos en el comando y eso era todo. Tomo una servilleta y una pluma que se encontraba en la mesa de noche de la habitación y le dejo allí un número de teléfono donde podía contactarme. Me despido y salgo algo deprimido, los recuerdos de nuevo irrumpieron mi mente, espero el autobús y me dirijo a casa.


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La respuesta a un doble suceso


Parte II

Luego de haber recorrido varias horas en el bus, al fin llego a casa, enciendo la tv y destapo una botella de whisky. Comienzo a recrear lo sucedido, la joven iba ser dada de alta ese mismo día, por suerte no fue nada grave, pudo haber perdido la vida en cuestiones de segundos, pero sin querer ella…interrumpió mis planes y yo los de ella. Seguí tomando hasta acabar la botella y quedarme dormido.

Al siguiente día, me levanta el estruendoso ruido de la tv. Estaba una vez más en el mueble de la sala. Decido tomar un baño para luego preparar algo de comer. Abro la nevera, destapo una cerveza para calmar la resaca y el dolor de cabeza. El frio refrescante y el correr del fluido por mi paladar calmaban acuciante el hambre.

Mientras preparo el desayuno, suena el teléfono y contesto.

--- ¿Sr. Nicolas C?
--- Sí, dígame.
--- Se le habla desde el centro médico para informarle que sus exámenes están listos. Puede buscarlos cuando guste. Pronuncia una voz ronca.
--- En el transcurso del día, pasaré a buscarlos. Respondo con algo de carraspera mientras limpiaba mi garganta.

Retomo de nuevo el desayuno, me siento a comer una suerte de pan tostado, un poco quemado por mi vieja tostadora, tomé un cuchillo de mesa y me dispuse a raspar el pan para limpiar la negrura. Al terminar, le unto algo de mermelada y estrello un par de huevos en la sartén, sin dudas ese era el mejor plato que había comido en meses.

Termino de comer y me asombro, ya habían 10 botellas de cerveza en mi mesa. Debo parar e ir al hospital, el tiempo transcurrió rápido. Entre el descorche de una nueva cerveza, me visto, tomo una chaqueta, una playera, unos jean viejos y saco mis viejas converse debajo del sofá. Mientras amarraba los nudillos de las trenzas, pienso en lo que pudo ser mi vida si hubiese resultado distinto aquel día. Pero, esta vez, como algo extraño, decido no darle tanta vuelta al asunto. Debo salir de las dudas con ese examen, hablaré con el galeno.

--- Aquí tiene sus estudios, juzgue usted mismo.
--- Solo espero no estar tan jodido como debería estarlo cualquier adulto con mi estilo de vida.

--- No se preocupe, como puede ver, los resultados son negativo, aunque mi recomendación es realizar el estudio nuevamente dentro de 6 meses, solo para descartar… digo.
--- Está bien, si sigo vivo dentro de seis meses y si aún no me he pegado un tiro, probablemente vuelva a realizar los exámenes. Pronuncio con un tono irónico Nicolás.

Una mirada dislocada mientras estrecha su mano. El galeno piensa, que tipo tan loco.

Después de un momento tan jocoso, decidí retirarme, tomé el primer taxi que pasó por la carretera y decidí ir de nuevo hasta aquel puente. Estando ahí, observé todo el horizonte, como si fuera una película, recapitulé una a una las escenas de lo sucedido. Pensé que ese momento no debió pasar, que no debí salir de ese lugar. Respiré profundamente y regresé a la casa caminando. Mis pensamientos se tornaron turbios, mientras más caminaba por los oscuros recovecos del suburbio, más melancolía me invadía, un deseo enorme de llorar desgarraba mi pecho. Un grupo de jóvenes me saca del trance, la algarabía de sus sonrisas atrajeron viejos recuerdos y a la vez… la imagen de aquella joven.

Al voltear repentinamente la mirada, al otro lado de la cera, mi vista se topa con un viejo bar, mi refugio, mi compañero del alcohol. Entro para tomarme unos tragos y en seguida me encargo de buscar una acompañante para entibiar la noche. Una rubia con vestido escotado, nada sorprendente, más bien ordinaria para decir la verdad, se me acerca.

--- Invítame un trago, pero que no sea de ese miao de caballo que venden por unas cuantas monedas aquí. No soy de las baratas me dice vociferando con tono confiado y sin siquiera esperar mi respuesta, le pidió al bartender una botella de whiskey escocés.

Sonreí, tomé la botella y serví dos tragos. Pensé: --- Que tipa tan atrevida, aunque sin duda supo sacarme una sonrisa.

--- Venga hombre, ¡hasta que por fin le saco una sonrisa!” Pronuncio con un acento español inconfundible.

