Reseña de The Lobster

El director griego Yorgos Lanthimos, en su cuarta película, The Lobster, lleva a la pantalla una sátira distópica donde el cineasta se burla y critica de una manera surrealista las convenciones sociales del mundo respecto a las relaciones amorosas ¿ Qué tanto se puede sufrir siendo soltero? ¿Cómo ve un soltero el mundo? Eso es lo que muestra Lanthimos a través del personaje principal, David, protagonizado por Collin Farrell. Un personaje que parece estar cansado y deprimido luego de que su esposa lo abandone, tras esto, ingresa a un hotel donde tiene 45 días para conseguir pareja, de lo contrario, se convertirá en un animal. Metafóricamente en eso se convierte el humano, según el film, si no se concibe el amor o no se muestra la capacidad de amar; las personas se convierten en el animal que deciden ser, salvajes, como los solteros que viven fuera del hotel en la película.

El hotel donde ingresa David es dirigido por dos personajes que intentan controlar a quienes están recluidos ahí, una fuerte crítica a quienes buscan gurús o consejeros externos para encaminar sus relaciones amorosas muchas. Por otra parte Yorgos Lanthimos crítica nuevamente las convenciones sociales cuando expone a los solteros como rebeldes o revolucionarios, satanizados al igual que muchos izquierdistas en el mundo real por parte de sectores capitalistas, que en la película son expuestos como los personajes que logran salir en pareja del hotel y son premiados con una semana en yate.
Más que una burla al amor, Lanthimos expone desde diferentes ángulos las relaciones amorosas reales a través de los personajes del hotel que parecen estar más bien en la “prisión del amor”, una reflexión metafórica sobre las torturas mentales que viven las parejas sin amor . Vemos como el personaje principal, David, es torturado de manera despiadada por una mujer con la que decide hacer pareja dentro del hotel, luego de eso la dama le coloca pruebas dolorosas al protagonista para comprobar que ambos son compatibles obligándolo incluso a tener sexo sin expresar emoción alguna o asesinando a su hermano convertido en perro.

Aunque con menor peso argumental, en la segunda parte de la película el director también critica y muestra los temores del individuo ante el amor en pareja. Esos personajes son representados por los salvajes que reclutan a David en el bosque luego de que decida dejar el Hotel su camino por la autocomplacencia sin rumbo.

En resumen, Yorgos Lanthimos sumerge al espectador en una historia donde el personaje principal intenta cumplir las funciones sociales sin motivación alguna para adaptarse a un modelo único que ofrece el mundo.
Con un contraste azulejo y frío durante la mayoría de la película sumada a la simetría y pulcritud visual que expone Lanthimos en el hotel, es inevitable relacionarlo con lo fría y estructurada que es la sociedad a la hora de sentenciar a quienes no viven en pareja. En ocasiones la atmósfera controladora y simétrica del albergue recuerda a la estética de la película El Gran Hotel Budapest (2014) adicional también a los encuadres y los planos usados para mostrar la elegancia del hotel frio y misterioso como el corazón humano. Aunque el film expone una helada e impecable paleta de colores, el deleite visual parece perder peso junto al contenido argumental de la película luego de que David se adentra en el bosque junto a los salvajes. Y es inevitable comparar el bosque, junto a las escenas violentas que se desarrollan dentro, con las obras surrealistas del fotógrafo Alessandro Bavari que utiliza una estética negra como el humor del director griego.

Parte fundamental de la estética es el vestuario de los personajes dentro del hotel que usan la misma ropa como uniformes, una crítica también al molde creado por la sociedad para hacer al humano igual. Sin embargo, en general, el vestuario de David (Collin Farrell) ridiculiza aún más al gordo y aburrido personaje con colores grises como el carisma que le falta al protagonista. A través del vestuario Lanthimos comunica situaciones en la que están atrapados los personajes, el mejor ejemplo es cuando la pareja que le sangra la nariz estando en el yate son conseguidos por David en una redada que ejecutan los solteros; allí David desmiente a su amigo que cojea y revela a la esposa que a él no le sangra la nariz, liberando la verdad al matrimonio en una escena donde ,todos menos David, vestían camisas de rayas como si fuesen prisioneros del modelo estándar que impone el mundo. A través de las tomas y el manejo de luces el director juega con los sentimientos que quiere transmitir al espectador como es el caso de los hospedados en el hotel cuando salen a cazar a los solteros, una escena donde se hace un excelente uso de la cámara lenta.

La musicalización de la película parece armonizar la sátira planteada en el film, acompañando de manera perfecta las escenas en cámara lenta en el bosque durante la primera parte de la película. Aunque con una melodía clásica y tenebrosa, el soporte musical pierde peso al igual que el argumento al volverse repetitivo e incluso predecible en los giros que da el director en la obra. Otro punto clave del audio fueron las voces en off que narran la mitad inicial del largometraje- primera película en inglés de Yorgos Lanthimos – donde el director brinda cobertura al elenco para dejar plasmado su acento natural en la interpretación dándole densidad y variedad auditiva a la historia sin dejar de pensar que los hechos se desarrollan en algún lugar de Europa.