Detrás del Bisturí. Novela. (5)

in #spanish7 years ago

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La hoz de los tres - Capítulo 5

Era aquel mismo salón de conferencias frío donde había presentado el examen, eran las sillas vacías que estaban detrás de mí quienes hacían multitud a mis espaldas mientras yo estaba frente sentado frente al jurado el cual se encontraba regio y un poco cansado, pues era la última entrevista y se acercaba la hora del almuerzo.

Tres jurados: el Dr. Guerra quien se encontraba ese día dirigiendo la entrevista acompañado del cirujano plástico del hospital, el Dr. Peluzzo, un maestro del arte de sanar la piel, un señor de 70 años, bajo y con un poco de sobrepeso, de lentes redondos y cristales gruesos, una voz muy gritona y perspicaz a la hora de preguntar. Por último, la Dra. Montes, una internista e intensivista de gran trayectoria, formaba parte del equipo del Dr. Guerra hasta que decidió asumir la segunda sala de hospitalizaciones donde muchas veces tuvo fuertes discusiones sobre el manejo de pacientes con los médicos de planta. Todos le tenían miedo por sus revistas médicas donde preguntaba hasta la masa molecular de un átomo y si no respondías adecuadamente te humillaba frente al paciente cuando paradójicamente en ese momento se veía con una cara muy maternal, con una sonrisa leve, de pelo por los hombros y acomodado, a pesar de sus canas tenía un aspecto muy moderno y de señora de alta clase social.

El Dr. Guerra se aclaró la garganta al mismo tiempo que se terminaba de sentar luego de cerrar el salón donde pensé que iba a ser fusilado para luego repartir la hoja de calificación al Dr. Peluzzo y la Dra. Montes. Esta última me miró fijamente y empezó a preguntarme:

  • ¿Por qué quieres trabajar aquí?

En ese momento respondí rápidamente y antes de que se me quebrara la voz la pude alzar para con seguridad decir:

  • Quiero ser parte del mejor equipo de médicos del país, he estudiado y sigo haciéndolo, y sería un honor contar con los mejores maestros.

Bajo la mirada y preguntó:

  • ¿Cuál es la dosis del metronidazol en pacientes con infección amebiana crónica…

Interrumpe el Dr. Guerra:

  • ¡Montes! Recuerda que es una entrevista. No una revista médica.

Inmediatamente y luego de un gesto de desaprobación de la Dra. Una risa del Dr. Peluzzo interrumpió la escena y me dirige la palabra:

  • ¿Cuéntanos de ti mismo y tus expectativas médicas?

Fueron los minutos más largos, cada palabra que decía trataba de analizarla cuidadosamente para que no generara controversia y respondía con mucha seguridad de por medio. En un abrir y cerrar de ojos los gestos cambiaban de cada jurado. A veces parecía que generaba aprobación y a veces no, era muy difícil determinar lo que pensaban cuando yo mismo intentaba construir un pensamiento lógico, coherente y que agradase a los tres al mismo tiempo. Finalmente culminó con las palabras del Dr. Guerra.

  • Creo que es todo por hoy José. Espéranos afuera que pronto anunciaremos los resultados.

Mientras terminaba de salir pude escuchar al fondo la voz del Dr. Peluzzo diciendo:

  • ¡Esto está decidido!, ya sabemos quiénes se van.

Evité fuertemente girar mi cabeza para no sentir la mirada de ese comentario sobre mí y cerré la puerta cuando terminaba una respiración fuerte y jadeante. Cuando alcé la vista, el resto estaba mirándome como analizándome si me fue lo suficientemente mal para descartarme de su lista mental.

Dos minutos después el Jurado abrió la puerta y como con una hoz de la muerte solo mencionarían los dos apellidos aparte del que no llegó a tiempo para la entrevista, que no formarían parte del equipo…

Desde mi garganta sentí una corriente que se esparcía en mi estómago, de donde rebotaba a mi mente y mis ojos se achinaban como dolor reprimido. Podía fruncir los labios y mirar fijamente como la hoja de la mano del Dr. Guerra se deslizaba entre sus dedos para hacer que nuestra respiración rozara el miedo de nuestras piernas tambaleantes como un alambre de púas entrando por la boca. Y cuando sus palabras empezaron a salir, el silencio no otorgó dudas para escuchar claramente la voz del Dr. Guerra:

  • Desafortunadamente no pueden seguir con nosotros. La Dra. Santos y el Dr. Alegri. Felicidades al resto, mañana a la misma hora empezamos a trabajar.

Pude sentir por menos de un segundo mi apellido (Alemán) como si fuese sentenciado en ese mínimo instante en que cambió por Alegri y caí sentado en una silla de espera para no creerlo.

¡Había Quedado!…

Relato por: @drmaizo

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