--- Solo quiero conversar, y por favor, solo en ingles. Respondí con un tono poco cortante.

--- No creas que soy tan gilipollas, sé cuando un hombre viene por algo que no está en el menú. Pero no creas que no te cobrare, no te saldrá nada barato.

--- No me importa el precio, tan solo termina esa bendita botella que me salió tan cara y conversa conmigo de lo que sea. Supongo que una mujer como tu tiene muchas historias que contar.

Sacó un cigarro y lo encendió, me contó que se llamaba Aitana y que nació en una pequeña comunidad de gitanos en Málaga, entre sueños y desamores terminó en el mundo de la prostitución, soñaba con ser odontóloga, pero entre sus carencias y pobreza, sin darse cuenta, fue llevada a cuatro paredes, un bar, luces rojas y poca ropa, aunque ya a estas alturas estaba acostumbrada al olor a nicotina, al alcohol, a medias luces y al cliente solo queriendo llevarla a una cama para saciar sus ganas.

Casi sin percatarme, estamos en el último trago, me acerco a pasar mi tarjeta para pagar la cuenta y entre risas picaras, nos miramos unos segundos, luego me acerco a su oído.

--- Te prometo que nos volveremos a ver. Le susurro.
--- Y bueno, yo todavía tengo muchas cosas que contar, mi historia aun no está terminada. Responde entre risas.

Al salir con mis pesares y el caminar zigzagueante, divagando, me encuentro nuevamente frente a la puerta de mi hogar, en medio de mi soledad, en plena madrugada, decido llamar a mi ex esposa para hablar con alguien. Sus insultos y gritos se hicieron presentes una vez más, así que decidí cortar la llamada, mis lágrimas comenzaron a salir. Tomé unas cervezas más hasta quedarme dormido.

Me levante al siguiente día cuando tocaban a la puerta, andaba en ropa interior y aliento a licor. Entre dormido, abro la puerta y observo, era Alicia.

Entró sin invitación, saltó sobre el desorden característico de mi soledad, se sentó en el sofá y me observó como diciendo que faltaba algo.

--- ¿Me ofreces algo de tomar?”
--- Si claro. Asiento.

Rápidamente me voy hacia la nevera y la abro, lo único que encuentro es cerveza y una pequeña jarra de agua, saco una botella y la jarra, con cara de bufón levanto ambas en las manos para que escoja.

--- Con el agua estará bien. Responde mientras me miraba de arriba a abajo.
--- Creo que deberías ponerte unos pantalones. Aventuró entre risas.
--- ¡Oh!, disculpa, no había notado que andaba en calzoncillos. Con algo de viveza, sonreí en el coqueteo.

Me dirijo hacia mi cuarto y recojo unas cuantas franelas del piso, me coloqué el pantalón y una franela blanca, me senté a su lado y me dijo que quería hablar conmigo un par de cosas, preguntó si disponía de un par de horas, le dije que si no tenía nada que hacer.

Comentó sobre el día del accidente. Ese día ella había decidido quitarse la vida por lo tanto no hubo ningún accidente. Aún así, en medio de todo aquel intento fallido y su intervención para frustrar su intento de suicidio, estaba agradecida. Preguntó si existía alguna forma de pagarme el favor. Le dije que no, que eso era parte de mi trabajo. está bien, respondió Alicia de manera simple.

Luego, me platicó sobre la pérdida de sus padres, pero yo solo observaba su rostro golpeado, sus morados y sus ojos verdes mostrando ternura. Me habló de sus años en la universidad y de sus errores constante mientras su sonrisa en medio de los moretones me hacía sentir en confianza. Finalmente, pregunto si podía salir almorzar con ella.

Pasa el tiempo y entre almuerzos, risas y paseos, como por arte de magia, empezamos a ver la vida de otro modo, entre regaños al visitarme y arreglar mis cosas, entre sus chistes y hermosa sonrisa, en un momento inesperado y por primera vez, la besé. Esperaba no ser aceptado, creí que no debía y me dijo que también era su deseo desde hace mucho tiempo.

Los días pasaron y ya teníamos más de 6 meses saliendo juntos, en una de sus visitas, Alicia me invitó a salir, comento sobre el deseo ardiente de hacer el amor conmigo y que me tenía una sorpresa. Acepté pero con dudas. Al llegar al sitio tenía una velada para dos en su apartamento, me dijo: --- La única condición será, usar protección. Sin preservativo, no podía pasar nada. Acepté y a decir verdad no creo haber tenido mejor experiencia que la de ese día, fue inolvidable, aún recuerdo, cada beso cada caricia, el sudor corriendo por mi piel, su mirada y el clímax del momento, el vino, las velas, le dieron el color de una gala romántica.

Ese día al salir de su casa, fui al comando donde ya estaba tratando de recuperar mi antiguo empleo, solo faltaba que mi superior aceptara mi reincorporación al batallón, sin darme cuenta, mi casa cambio, mis mañanas ya no tenían que ver con la resaca y el abuso del día anterior, el ejercicio volvió a ser parte de mi rutina y mi mente ocupada con el rostro de Alicia y el pensamiento invadido por sus cosas, la sonrisa fluía de forma normal y fue en ese mismo instante que entendí que todo pasa por un poder divino. Mi vida había sido cambiada por un toque celestial, y Dios había dado un motivo más para seguir adelante, estaba pensando en hacer un hogar en su compañía, en proponerle matrimonio.

Comienza de nuevo la historia


Parte III

El día llegó, invito a Alicia para llevarla a cenar, había doble motivo para esa salida, reasignaron mi cargo y compré el anillo para pedirle matrimonio. La llevé a un sitio acogedor, el mesonero estuvo a nuestro servicio, nos trajo dos copas y una botella de vino, parecía un momento de película. En medio de conversaciones le comento sobre un obsequio, le hago señas al mesero y trae en sus manos unos globos los cuales ella debía pinchar y reventar. En cada uno había un papel explicando los por qué de mi amor y nuestra felicidad. Llego al anillo y al verlo me pregunta --- ¿Qué significa esto?, le dije lo obvio y ofrecí mi propuesta de matrimonio. Aceptó emocionada llena de sonrisas y alegrías hasta un punto en que se quedó callada y triste. Le pregunto qué le pasa y me confesó tener un secreto, algo por contarme. Según, ella no merecía tener un hombre como yo, me había mentido todo ese tiempo, no podía aceptar mi propuesta.

Quedé completamente asombrado, no me dejo pensar más allá, ella salió del lugar, me levanto detrás de ella e insiste diciendo: ¡No puedo! Corrió, tomó un taxi y se fue a su casa queriendo estar sola.

Al día siguiente trato de llamarla pero no contesta. Voy a su casa y no quiere verme, me quedo esperando y le pido que por favor abra la puerta, debemos conversar, en ese momento decide abrir, la veo en el mismo estado del día del accidente, ebria. Le pedí por favor me explicara su actitud, me pide que me siente.

Comenzó a contarme su historia, ella había sido una mujer rebelde, por sus acciones había sido castigada por la vida. El hecho de nunca haber estado conmigo sin protección era porque estaba enferma, tenía una enfermedad incurable y no me podía castigar de esa manera, no quería obligarme a vivir con alguien que tarde o temprano iba a morir.

--- Yo siempre estuve consciente de su enfermedad pero nunca me importo y tampoco quise decirle para no hacerla sentir mal.

Ese día me confesó: ---Soy VIH positivo.

--- Le respondí que de mi parte no existía ningún problema, ese día del accidente lo supe, el médico me lo comentó al pensar que era pariente o alguien cercano a ti, le confesé.

Su reacción al escuchar mi comentario no fue la esperada. Reprochó, como era posible que aún sabiendo eso pudiera amarla, cómo pudiste aceptar una relación bajo esas condiciones?

Mi respuesta fue simple, como conocedor de la salud y practicante de la medicina sabía que la enfermedad no era impedimento para ser felices. El amor se plasma en nuestras vidas y el día a día de diferentes formas. Aún así, ella no accedió a casarse conmigo.

Continuaron pasando los días, fuimos al cine, al parque y el amor pudo más que cualquier otro sentimiento. Decidió aceptar mi solicitud de matrimonio y, ¡boom! Estallamos en alegría.

Realizamos nuestro sueño, nos casamos, fue algo sencillo, pocas personas asistieron, los más allegados estaban ahí, la luna de miel fue a todo dar, al regreso decidimos mudarnos a su departamento por ser más grande.

La vida me alegraba por ratos y entristecía de vez en cuando. Me preguntaba si la vería sonreír siempre y si ese amor era verdadero. En el fondo me preocupa su enfermedad y no era para menos.

Casi 5 años más tarde, la salud de Alicia se fue deteriorando, las visitas al médico eran más constantes, sus medicamentos aumentaban y nuestra felicidad interrumpida por otro golpe de la vida.

Según los médicos, las complicaciones de Alicia eran más invasivas, sus días se acortaban.

Recuerdo haber salido un día con unos compañeros a un bar, decidí tomarme unos tragos y en mi pensamiento profundo, me llené de tristeza por el estado de salud de mi amada quien había bajado de peso, estaba perdiendo el color sus ojeras, no sabía si eran por las noches de insomnio o resultado del deterioro de su cuerpo.

¡Maldije mil veces a la vida!, la borrachera fue grande, llegué al hogar, encendí la luz, la desperté con besos y lágrimas y ella con una sonrisa colocó su mano en mi rostro, ratificó su amor por mí. Levante la cobija y arrebate su pijama, me preguntó --- ¿dónde estabas?, el preservativo, búscalo. Le dije que no, que esta vez no lo usaría, se opuso en todo momento hasta el punto de levantarse de la cama. Me pidió salir de la alcoba, me deje caer al suelo, entre llantos de magdalena le dije que yo también había ocultado algunas cosas, que el día del accidente, el médico me había pedido hacerme unos exámenes por lo de su enfermedad, ese día yo había tenido contacto con su sangre, los resultados arrojaron negativos, me pidió los repitiera seis meses después y no fui hacérmelo.

Tal vez también esté contagiado, le gritaba. En el fondo era lo que realmente deseaba, acabar mi vida junto a la de ella en el momento en que Dios así lo dispusiera.

--- Posiblemente hemos estado perdiendo el tiempo con una protección absurda o tal vez no, aunque eso no es todo es la vida y el destino que nos unió no solo yo te salve a ti, tú también me salvaste a mí.

¿Sabes que hacía en ese puente ese día cuando te salvé la vida? Nunca lo dije, tampoco lo preguntaste.

Pues, había decidido quitarme la vida, ese día, al igual que tú, también deseaba morir. Estuve a punto de lanzarme de ese puente pero interrumpiste los planes. Me regalaste unos años más de vida para estar a tu lado, juntos vimos florecer y creció el nuevo amor. Fueron tus caricias, tus acciones, las que me hicieron volver a ser el hombre que soy, ¡te amo tanto!, ¡no quiero que me dejes, no quiero que te vayas de mi lado!

Quiero morir si tú no estás conmigo. Alicia se acerca, me levanta del suelo, me lleva a la cama y me pregunta la razón por la que nunca le había hablado de eso.

Mi respuesta fue simple, no le veía importancia hablar de mi desastre, ella sabía en el hueco donde me había consiguido, sumergido en un espiral de desastre y ella fue mi salvadora.

Me abrazó, me besó y acaricio, dijo entender mi sufrimiento, sabía por lo que estaba pasando, entre palabras bonitas, más besos y más caricias, nos fuimos llevando y pasó.

Hicimos el amor como nunca, fue espectacular, aún recuerdo su cuerpo sus movimientos, el disfrute y su pasión. Después de aquel momento entre sábanas, ella pregunta si estaba arrepentido, se sintió culpable, no debió dejar que eso pasara.

Me había cuidado por mucho tiempo y vino a ceder en ese momento. Le comenté que no me importaba.

Yo debí haber muerto ese día en ese puente y ella sin darse cuenta, me dio los mejores años de su vida, devolvió mi plena felicidad.

Al día siguiente, de vuelta al médico, recibo noticias, estaba contagiado desde hacía varios años. Comenzaron mis estudios y los tratamiento, mi rutina de retrovirales, cambios drásticos de alimentación.

Alicia no duro mucho tiempo luego de mi diagnóstico, murió un año después de ese momento. Mi consuelo fue lo que siempre escuche decir de sus labios: ”Me has hecho muy feliz.”

Fuimos ambos agradecidos por haber decidido quitarnos la vida en ese puente, en ese mismo lugar. En ese momento, ambos, tuvimos la oportunidad de conocer el verdadero amor.

Sort:  

Es una extraordinaria historia, conmovedora, hermosa, llena de mucho reslismo. Creo qur logra impactar y atrapar al lector con facilidad. Éxito, se ve hermoso!! Felicitaciones.

@belkisa758 mi amiga y colaboradora usuaria que trabaja duro en esta plataforma tu apreciación para mi es un honor que alguien como tu lea mis escritos y que me de su visto bueno más aún quiere decir que puede faltar mucho por aprender pero vamos por buen camino.

Que efímero puede ser el tiempo cuando se ama, sin importar las circunstancias.
Una gran historia. Me gustó la presentación y selección de las imágenes.
Saludos.

Gracias @slwzl me alegra mucho que guste de verdad es un relato que me llevó algo de tiempo y que trate de dibujar el escenario y dejar plasmada en cada linea el sentimiento de las partes involucradas. Slds. . .

Gracias al equipo de @simon.bolivar y a nuestro witness @cervantes por el apoyo agradecido por su visita.

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